viernes, 10 de noviembre de 2017

Conrado Alzate Valencia. Los poemas


Cuatro poemas sobre El Olvido


El olvido

Siempre he pensado que los más humildes
e inocentes de esta tierra, son los seres
amados y recordados en mundos más sutiles.

Tal vez el alma y los ojos tristes del olvidado
son los lugares íntimos y reservados,
donde espigan las promesas radiantes del cielo.

Para unos el olvido es distancia y silencio,
para otros es el más terrible de los castigos.
Pero el olvido sólo existe en el corazón humano.





A propósito del olvido

                                                                            "...el olvido es la única venganza y único perdón"
                                                                                                                      Jorge Luis Borges

Nacemos y perdemos el contacto con lo divino.
Ya no pensamos en el poder que nos sacó
de nuestra verdadera patria y nos trajo a este plano.

Olvidamos el antiguo idioma de los Dioses,
los caminos ígneos de la sangre las voces
y los otros que fuimos en siglos anteriores.

Olvidamos el poder que escribió nuestro destino,
el primer cántaro de luz que nos bebimos
y las claves que nos da el ángel de los sueños.

Olvidamos, o creemos haber olvidado, pero todo
está ahí, esperando una nueva exploración.
El olvido es una disculpa para deshabitar el mundo.





Soliloquio del olvido

Soy voraz como los agujeros negros.
Me he tragado continentes antiguos
y legendarios como la Atlántida.
He devorado estrellas, civilizaciones,
Dioses, faraones, reyes y demonios.
En mis sótanos de bruma también
yacen la vanidad, los amores, los odios,
la espada y la sangre de los héroes.
Algunos me comparan con la muerte,
pero en realidad no me parezco a ella:
soy más pavoroso y más oscuro;
por eso, los sedientos de gloria
me temen tanto como a los crótalos.
Soy omisión, negligencia y cesación. 




Escrito desde el olvido

Todavía suelo cantar con emoción el ángel de amor
que iluminó mi humilde cuna, las viejas letanías,
el altar de piedra y los dioses de mis antepasados.
Yo escribo desde la sangre y la desmemoria humana. 

Lo que otros olvidan yo lo nombro con frecuencia
para que no caiga en las trampas oscuras de la muerte.
Donde no se ve nada, yo percibo los seres y las cosas
que un día tiramos o que dejamos ir de nuestra mente.

Ya no busquéis más las palabras y las huellas de Cristo
donde no están, buscadlas en el agua de los riachuelos 
y en los espíritus del viento que barrieron los caminos.
Bajo las ruinas del olvido aún resplandecen los tesoros.



                                                                       Conrado Alzate Valencia 

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