viernes, 24 de mayo de 2019

Maximiliano Hünicken


En la vida nada queda al azar, todo hace parte de todo, de todo y de todos aprendemos y algo nuestro siempre queda en los otros. 

Una de las primeras personas que conocí en este mundo virtual y que hoy día hace parte del pequeño grupo de grandes y verdaderos amigos es Maximiliano Hünicken. Una persona honesta, una persona sencilla, que brinda su amistad sin egoísmos, que ama la vida profundamente, que la honra. Una persona de gran fuerza espiritual, de profundas raíces, de largos vuelos. 

Este espacio hoy es para él y dos poemas suyos que su madre, la Señora Nelly Beatriz Segura apreciaba con gran cariño. No hablan de ella, sólo son dos poemas que a ella le gustaban, y hoy están aquí, haciendo parte de Claroscuro.

Querido Max, gracias a vos... por todo. 




Hobbes



Y en tan fragosa esclavitud
Se sustenta tu naturaleza,
De psicológicos mecanismos
De impulsos que se entretejen
Con el hilo del recelo.


Y en tan revestida libertad,
De férreos cauces 
Hechos con la vanidad de aquella sangre,
Se determina el linaje de tu alcance.


Has de ser el embajador de un nuevo Estado;
Donde miedo, poder y desatino
Guían tus confirmados pasos.


Y en tan quebrada esclavitud
Has de sucumbir con tu honor,
Confundiendo a la virtud,
Con la astucia del rencor.


Has de revitalizar a tu Leviathán
Con las sirgas de un anzuelo,
Esta bestia descomunal
Signa el destino de tu gobierno,
No confundas a la perfecta sociedad
Con contratos hechos con el  humo de tu silencio.




La expiración


La expiración es el sello que lleva el hombre,
La limitación que lo circunscribe como ser temporal
Que busca la vida plena, en el efímero orbe,
Que enceguece a los hombres hacia lo superficial.


La expiración del hombre es una realidad, que lo atemoriza,
Porque en la naturaleza humana, persiste la finitud,
Porque en la vida del hombre hay miseria y aspereza,
Que a los hombres los dirige hacia una falsa plenitud.


¡Dolorosa caducidad, no envilezcas a los hijos de Adán!
Porque la vida es hermosa, en la tierra de los pecadores,
Pero no como en la morada de los que habitan la ciudad celestial
¡Grandeza divina, ilumina a la nobleza finita y elévala en la eternidad!


Una eternidad que San Agustín, enaltece porque en Dios encontró
La permanencia inquebrantable, la dignidad infinita de su presencia,
La sabiduría del que no es vanidoso, del que no es temporal y apariencia,
Del que vive la gloria con simultaneidad, y no con imperfecta consistencia.


La expiración debe ser vencida por la magnánima perennidad,
Que la Deidad nos brinda, para que no haya acabamiento
Para que el alma humana se enaltezca y alcance la veracidad,
Que sólo el corazón enamorado puede hallar como perfeccionamiento.


La perpetuidad es el nombre de la suma bondad,
El amor es la causa de la única verdad,
El hombre perfecto debe alcanzar lo que la vida terrena,
No le puede ofrecer, y que la mortalidad del óbito no destruya
La felicidad del hijo que goza de la sabiduría plena de la Divinidad.

                                                        Maximiliano Hünicken Segura



Maximiliano Húnicken Segura, Argentina, 1978.

Profesor de filosofía. Hace su tesis sobre Nietzsche y las segundas intempestivas.

Artista plástico no convencional. Dibujante en paint mouse.


Poemas y Ensayos suyos se publican en las redes sociales. 

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