La poesía de Gabriel Chávez Casazola tiene esa calidez de familia, de hogar, la transparencia del aire y del agua. Su voz nos identifica a todos, habla de cada uno, de nuestros recuerdos, nuestros fantasmas.
Dejarse tocar por los poemas de Gabriel es una manera de volver a casa.
Bienvenido poeta Gabriel Chávez Casazola al espacio Claroscuro.
*¿Qué buscamos en la poesía; qué busca el poeta, qué el lector, el escucha, el transeúnte?
Tal vez hacer silencio, viajar al interior de nosotros mismos, crecer hacia adentro.
*¿Qué es lo que la poesía ofrece?
La posibilidad de rozar lo trascendente desde lo cotidiano (pero también viceversa).
*La poesía debe comprometerse con la realidad. ¿Qué tanto ese mundo real, ese mundo que nos duele pero también nos da esperanzas, se apodera del territorio de la poesía?
El poeta debe estar comprometido, ante todo, consigo mismo, pero eso no quiere decir que se desentienda de la realidad circundante. Al contrario, lo más real que tiene cada hombre es su propia existencia. Si un ser humano muere, muere la realidad (al menos esta) para él. Estar comprometido con uno mismo es estarlo con la humanidad y con el cosmos. Creo que la poesía dignifica al ser humano en la medida en que acerca, en un viaje de ida y vuelta, las realidades visibles a las realidades invisibles (esas de las que hablaba Saint Exupery en El pequeño príncipe, las que son esenciales).
En lo personal, escribo desde lo real y muchas veces con deliberado realismo. Aunque eso no signifique que renuncie a la porción irreal y surreal, simbólica y onírica, de toda poesía.
*¿Puede considerarse a la poesía como un camino hacia la purificación?
...o hacia el abismo. La poesía es un camino circular, imagino. Lleva hacia nosotros mismos pero nunca se repite. Y dentro nuestro están la purificación y el abismo. Son vecinos cercanos. En las noches se escuchan una al otro. También hay puertas que comunican sus estancias. Hay poetas que llegan al abismo por la vía de la purificación y otros que llegan a la purificación por el abismo.
*Cuéntame de Bolivia, de la lucha de tu pueblo, de tu gente, de su manera de vivir la poesía, de la manera como la poesía los permea.
Bolivia es un país poético: pienso en el Salar de Uyuni mientras amanece, en los murmurios de la selva durante la noche amazónica, en la mudez del altiplano rasgada por el viento, en las tardes del valle bajo un árbol de molle. Pero también su gente guarda una secreta poesía inscrita en el rostro. Somos un país muy generoso en humanidad: aquí todavía gozamos de cierta calidez de vida, de una vida más natural y familiar que en otros lugares se ha perdido.
Somos un país de mestizajes, de hibridaciones de sabores, de lenguas, de historias. Es un país ensimismado y curioso, laborioso y dionisiaco, plural y singular.
Pero mal digo un solo país, pues en Bolivia coexisten muchas culturas, no siempre juntas pero sí revueltas: todas las que vinieron con la sangre española y las culturas originarias de América, más las que hemos recibido por la educación y por la exposición a la tecnología. Eso nos ha enriquecido y debería haber ampliado nuestros horizontes. En mi caso claramente lo ha hecho. He crecido bebiendo de la cultura occidental, me he aproximado con curiosidad y respeto a otras culturas, originarias de América o remotas, y profeso el mismo respeto al pensamiento de un filósofo presocrático que a un poema oral andino y a una buena película contemporánea. Soy ecléctico y me siento al mismo tiempo judío y cristiano, griego y romano, godo y castellano, vasco y andaluz, mestizo americano y guaraní, hijo de Hollywood y de Silicon Valley.
Sería, por tanto, difícil que mi poesía no reflejara esos mestizajes, esa melange.
Soy un híbrido por nacimiento y además un ecléctico por elección. Esa mistura soy yo, esa confluencia, esos profundos ríos que convergen en mi sangre, en mi ADN, y también lo que yo he abrevado por mi cuenta, leyéndolo, mirándolo, escuchándolo, existiéndolo.
*¿Qué se ha mantenido constante desde el primer libro hasta el último que has escrito, y qué ha cambiado?
Distingo dos etapas en mi poesía; una temprana, de búsqueda, que abarca mis dos primeros libros, a los que considero de iniciación. La segunda etapa se inicia con la escritura (2006-2010) y publicación de El agua iluminada (La Hoguera, Santa Cruz, Bolivia, 2010), cuando tras un año en la Amazonia boliviana encontré mi voz poética. O mejor dicho; ella me encontró, aún sabiendo, como afirmo en un poema, que
lo más maravilloso de todo esto
es que debes seguir buscando
buscando
porque todas las cosas y los seres
que se encuentran
así como llegan se alejan.
Incluso la poesía, a momentos.
Esa desconocida.
En esta segunda etapa de mi poesía hay algunos elementos que críticos, lectores y otros poetas han encontrado y que son constantes, es decir, aquellos que constituye mi voz poética: la memoria y la emoción.
Aunque no busco hacer una "poesía de la memoria", tal vez ella sucede-me sucede-en la medida en que escribo porque hay olvido. Me obsesiona pensar en que si una diminuta vena se rompe en nuestro cerebro y perdemos la memoria, dejamos de ser quienes somos. La memoria nos constituye como personas, nos otorga historia personal, pasado; en suma, identidad. Somos lo que recordamos y, por eso, recordar es ser. Olvidar es una forma de morir, y muchos poderes en el mundo quieren que olvidemos. La poesía, como una forma de resistencia de lo humano, nos ayuda a recordar y, por tanto, a ser.
En cuanto a la definición que algunos hacen de mi escritura como "poesía de la emoción", asunto que nace de la sensación que provocan mis poemas a leerlos. La gente que lee (o escucha) algunos de ellos suele decirme que queda tocada, conmovida. Tampoco persigo crear esta sensación de manera intencional, pero me interesa mucho que la poesía puede ser relevante para sus lectores, no un mero juego de palabras, un artificio del lenguaje. No me atrae ese tipo de poesía, ni aquella que es fría, demasiado cerebral e incapaz de conmover.
En este marco, hay temas que frecuento porque me parecen relevantes para el ser humano, y no son otros que las viejas cuestiones de siempre que ni la filosofía ni la ciencia han podido resolver: el bien, el mal, el sentido (o falta de sentido) de la existencia, la razón de ser de la felicidad y del dolor, la razón (o sinrazón) de que estemos en el mundo, etc. Eso sí, busco hacerlo de manera coloquial, cotidiana, poniendo a Dios "entre los pucheros", como decía Teresa de Ávila.
En mi criterio, toda obra de arte, todo poema, deben transformar, así sea un poquito, a la persona que los recibe. Si después de leer un libro mío las personas siguen siendo las mismas, podría decir que estoy fracasando como poeta.
*¿Con qué palabra te identificas?
Me maravilla la palabra latina mirabilia, que es además el título de un hermoso libro del poeta boliviano Eduardo Mitre, en cuyas páginas aprendí a nombrar el asombro de los seres y las cosas. ¿Qué otra cosa es sino la poesía?
El invitado
Gabriel Chávez Casazola (1972) Poeta y periodista boliviano, considerado “una de las voces imprescindibles de la poesía boliviana y latinoamericana actual”. Es autor de cinco libros de poesía, entre ellos El agua iluminada (La Hoguera, 2010), La mañana se llenará de jardineros (El Ángel, 2013; La Hoguera, 2014) y Aviones de papel bajo la lluvia (Valparaíso España, 2016). Se han publicado también antologías de su obra en Colombia, Ecuador, Argentina y su país, con los títulos El pie de Eurídice (Gamar, 2014), La canción de la sopa (El Ángel, 2014) y Cámara de niebla (El Suri Porfiado, 2014; Plural, 2015). Este año 2017 aparecerá su nuevo libro Multiplicación del sol.
Parte de su poesía se halla traducida al italiano, portugués, inglés, griego, ruso y rumano. Poemas suyos han sido incluidos en numerosas antologías internacionales y bolivianas y ha participado en encuentros, festivales y lecturas de poesía en las tres Américas y Europa. Imparte talleres y cursos de escritura creativa en poesía en su país y también los ha ofrecido en Colombia, Ecuador y México. Colabora con revistas internacionales de literatura y es columnista en suplementos literarios de su país, donde mantiene el espacio de poesía Mirabiliario.
Tiene también libros publicados en otros géneros y editó una Historia de la cultura boliviana del siglo XX premiada como Libro Mejor Editado en su país en 2009. Entre otros premios, ha recibido la Medalla al Mérito Cultural del Estado boliviano. En 2013 fue finalista del Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo.
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