martes, 3 de diciembre de 2019

CUARTETO ELEMENTAL. Héctor Cañón Hurtado






Cuarteto Elemental, ganador del Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2018, es el registro de alguien que ha visto las ondas que dibuja la piedra al caer en el agua. Poco a poco, en ese mismo ritmo, se van fundiendo otras sombras (la de los mundos reales o aparentes) con la sombra misma del poeta. Un ser que sabe que tanto la violencia como la belleza son una misma cosa, una amalgama de voces que se funden para reinventar el sabor de las semillas, la música de las estrellas, las estaciones que, de forma natural y mágica, obligan a cambiar los estados espirituales de lo visible y lo invisible, de lo que incluso se esconde en lo inefable y que el poeta tratará de hacer “fable”; es decir, transformar en estado poético lo que de otra forma no podría ser representado de mejor manera. Para eso existe la poesía, para eso la tierra gira y nos sentamos a contemplar su movimiento. Como diría Hölderlin, es poéticamente como el hombre habita la tierra. Y es en ese estado que vive Héctor Cañón, un hombre más entre la gran aldea de la humanidad que habita en su poesía.

                                                                                                                                  Juan Carlos Olivas



POESÍA EN SU PUNTO 
ACADEMA - CAFÉ 



El pasado sábado 30 de noviembre se llevó a cabo el primer recital de POESÍA EN SU PUNTO, encuentro literario organizado por Rudber Gómez (Papyrus Libros) y Sergio Antonio Chiappe (Claroscuro, blog de poesía) en Academa-Café.

Este primer encuentro contó con la presencia del poeta bogotano Héctor Cañón Hurtado. Tuvimos el privilegio de disfrutar la lectura de su poemario Cuarteto Elemental, libro de poesía ganador del Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2018.

Fue un grato reencuentro con Héctor, una agradable conversación en torno a Cuarteto Elemental, acompañados de un gran pequeño grupo de amigos y de un muy buen café. 


                                                                                     Fotografía de Juan David Cáceres 

En Cuarteto Elemental, Héctor Cañón establece una correspondencia entre las emociones que enfrenta o que son intrínsecas del ser humano y los cuatro elementos esenciales que han formado lo que llamamos universo. El agua asemeja la tranquilidad, la tierra se asume al cuerpo, el viento hace lo propio con la espiritualidad y el fuego le da voz a la rabia. 

CUARTETO ELEMENTAL 
(selección de poemas) 


De Antes de las olas, el agua 

LA DANZA

He visto un animal
comerse a otro vivo en un instante. 
He visto mis manos suplicándole al desierto
no regodearse en la danza de la muerte. 
He visto mis ojos sedientos de río 
y la quietud de los capullos.

He visto la semilla en el bosque de la mente,
dispuesta como una ola sencilla
que se replica sin fin al amparo de los astros.

He visto a las sombras confundir los cuerpos
cuando hay solo una estrella en el firmamento.

He visto que no existe el tiempo un instante 
antes de la vida y de la muerte. 
He visto mi nombre ladrándole al río del día, 
a la sal del aire, 
a los barcos que se hunden en el horizonte.



EL CAMINO DE VUELTA

Las ondas que dibuja la piedra
al caer en el agua
regresan desde las orillas 
al corazón del hombre.

Todo lo que va y viene
es música nadando
a contracorriente.

El cuerpo no cambia 
al agitar su reflejo en el río 
ni la sombra se deshace
tras reposar en la noche.

La piedra del fondo sentencia 
que todas las aguas viajeras 
tienen un camino de vuelta.



De Al amparo de las hojas que agita el caminante 


PRIMERA ESTACIÓN

Caminaba entre las estaciones 
con la lámpara encendida y la mecha larga. 
Aunque el fuego pretendía alumbrar la cuesta, 
sus llamas solo borraban la huella abandonada.

Si quería tener amigos
y hablar con la certeza de los hombres,
solía sentarme al lado de viajeros sin yugo.

Veía en el agua de sus ojos
la espiral de las galaxias
y en las palmas de sus manos 
el prodigio de las constelaciones.

Siempre es afuera quien nos vive:
las personas que me amaron son tan ciertas 
como el nido donde sueñan 
las memorias que de ellas me conmueven.
 
Todo lo que no está a mi lado me abandonó
y mis tesoros son alucinaciones: 
lenguas que brillaban en el agua, 
palabras ardiendo como rocas en la sed.

El tiempo solo fluye 
si sus huellas se adelantan.


EPIFANÍA

Enfermedad es solo
una palabra testaruda: 
los lirios no paran de morirse
y siempre se ven bellos. 
En mis poemas llueve 
porque la tarea es nombrar
cada gota que estalla 
contra la muchedumbre de piedras.
La vida aquí es eterna, 
mas solo cuando hay lluvia
y los lirios lo agradecen.



De El desvanecimiento del contorno 


LA HUMILDE MONTAÑA 
escrita por el destino en mis pupilas.

El leve brillo que al respirar 
siembra en la mirada
el silencio de las flores.

La distancia desde los astros
hasta la palabra precisa.

Todos los versos se desvanecen
si aceptamos que el poema es aire.


ACARICIAR LA CERTEZA 
de que no tengo remedio 
me sana frente a la chimenea 
donde arden los poemas.

Las llamas siembran en la mirada
el mismo resplandor de la estela
que abandona al náufrago.

Se nos da la oportunidad de acomodar
los troncos que han de arder
mientras abrasamos sin pesar 
el destino de nuestros amantes. 

Bendecir la palabra herida 
la convierte en cicatriz, 
las cenizas revelan 
que el fuego es súbdito del aire.



De Los frutos de la ira prohibida 


PRIMERA FOTOGRAFÍA

Tiene antecedentes. En tres de sus últimos siete cuerpos enloqueció de nostalgia. Dice no recordar su nombre y provenir de un astro distante. De profesión navegante, asegura que a la deriva adquirió tatuajes y cicatrices. Tiene olor de dudosa procedencia y dimensión desconocida. De estatura media si se compara con otros y sin estatura bajo las estrellas. Perfil evidentemente trastocado por la luz y sin más seña particular que su adicción a la muerte. No registra enfermedad distinta de su cuerpo y afirma que él es su propia medicina. Dice que sus dos habilidades más pronunciadas son dormir si tiene sueño y comer si tiene hambre. Manifiesta que no necesita visitas porque está lleno de los que no lo conocieron, pero pide que le canten una canción de cuna para abrir el apetito. No se opone a ser registrado ni a que sus fotografías sean manipuladas. No tiene problema alguno con dormir a solas ni sabe porque está aquí, pero se declara satisfecho hasta el momento. 


PERDONO NUESTRA DEUDA 

Les escribo en el asilo que me esperaba desde antes de mi nacimiento. Muchas gracias por los buenos deseos que me expresan cada vez que no me visitan. Antes de que se me olvide, a mis ancestros debo pedirles que no se preocupen. El mal es genético. Por eso los perdono. Me tranquiliza saber que lo sufrieron en carne propia. Cuando vuelvan de visita por favor tráiganme su ausencia. De verdad que la extraño. Se sentirán contentos al no verme tan agradecido. A mis ex esposas les advierto que mi terapeuta me está empujando a poner límites. A la primera, le pido que le enseñe a la perra lo inútil que es eso de ladrarle a la luna. A la segunda le ruego que tenga la bondad de escuchar lo que no dice mi silencio. He hecho el mismo ejercicio con el suyo y la verdad es que quien quiera gozar de salud mental debería tenerlo como hábito. Incluirlo en la lista mecánica de asuntos cotidianos, antes de las comidas o bien tras cepillarse los dientes. A mis acreedores les juro que perdono nuestra deuda. De cara a la insensatez de la muerte nada en este desierto nos pertenece. 



Cuarteto Elemental 
Héctor Cañón Hurtado 




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