lunes, 17 de octubre de 2016

Rosa Emilia del Pilar Alcayaga Toro. La entrevista.

Rosa Emilia Alcayaga hurga en las entrañas de la poesía, encuentra la desolación, se encuentra con una mujer postrada en su silencio. Rosa Emilia le ofrece su voz, su grito, sus lágrimas, sus manos. La poeta la enseña a levantarse.

Ella se unta de calle, camina al lado del obrero, del oficinista, del estudiante, de la secretaria, de la mujer que vende dulces y cigarrillos,  de la ama de casa.  Su poesía habla de dignidad.

Bienvenida Rosa Emilia  Alcayaga a las páginas de Claroscuro.


* ¿Qué papel juega la poesía en tu vida?

Esta es una pregunta que me proporciona la excusa perfecta para hablar desde mi vida.
Aprendí a dormirme con la poesía. Mi mamá que quiso ser profesora normalista tuvo que dejar sus sueños e ir a trabajar para ayudar a su madre a sostener la casa con seis hijos a cuestas porque su padre murió a los 40 años de edad, allá en el sur de mi país, en la localidad llamada Lautaro. ¿Qué quiero decir con eso? Que mi madre fue una lectora impenitente y que sus sueños la llevaron a soñar con la poesía. Entonces en mis noches, a la hora del sueño, ella me iba leyendo verso tras verso los poemas de Ruben Darío, versos que yo debía repetir hasta que durmiera.
La poesía desde entonces forma parte de mi vida.

Llega la adolescencia y en mi obstinación quise abandonar ese camino y dedicarme a la ciencia. En mi rebeldía entré a militar en las Juventudes Comunistas cuando lo de Allende y abandoné todo para ir a las calles a construir el nuevo mundo. Me gustó la Violeta Parra porque la gente la llamaba loca. Ya de grande, y por supuesto rebelde, leía a mi mamá las Odas elementales de Neruda y ella, que adoraba a Ruben Darío, me decía: "eso no es poesía".
A la distancia puedo concluir que me siempre me sentí como una abogada de causas perdidas.

Trascurridos cuatro años desde el golpe de estado me fui a Ecuador y allá estudié periodismo. Trabajé en Guayaquil y obtuve un premio como periodista de radio. Cuando regresé a Chile (1988) seguí por ese mismo camino: varios años como periodista y varios despidos sobre mis hombros.

Me quedé sin trabajo, sin horizonte y con una depresión desconocida. Fue mi psiquiatra quien dio su consejo, me dijo: "escribe", "anda a un taller de escritura" En medio de aquella crisis la vida me tendió una mano y fue así como llegué a mi primer taller ya mi primer maestro,  el poeta Gonzalo Millán y al taller que él impartía "Autobiografía y alquimia". Este taller era gratuito pero uno debía postularse. Por fortuna quedé.
Cuando publiqué mi primer y único libro de relatos, siguiendo las coordenadas del taller, sentí que volvía  a la vida. Aún sin trabajo. Pero sentí que no era un desecho. Que ahí estaba yo.

Me gustó esto de los talleres y me recomendaron a una poeta con muchos merecimientos que hacía sus talleres en la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), ella se llama Alicia Dauvin del Solar. Con ella volví a encontrarme con la poesía.  Y, desde ese instante, nunca más la abandoné. Me acuerdo que el primer poema de mi primer y segundo libro de poesía surge cuando Alicia en su taller nos dio el pie forzado y nos dijo piensen en Dios.  Así nació este poema:

pssst
¡tú!
¿eres dios?
he venido
a devolverte
la costilla.


*¿Por qué escribir poesía?

Es indudable que la poesía es un espacio de libertad y en ese espacio uno se lanza a la aventura de volar, en donde como seres humanos revelamos aquello de lo maravilloso, con sus luces y sombras  que conforman nuestro "estar" en esta tierra y en este universo. No por casualidad digo "estar", puesto que, desde un punto de vista de la filosofía, más allá de la abstracción del ser; es sentir a través de la poesía como contribuimos en ese "estar" en comunidad y en la que todos y todas somos también responsables de una u otra forma.

Y a través de la poesía cuando la poesía es verdadera, y no simple oficio de técnicas más o menos satisfactorias recuerdo lo que dijo el gran poeta mexicano Jaime Sabines, las máscaras se caen, nos permite re-conocernos en nuestra desnudez, creo yo, para sentipensar, así como dijeron unos pescadores de la costa colombiana: "Nosotros actuamos con el corazón, pero también empleamos la cabeza, y cuando combinamos las dos cosas así, somos sentipensantes", lo que el escritor uruguayo Eduardo Galeano sintetiza en dos versos geniales:

"¿Para qué escribe uno,
si no es para juntar sus pedazos?"


* La poesía ¿Construye y forma seres humanos, construye y forma sociedad?

No creo en "El" poeta como un elegido. Aquel poeta que se consideraba un dios que, en algún momento, cuando la instalación de la burguesía y la emergencia de la sociedad capitalista destronó a la religión desde el podio del poder y levantó a la razón como ese nuevo dios omnipotente que nos liberaría de la tutela y de la esclavitud de la iglesia, pero que levantaba valores como el enriquecimiento a costa de todo y de todos, el individualismo extremo y el egoísmo, los poetas que, en su primer momento, consideraron necesario ese cambio, fueron rápidamente dejados de lado, ya no servían a los intereses de esa clase en ascenso. Hasta cierto punto el desplazamiento de la religión hizo que las gentes sintieran haber perdido el sentido de la vida, y en ese contexto, es que los románticos proclamaron que la poesía era la nueva religión ( lo dijo Novalis), en cierta forma, en un doble sentido, con ese nuevo paradigma los poetas desafiaban a la burguesía que los había desplazado; y por otro lado, cuando la razón no lograba resolver ese sinsentido, los poetas se propusieron ocupar ese lugar de alguna manera necesario a los seres humanos que nos preguntamos para qué estamos en esta tierra, desnudos como hemos sido arrojados al mundo.

Ambiciosa empresa de los poetas que, por lo demás, estaba condenada al fracaso, al decir de Gutierrez Girardot. Empresa que se decía constructora de mundos, no sé si constructora de seres humanos, porque allá arriba desde el cielo, ellos eran una cofradía que se disputaba a los dioses el poder del espíritu. Una concepción elitista, que respondía a una época determinada que aún ejerce una influencia poderosa, es cuando la poesía adquiere ese estatus diferente, fueron dos siglos desde su emergencia con el romanticismo hasta las vanguardias. El romanticismo, tal como lo dijeran Arnold Hauser y el nobel mexicano Octavio Paz, fue la revolución más importante del espíritu en todo Occidente, cuya impronta nos sigue marcando en muchos ámbitos, sobre todo, en lo que respecta a la subjetividad.

Hoy, al menos es lo que yo creo, somos una mujer o un hombre que, en tanto poetas, hemos bajado del Olimpo como lo escribió Nicanor Parra, y que yo interpreto como el intento de transitar no ya en las cómodas y algodonadas laderas del cielo, sino en las calles polvorosas y ásperas, a veces, hasta hostiles.  Entonces diría de la poesía y nuestro quehacer que el ejercicio de escribir es de todo lo que nos es común y como nada nos es ajeno, ahí está nuestra labor. Estamos comprometidos y comprometidas con el ejercicio de la vida y por qué no de la muerte, que es otra forma de estar en este mundo.


*En tus poemas hablas, denuncias, señalas, pones el dedo en la llaga. De alguna manera, esa voz tuya, fuerte, decidida, ¿te ha marginado un poco, o al contrario, ha encontrado resonancia en el público y entre los mismos poetas?

Antes de responder a tu pregunta, me gustaría decir algo, insisto mucho en eso porque mis amigos poetas, en particular, dicen que mi poesía es denuncia, y yo les contesto que ¡yo no denuncio!, la poesía no es para denunciar, digo yo, (puede ser tema de debate).  Lo que escribo es lo que veo, lo que ocurre y lo que siento, lo que me duele ( ya te lo había dicho anteriormente), los poetas como integrantes de esta gran comunidad de seres humanos nada nos es ajeno, y veo lo que ocurre a mi alrededor y no puedo quedarme callada y si eso impacta ¡bienvenido sea!.

Mi poesía tiene algo de canto. Canto lo que veo y trato de levantar voces que están sumergidas, voces que en la historia oficial eran consideradas irrelevantes. Eso es lo que trato de hacer con mi poesía. En ese sentido mi poesía cuestiona a ese sujeto moderno europeo, racional e ilustrado, que con su discurso totalizante, pretenciosamente universal, se cree poseedor de una verdad absoluta. Confieso que me cuesta arrancar de un tono solemne, me inclino más por el tono discursivo (lo que a mis oídos resulta más sonoro). Creo que mi poesía tiene carácter posmoderno, aprovecho ciertas estrategias artísticas diversas, que como tal, divergen de la institución artística tradicional, soy ecléctica, no me quiero amarrar a dogmas, eso si no me escapo del mundo real, no le hago el juego a quienes quieren separarnos y dividirnos, como no vivimos en una burbuja como escritores y poetas persiste en nuestra escritura las marcas que nos determinan. No te puedo decir que he logrado mi objetivo a plenitud, por lo menos lo intento. Lo que si aseguro es que al menos intento rebelarme y que solo escribo lo que siento, y diría más, lo que me golpea.


*¿Hacia dónde va la poesía chilena?

En mi opinión creo que la poesía vive un momento de quiebre o un punto de inflexión, no solo en Chile, creo que esto abarca todo el continente. Reflexionando sobre lo que en su momento escribió Nicanor Parra en su Manifiesto (1963), que los poetas deben bajar del Olimpo. Bajar de ese altar significa cambiar el rumbo de la poesía, de una poesía para media docena de iluminados, de una poesía hermética, del extrañamiento, de una poesía elitista a una poesía más ¿democrática?, no lo sé, pero al menos más terrenal.

Cada cambio de paradigma en la poesía, a través de la historia, propugna un cambio de lenguaje, porque con el tiempo, este va quedando estrecho.  Ahora basándome en las afirmaciones del poeta chileno Enrique Lihn cuando la emergencia de Nicanor Parra, en nuestro país, la mayoría de los poetas siguió ese rumbo apartándose,  hasta cierto punto de la poética moderna, por cierto nada es puro ni exclusivo.
Hoy, los poetas jóvenes, en su mayoría, siguen por la ruta parriana, a veces extremando sus propuestas, por lo demás, el propio Parra en su poema "Carta del poeta que duerme en una silla" los alienta y escribe:

jóvenes
escriban lo que quieran
en el estilo que les parezca mejor
ha pasado demasiada sangre bajo los puentes
para seguir creyendo -creo yo-
que solo se puede seguir un camino:
en poesía se permite todo.

No obstante, aún quedan poetas de más edad, y otros que no tanto, que todavía rinden culto a las reglas canónicas, porque todavía persiste el gusto por una poesía del pasado, lo que no deja de ser curioso, lo cual interpreto, es que queda el gusto por una poesía, hasta cierto punto, degradada en su composición y contenido como reminiscencia de un romanticismo desvirtuado.

No podemos hablar de posmodernidad a secas, en un continente en donde ni siquiera hemos vivido en plenitud la modernidad, más bien debemos hablar de un complejo de estructuras, formas y sentires que hablan de una "heterogeneidad cultural" en permanente tensión, lo que si pienso, a mi entender, es que la poesía va siempre adelante, por eso sostengo que tenemos al debe la revisión de los paradigmas en los que se asentaron nuestras naciones.

Me parece importante la posibilidad de abrir fisuras como nos plantea el pensamiento posmoderno y escribirnos desde lugares que escapen a esas verdades absolutas que nos han impuesto. Creo en esta tierra llamada Latinoamerica como una sola tierra, más que en la actual dispersión de banderas en que nos han dividido. Creo en una sola bandera en la que nos reunamos todos y todas. Por eso me duele lo que hoy ocurre en Colombia y me sumo a todas y todos los que anhelan que llegue la paz, a no dejarse atrapar por cantos de sirena y no olvidar que siempre hay escondidos, en las sombras, los que desean mantener el statu-quo y pueden provocar un retroceso. La fuerza de esas velas encendidas que he visto a través de las noticias de cientos de mujeres que exigen que la paz llegue hoy, me emociona, y tal como todas y todos espero que este proceso de paz no se ahúme como decimos acá en Chile cuando vemos que algo se esfuma y no se cumple.


*Me gustaría que nos hablaras un poco sobre tu postura frente a la violencia de género.

Ese tema forma parte de una preocupación sustancial y constante en mi caso, tanto desde el terreno teórico como desde la creación poética. Integro el Grupo de Estudios Feministas y Disidencia Sexual de la Facultad de Ciencias Sociales, en la universidad de Playa Ancha (UPLA), en Valparaíso. Me apasiona el tema. No milito en ningún grupo feminista, pero estudio la teoría feminista, la teoría de género, la teoría literaria feminista, y hoy la llamada teoría queer, todas ellas, a mi juicio, son valiosas y provocativas, sobre todo para abrirnos a nuevas perspectivas, a nuevas formas de mirar y de leer que sean distintas, que enriquezcan nuestro modo de pensar, nos abran nuevas ventanas siempre atractivas para una poeta.

En mi libro Maldito paraíso, recojo voces de mujeres, a través de la historia, deconstruyendo los símbolos cristianos y del liberalismo que nos amarran a un destino de subordinación, que corresponde al discurso moderno que tributa al itinerario de dominación patriarcal, creo que desde la poesía podemos ejercer resistencia desde la palabra.

Es una de las temáticas que abordo, no es la única por supuesto. Volviendo a una de tus preguntas anteriores, acerca de si existe rechazo, si nos referimos a estas temáticas feministas, si existe, sobre todo en hombres poetas (y no poetas) de mayor edad y que se sienten incómodos, les molesta se cuestione el rol estatuido y se hable de los sentires de la mujer en esta sociedad y que ESO se diga en la poesía. Algunos disfrazan ese rechazo como un rechazo a la poesía misma, que, según ellos, debe seguir ese supuesto valor de neutralidad por sobre las disputas terrenas, esta división dualista cartesiana que nos persigue. Es distinto en el caso de los y las jóvenes, te escuchan y respetan. No es nada fácil todo esto. A mi entender forma parte del mismo dilema sobre el necesario cambio de la poesía. Por esta razón en mi próximo poemario hago un giro hacia una poesía más social, la verdad, para que no te encasillen, aunque siempre hay un guiño hacia las mujeres.  Desde esa perspectiva y siguiendo las coordenadas de género, considero que ningún pensamiento está desligado de su contexto ni de la subjetividad de cada persona que lo transmite, todos y todas tenemos un punto de vista desde el que nos ubicamos y como los puntos de vista no son neutros es obvio que de esa forma se hace explicito el posicionamiento político de cada cual. Generalmente se tiende a masculinizar los relatos y a tomarlos como universales, es una de las características del discurso moderno que, además, lo eleva a una condición de falsa neutralidad, eso nos lleva a afirmar que todo conocimiento siempre será parcial y situado. Con esto quiero decir que si, mi poesía es política, porque no escribo desde la neutralidad. Si bajamos del Olimpo tenemos que mezclarnos con los transeúntes de la ciudad y en ese transitar escuchamos sus voces. Escuchar esas voces es lo que a mi me interesa.

En el 2015 estuve en Bogotá en un congreso de la universidad Santo Tomás con una ponencia sobre feminismo y religión. Durante esa ocasión tuve la oportunidad de compartir contigo y con varios poetas bogotanos (gracias a la gestión de la poeta bogotana Carolina Garzón (quien hoy vive en Chile) y ella se contactó contigo e hizo posible el que nos conociéramos. En esa ocasión,  hiciste posible que pudiera leer en tu ciudad, junto a ti y otros poetas y esa experiencia fue hermosa.  Me asombró ver en ese entonces la cantidad de gente que se reúne en tu país, en distintos escenarios, para escuchar poesía. Así que sueño con volver a tu país, a tu ciudad y volver a ser parte de esa maravillosa experiencia. Es un sueño, y a veces los sueños se cumplen.

Te confieso que en Chile (que así mismo se denomina país de poetas) eso no ocurre nunca.

La invitada

                                                                          Foto de imagen que dibujó Angelly Aran

Rosa Emilia del Pilar Alcayaga Toro. Poeta por razón de vida. Periodista de profesión. Graduada en la universidad de Guayaquil, Ecuador (1982). Magíster en Literatura, Universidad de Playa Ancha (UPLA), con su tesis acerca de la poesía de Stella Díaz Varín (Valparaíso 2010).

Publicaciones: "Mil veces mujer..." (Relatos 2001, Santiago- Chile); "Escaparate" (Poemario 2003 Editorial Linajes, México D.F); "Maldito Paraíso"(Poemario 2012, Editorial La Trastienda, Santiago-Chile); "a Cristina" (Poemario 2015, Editorial Quimantú, Santiago-Chile); y "Valparaíso ardiendo" (Poema-crónica 2015, Editorial Quimantú, Santiago-Chile). En imprenta mi próximo libro "Electroshock" (Poemario, 2016, Editorial Triángulo, Santiago-Chile). Editora: "Mujeres al desnudo" (Antología 2005, Editorial Génesis, Santiago-Chile). 

He publicado varios artículos acerca de poesía en revistas digitales. Actualmente trabajo, desde hace diez años, como profesora en la Universidad de Playa Ancha (UPLA) y formo parte del Grupo de Estudios Feministas y Disidencia Sexual de la Facultad de Ciencias Sociales de la UPLA. He participado en diversos congresos y encuentros, nacionales y en el extranjero, con ponencias acerca de la temática de género.

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