domingo, 30 de octubre de 2016

Sergio Antonio Chiappe Riaño. Los poemas



Mi cuerpo

Mi cuerpo inanimado,
irremediablemente roto
yace otra vez en una habitación oscura.

Bajo las cicatrices
siempre la herida,
las flores muertas.

A veces la esperanza es un cruel regalo.

A este cuerpo mío deberían quemarlo
y con las cenizas
alimentar la noche. 



Las penas

Las penas se tienden al sol,
en las cuerdas del patio de atrás
bajo la sombra del Guayabo.

Lloramos a puerta cerrada,
en silencio
para no molestar a los muertos.

Al decantar la vida
las penas se asientan en el fondo;
pequeñas,
dóciles,

ahora les tomamos cariño. 


Mi conciencia

                                                     “El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”
                                                                                              Jean-Jacques Rousseau

Mi conciencia está ciega,
le sacaron los ojos
muda,
su lengua cortaron
devastada,
como el parque de la infancia al que jamás volví.

Mi conciencia es el esqueleto
de un pájaro deforme que llevo a rastras,
es aire muerto en los pulmones.

Un hombre sin luz
calza mis zapatos.



El mal

El mal se arrastra entre las sombras,
aguarda con obscenidad
que los ángeles caigan.

Ya no hay días felices;
el silencio empuja la rueda
el miedo mece los columpios

el viento gime sobre las flores desgarradas.

Los domingos
el demonio reza ante la mirada imperturbable de Dios,
bajo la casulla consagra hostias.



Ventanas

Hay ventanas que abro a la noche,
ella entra y se acuesta a mi costado. 

Hay ventanas rotas,
cuando intento cerrarlas hieren mis manos

otras son azotadas por el viento.

En algunas siempre llueve.

Las hay sin paisaje, sin vista,
son para ojos ciegos.

En lo profundo de la casa
las ventanas son más pequeñas y claras
allí, suelo encontrarme con Dios.




Convivencia

Hemos convivido demasiado tiempo
mis fantasmas y yo

nos acostumbramos al frío,
a las sombras agazapadas en los rincones,
al filo del silencio en la garganta,
a los ojos muertos mirando desde los retratos.

Nos acostumbramos a vestirnos y salir a la calle,
sonreír a los amigos,
aparentar que somos felices.

Hemos convivido tanto tiempo
qué ya no sabemos 
quién es el muerto en esta casa.




Inocencia

Siempre quise creer
que los peces
inventaron los ríos.

Epitafio

Te prevengo:

Bajo la tierra oscura,
en la soledad de la muerte
la nostalgia también abre heridas.




Claroscuro


Me va gustar este lugar,

en la colina levantaré mi casa de tierra negra,
sembraré un árbol en los linderos del patio,
cuando crezca lo justo 
me dará sombra en el tiempo del silencio.

Con mi silueta jugaremos a las adivinanzas;
quién es el río,
quién la barca.

Un eco de campanas anunciará el ocaso,
la estación del claroscuro.

Me va gustar este lugar,

el viento roza las espigas con sus guantes blancos.

                                                      Sergio Antonio Chiappe Riaño 

2 comentarios:

  1. Ese lugar que se menciona en Claroscuro, ¿no es aquel a donde se había ido Rimbaud cuando menciona en alguna linea [iré tras los campos de estío]? Cada poeta tiene como buen explorador áreas a donde sentirse libre por completo. Es ese impulso que hace que le surjan alas al poeta y se separe de la tribu. Hay que admirar en silencio ese impulso y si es posible hacerlo nuestro también. La experiencia de la libertad es única como único ese poema. Un abrazo grande hermano.

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  2. Gracias mi querido amigo. Otro fuerte abrazo para ti también poeta Xabo.

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