Poetas del tiempo
Antología poética del Primer Encuentro
Internacional de Poetas "Germán Cardona Cruz"
Compilador: Omar Ortiz
"Afortunada convergencia, que nos permite reunir en este libro una cálida memoria de las diversas y especiales voces poéticas que desde esa inmensa y única patria que es la amistad confirman la solidez, la hondura y la tenacidad de la poesía de este lado del mundo"
Omar Ortiz Forero
Tuluá, 18 de julio de 2017
Intrusas
Me habita otra mujer
Una extraña, una intrusa
que no alcanzo a entender.
Clemencia Tariffa
Sucede que me canso de la mujer
que sigue mis pasos
que se renueva en mi piel
que se alimenta de mi pecho
que sale en la noche y me suplanta
sucede que me canso de la otra
que se asoma en mis sombras
y se encuentra en mi propia luz.
Alejandra Echeverri
Tuluá, Colombia
Domicilio
Mi casa no tiene calle, no tiene techo, no rezuma a
caldo.
Mi casa está asentada en el silencio
de un terreno yermo donde nunca florecen los
niños,
donde la esperanza es sólo una palabra.
Andrés Morales
Santiago de Chile
Poeta del tiempo
A la memoria
de José Emilio Pacheco
Su signo es la clepsidra; su obsesión, perseguir el caudal para que no se pierda en el mar de los instantes. ¿Qué observa mientras sucede el vagar efímero de lo que existe?: un fantasma, la muerte,una camelia. La realidad es el tablero que propone el juego del lenguaje. Seres en tránsito, emociones fugaces,encuentros y despedidas han de asirse a la forma, cobrar peso, llegar a la palabra. La solidez del tiempo es la misión del poeta: aquel que no conoce principio se lo lleva todo. Pero el poeta es el chamán y el tiempo su discípulo. Por eso lanza la red del pensamiento, pesca zoologías y con la misma naturalidad es el cronista de sucesos intangibles. Su fluir se adelgaza en la caligrafía que hace de una medusa una flor, de la condición humana un circo de noche. Las huellas que sigue se hunden entre los siglos, dialogan con la belleza perpetuada en un lienzo, combaten en revueltas extintas, caben en una estrofa, en diecisiete sílabas, en un verso. Si en el camino uno topa con las ruinas de la infancia y se descubre perplejo frente a la abuela niña, quizá ha sellado el pacto con el poeta.
Araceli Mancilla Zayas
Tlalnepantla, México
Sobre mi lomo
la soledad es una serpiente que muerde su cola
Entumecida y alucinada
hiende flores y plumas en la carne del amor
Reconozco mi nombre en el eco obsceno
en la permanencia del olvido
Muero de miedo
y mi soledad
muere de mí.
Betsimar Sepúlveda
Venezuela
Complicidad en los espejos
SOLO estamos los dos
el olvido y el espejo
en un pacto,
una alianza,
donde la piel recuerda.
Y el espejo
es la memoria
del deseo insatisfecho.
Clara Mercedes Arango
Cúcuta, Colombia
De la realidad a la música
2
Así como la tierra sopla adentro del bambú
Cuando la brisa se aproxima,
Así juntamos nuestros labios al bambú
Y ya es la melodía.
3
Así como el océano se entrega a las arenas con los
credos de un adentro,
Así nos entregamos al silencio;
Y ya es el resonar.
4
Y al fin la música:
Golpeamos el tambor en donde un río se hace
infértil,
Y ya no hay sed;
Soplamos el bambú para iniciar la cacería,
Y todo es sed;
Y cuando el sol se oculta, la música ilumina todavía.
Cristian Avecillas
Ecuador
Por las palabras
algunos hombres
son condenados
Unos hablan
y mienten
otros nombran
y derrumban lo construido
Muy pocos logran
con su voz
encarnar la belleza
Suerte la de los mudos
que con su silencio
les es otorgada
la inocencia.
Danny Yecid León Moncada
Bucaramanga, Colombia
ME levanto y no rezo.
Me repito que no volveré a lo mismo de ayer.
Reinicio el desordenado ritual de preparar cuerpo y
ánimo para mostrar al mundo:
La prenda apropiada busco en el armario, la frase
que taladra silenciosa mis oídos pronuncio en el
silencio de mi boca.
No sale, se guarda, se recoge. Se unta
maravillosamente de otros gritos que también
quieren salir.
Todos los días me digo que no puede ser más esto.
Que no lo volveré, que no lo haré, que lo diré.
Y después de haber gozado en el sufrimiento de
intentar aclarar mi pensamiento en la escritura
repíto el desorden, la ambición, la locura, la codicia
y me digo que mañana será por fortuna otro día
en que habrá tiempo para los buenos propósitos.
Elvira Alejandra Quintero
Cali, Colombia
Unos van a sus guerras
otros al corazón de los hoteles
ABIGAEL BOHÓRQUEZ
Tengo miedo de las calles,
de su angustia y de sus vísceras expuestas al sol
como lirios dormidos en la peste.
Pero existe en ti, amante,
la posibilidad del sueño alado de las larvas.
Más me valdría morir
en tu marsupio emprendedor del vuelo,
guardar -desnudo- el reposo
después de la labranza
y de mi libación sobre tus frutos.
Más me valdría hallar
aquí mis huesos
que hallar la vida afuera
-infecta y voluptuosa-
bailando
con sus vestidos de sangre.
Francisco Trejo
Ciudad de México, México
Contaba mi padre que mi abuelo tenía
un ojo que siempre le lloraba, producto
de un golpe que le dio -brutal- mi bisabuelo.
Tendría entre ocho y diez años entonces
y con esa marca vivió hasta los setenta.
Nunca supe qué falta nimia le acarreó
un castigo tan dilatado en la distancia
y el recuerdo: ese ojo lisiado que no obstante
no logró hacerlo cruel ni resentido.
Cuando hoy mi vista llora de cansancio
-como esta mañana que tanto se parece
a aquellas en que escuchaba de niño
la historia de mi abuelo- pienso en el milagro
de mi padre que no sufrió la misma suerte,
de mis ojos sanos y de los ojos
más sanos aún de mi hijo; en el milagro
de que esa infancia dolorosa de mi abuelo
se haya quedado allá en su isla, y solamente
trajera aquí sin odio un ojo humedecido
que hoy bien podría estar llorando por piedad.
Guillermo Eduardo Pilía
La Plata, Argentina
Humberto Avilés Bermúdez
Granada, Nicaragua
la respiración caliente
que sale poco a poco.
Llegó el día de descubrir el movimiento
de la cintura en las plazas
de cortar limones y lanzar gritos en las carreteras.
Llegó el día de descubrir el tiempo
de quitarnos la mirada
de nacer con la cabeza en su sitio.
Llegó el día de perder el futuro y el pasado
en las paredes que cierran
la respiración de las ventanas.
Llegamos con la piel que nos desata
limpiamos el polvo y las pelusas
lentamente
limpiamos el polvo que queda.
A través de la ventana
olemos el tiempo sin arena
y los ojos se vuelven hacia ti
y otra vez
caemos en la complicidad del silencio.
Ivonne Gordon
Quito, Ecuador
Bufón_Que me ahorque. El que en el mundo
está bien ahorcado, no teme ya
a los colores
Shakesppeare, Noche de Epifanía
Dicen que empiezan a ver colores, que no hay remedio
Para volver a su condición de respirante,
Ese es el augurio y la posesión de ahorcado,
Ahora aquí está ella, con el regazo a oscuras
Y una soga enroscándose a su cuerpo como un arrullo de
serpiente,
Ha querido colgarse del Kremlim o de la corona de los zares
Donde el miedo es una hogaza de pan que sigue tiritando en
el horno,
Una falsa traqueotomía para la vida, la verdadera
conflagración contra ti misma,
Contra tus ojos clros y contra el pelo corto
Desde tu daguerrotipo casi adolescente,
Restañando esa parte del diluvio que se adivino contra ti
Como una lanza mortal, contra esa lluvia y sus dardos fetales
Naciendo en el descreimiento de toda ecuación posible.
Nadie bebe de la noche su antagonismo de veneno
Su cráter lunar donde seguro han de estar las poses capitales
Para determinar el horario de las muertes,
Las balas que han de traspasar la boca de tu esposo
Y el recuerdo de tus amantes etéreas que se adormilaron
Con la primera canción de cuna y el hijo acribillado
Por los minerales de la heredad sangrienta, todo eso
Para tomar el cordel y dar la forma del anillo nupcial
Para el pescuezo,
Luego dejarse ir y patalear nuevamente
Como un Dios
En la placenta del aire.
Javier Alvarado
Santiago de Veraguas, Panamá
II
Bienaventurada el agua porque propicia el deseo,
es claro, ella le escribe mensajes a las nubes
que a su vez enamoran a las hojas de los árboles,
también a las raíces, aunque se encuentren escondidas
todos los hombres han venerado el agua
porque el agua es bautismo y esplendente deseo
de niño, llené enormes cántaros,
ahora comprendo que muchas veces calmé
la sed de los enamorados, por allá, en el estío,
por eso me saludan, girando los brazos contra el viento,
no sea que la emoción culmine la cacería de sus labios
también los pájaros cuando alumbran mi balcón
y se beben el agua de mi deseo
el bichofué hace libaciones con elegancia
y me obsequia su trino armonioso desde el carbonero
bienaventurada el agua porque al tomarla
volveremos a tener sed en nuestro éxodo,
antes de pasar el Jordán rumbo a las arenas calcinadas
Jorge Eliécer Ordóñez Muñoz
Cali, Colombia
Para el amigo Pedro Antonio Cruz
José Luis Tahua Garcés
Sierra Central del Perú
Antes, mucho antes de entrar a una cristalería
Entré a la palabra cristal
Y salí de ella con una mirada transparente.
Alguien dejó en mi cama un libro que olía a bosques
/ y landas,
Un almacén de sonidos
Que abría puertas secretas y selladas ventanas.
Así epecé un temprano comercio de palabras.
El pequeño Larousse
Me enseñó a visitar regiones ignotas,
Selvas espesas, memorias olvidadas.
La palabra clepsidra, ladrona de agua,
Tuvo tiempo de gotear en mi silencio.
Yo abría el diccionario
Y pescaba palabras huidizas en arroyos y quebradas.
Veía cruzar palabras como islas,
Voces tatuadas por las huellas del mar.
Descubrí que el volcán es un gigante indefenso
Que demuestra su amor destrozando sus entrañas,
Que la palabra niebla eclipsa la palabra bosque
Para esconder sus soledades.
Bandadas de voces como langostas
Sombreaban la meseta de mi almohada.
Supe que hay palabras con harapos y muletas,
Palabras pordioseras que piden mendrugos de luz
A las puertas de ls grandes catedrales del lenguaje.
Señor Larousse,
Usted me enseñó a entrar a la palabra sombra y
/ alumbrarla.
A Pierre Larousse (1817-1875)
Lyon, octubre 18 de 2009.
Juan Manuel Roca
Medellín, Colombia
algunos hombres
son condenados
Unos hablan
y mienten
otros nombran
y derrumban lo construido
Muy pocos logran
con su voz
encarnar la belleza
Suerte la de los mudos
que con su silencio
les es otorgada
la inocencia.
Danny Yecid León Moncada
Bucaramanga, Colombia
Isla asediada
La muerte de un pez en la arena
se prolonga como el rumor
del tiempo en el viento
pájaros secos dan la impresión
de que el día va a ser tenebroso
a lo lejos el silbido de un niño
deshace el frío de los ojos
el día como un ánima en pena
derramándose a ciegas por las calles
en donde tu silencio ya no existe
¿Qué es este resplandor de pez
que se consume como un pedazo de madera?
¿Quién se ha infiltrado en esta Isla
ahora que ya no puede defenderse?
Yo conocía un pueblo
donde las gentes salían a las calles
ola de luz o muro o canto contra el tiempo
yo tenía una ventana inmóvil y una estrella
¿A dónde va este camino extraviado
esta nieve filosa
esta boca cortada sobre el pecho?
Los días y las noches calcinan mis ojos
señores les grito sin contemplar el pez en la arena
haciendo caso omiso a los soldados que desembocan
por la Bahía de Güánica
Señores les grito y les grito como un loco.
David Cortés Cabán
Arecibo, Puerto Rico
Mirando al vacío
No habrá quién grite
Ni quién reclame tus cenizas.
No importan
la calle,
la hora,
ni el motivo.
Es vano resistirse
-en la tierra-
a la danza
con cintas
trazando rutas
en el cielo.
No pidas, pues,
clemencia.
Si te matan,
puede ser que alguien
respire mejor.
Edgar Hernán Ramírez
Colombia
5 y 30 AM: Todos los días
ME levanto y no rezo.
Me repito que no volveré a lo mismo de ayer.
Reinicio el desordenado ritual de preparar cuerpo y
ánimo para mostrar al mundo:
La prenda apropiada busco en el armario, la frase
que taladra silenciosa mis oídos pronuncio en el
silencio de mi boca.
No sale, se guarda, se recoge. Se unta
maravillosamente de otros gritos que también
quieren salir.
Todos los días me digo que no puede ser más esto.
Que no lo volveré, que no lo haré, que lo diré.
Y después de haber gozado en el sufrimiento de
intentar aclarar mi pensamiento en la escritura
repíto el desorden, la ambición, la locura, la codicia
y me digo que mañana será por fortuna otro día
en que habrá tiempo para los buenos propósitos.
Elvira Alejandra Quintero
Cali, Colombia
La posibilidad en los hoteles
Unos van a sus guerras
otros al corazón de los hoteles
ABIGAEL BOHÓRQUEZ
Tengo miedo de las calles,
de su angustia y de sus vísceras expuestas al sol
como lirios dormidos en la peste.
Pero existe en ti, amante,
la posibilidad del sueño alado de las larvas.
Más me valdría morir
en tu marsupio emprendedor del vuelo,
guardar -desnudo- el reposo
después de la labranza
y de mi libación sobre tus frutos.
Más me valdría hallar
aquí mis huesos
que hallar la vida afuera
-infecta y voluptuosa-
bailando
con sus vestidos de sangre.
Francisco Trejo
Ciudad de México, México
El milagro
Contaba mi padre que mi abuelo tenía
un ojo que siempre le lloraba, producto
de un golpe que le dio -brutal- mi bisabuelo.
Tendría entre ocho y diez años entonces
y con esa marca vivió hasta los setenta.
Nunca supe qué falta nimia le acarreó
un castigo tan dilatado en la distancia
y el recuerdo: ese ojo lisiado que no obstante
no logró hacerlo cruel ni resentido.
Cuando hoy mi vista llora de cansancio
-como esta mañana que tanto se parece
a aquellas en que escuchaba de niño
la historia de mi abuelo- pienso en el milagro
de mi padre que no sufrió la misma suerte,
de mis ojos sanos y de los ojos
más sanos aún de mi hijo; en el milagro
de que esa infancia dolorosa de mi abuelo
se haya quedado allá en su isla, y solamente
trajera aquí sin odio un ojo humedecido
que hoy bien podría estar llorando por piedad.
Guillermo Eduardo Pilía
La Plata, Argentina
Catarsis
Ceniza de viento
palabra que creces
me disminuyes,
traspasas el silencio
inauguras fantasías.
Tú, viajera del infinito
acuática llama
que todo lo consumes
purificas sueños
desnudas laberintos.
Todo ardió cuando
constelada
pariste la historia.
Poeta incierto de la noche
toco luz
para nombrarte.
Crecido en ti
alba ceniciento
envuelvo mi estatura
secreto soy interrumpido...
Ya lo sabes.
Humberto Avilés Bermúdez
Granada, Nicaragua
Llegó el día de alzar
la respiración caliente
que sale poco a poco.
Llegó el día de descubrir el movimiento
de la cintura en las plazas
de cortar limones y lanzar gritos en las carreteras.
Llegó el día de descubrir el tiempo
de quitarnos la mirada
de nacer con la cabeza en su sitio.
Llegó el día de perder el futuro y el pasado
en las paredes que cierran
la respiración de las ventanas.
Llegamos con la piel que nos desata
limpiamos el polvo y las pelusas
lentamente
limpiamos el polvo que queda.
A través de la ventana
olemos el tiempo sin arena
y los ojos se vuelven hacia ti
y otra vez
caemos en la complicidad del silencio.
Ivonne Gordon
Quito, Ecuador
Soga y más soga con Marina Tsvatieva
Bufón_Que me ahorque. El que en el mundo
está bien ahorcado, no teme ya
a los colores
Shakesppeare, Noche de Epifanía
Dicen que empiezan a ver colores, que no hay remedio
Para volver a su condición de respirante,
Ese es el augurio y la posesión de ahorcado,
Ahora aquí está ella, con el regazo a oscuras
Y una soga enroscándose a su cuerpo como un arrullo de
serpiente,
Ha querido colgarse del Kremlim o de la corona de los zares
Donde el miedo es una hogaza de pan que sigue tiritando en
el horno,
Una falsa traqueotomía para la vida, la verdadera
conflagración contra ti misma,
Contra tus ojos clros y contra el pelo corto
Desde tu daguerrotipo casi adolescente,
Restañando esa parte del diluvio que se adivino contra ti
Como una lanza mortal, contra esa lluvia y sus dardos fetales
Naciendo en el descreimiento de toda ecuación posible.
Nadie bebe de la noche su antagonismo de veneno
Su cráter lunar donde seguro han de estar las poses capitales
Para determinar el horario de las muertes,
Las balas que han de traspasar la boca de tu esposo
Y el recuerdo de tus amantes etéreas que se adormilaron
Con la primera canción de cuna y el hijo acribillado
Por los minerales de la heredad sangrienta, todo eso
Para tomar el cordel y dar la forma del anillo nupcial
Para el pescuezo,
Luego dejarse ir y patalear nuevamente
Como un Dios
En la placenta del aire.
Javier Alvarado
Santiago de Veraguas, Panamá
Cuerpos soñados
II
Bienaventurada el agua porque propicia el deseo,
es claro, ella le escribe mensajes a las nubes
que a su vez enamoran a las hojas de los árboles,
también a las raíces, aunque se encuentren escondidas
todos los hombres han venerado el agua
porque el agua es bautismo y esplendente deseo
de niño, llené enormes cántaros,
ahora comprendo que muchas veces calmé
la sed de los enamorados, por allá, en el estío,
por eso me saludan, girando los brazos contra el viento,
no sea que la emoción culmine la cacería de sus labios
también los pájaros cuando alumbran mi balcón
y se beben el agua de mi deseo
el bichofué hace libaciones con elegancia
y me obsequia su trino armonioso desde el carbonero
bienaventurada el agua porque al tomarla
volveremos a tener sed en nuestro éxodo,
antes de pasar el Jordán rumbo a las arenas calcinadas
IV
Cuerpos de piel hirsuta
martillando como un pájaro
en mi corazón de madera
tallados en agua y piedra
estambres con diminutos alfileres
para fijar la pulpa de la mañana
apenas una mancha, un transitorio olvido,
un paramecio sin palabras,
silencio, baba, cántaro,
para que el agua multiplique su sed
Jorge Eliécer Ordóñez Muñoz
Cali, Colombia
Conversación final
Para el amigo Pedro Antonio Cruz
Panamá ciudad de barro y empalizadas, con bárbaros de cuyos pechos cuelgan cabezas reducidas. Tiendas que se levantan al anochecer. Las luces brillan como en un sueño. Blancos condominios levantados sobre la sangre de muchos, donde todo se difumina. mar quieto y silencioso como un espejo.
Es largo el trasbordo hacia el final del camino, aquí los niños juegan. Dead end. Ver la mirada del Padre a través de los ojos del hijo que no está. Delirio. Revés. Sueño descuartizado. Slowli.
Alejado de las costas, lejos de las antiguas grutas los mapas sólo conducen al olvido. Offshore. Invadidas las tierras alguien acampa en las afueras, divisa el lugar que fue, esos limites donde el Padre desaparece. Remanso. Quietud. Vuelo de murciélagos. Orden gris de la noche. Fronteras que ya nadie recorre.
Mexicali, tierra rota. Precipitaciones de cuarzo. What are you say? Sobre la ribera de cal los recuerdos se hunden, empalizadas de hierro. No hay ráfaga de viento, sólo una alta humedad. Coordenadas 32° 39' 48'' de latitud norte.
José Luis Tahua Garcés
Sierra Central del Perú
Poema de gracias a Monsieur Larousse
Antes, mucho antes de entrar a una cristalería
Entré a la palabra cristal
Y salí de ella con una mirada transparente.
Alguien dejó en mi cama un libro que olía a bosques
/ y landas,
Un almacén de sonidos
Que abría puertas secretas y selladas ventanas.
Así epecé un temprano comercio de palabras.
El pequeño Larousse
Me enseñó a visitar regiones ignotas,
Selvas espesas, memorias olvidadas.
La palabra clepsidra, ladrona de agua,
Tuvo tiempo de gotear en mi silencio.
Yo abría el diccionario
Y pescaba palabras huidizas en arroyos y quebradas.
Veía cruzar palabras como islas,
Voces tatuadas por las huellas del mar.
Descubrí que el volcán es un gigante indefenso
Que demuestra su amor destrozando sus entrañas,
Que la palabra niebla eclipsa la palabra bosque
Para esconder sus soledades.
Bandadas de voces como langostas
Sombreaban la meseta de mi almohada.
Supe que hay palabras con harapos y muletas,
Palabras pordioseras que piden mendrugos de luz
A las puertas de ls grandes catedrales del lenguaje.
Señor Larousse,
Usted me enseñó a entrar a la palabra sombra y
/ alumbrarla.
A Pierre Larousse (1817-1875)
Lyon, octubre 18 de 2009.
Juan Manuel Roca
Medellín, Colombia
Recordando un filme sobre
la Segunda Guerra Mundial
Trasquilados los judíos
sus despojos se amontonan
en oscuros lavatines
donde la marca de la sangre
es vencida por el cloro.
Mientras el horno doraba
el obsceno pan de los cuerpos,
docenas de tiendas se inauguran
en una noche,
surtidas por tela de judío,
cosidos los golpes, evaporado el grito.
En almacenes de torpe anatomía
erigidos sobre la Isla
como obras del calor,
reposan tristes piezas de vestir,
ajadas por el invierno europeo,
testigos del cuerpo que las hizo suyas
por vez primera.
El látigo del gas alemán
no resiste ciento veinte años.
¿De qué granjero americano
será esta camisa que regalo a mi padre,
de seguro acostumbrada a pastorear
rebaños infinitos?
Mi padre, quien solo pastorea
una terca bicicleta,
se creerá en su inocencia
poseedor de una pieza de algodón
recién cortado,
para el arco de su espalda.
¿Cómo no acordarse del judío mutilado
cuando hurgamos la montaña de tela,
buscando la menos violada,
que nos haga fingir como nuevos?
Liuvan Herrera Carpio
Fomento, Sancti-Spiritus, Cuba
El
(Fragmento)
El, es un artículo gramatical.
Un nombre que a veces nombro.
Un pronombre o sustantivo.
Asimismo Él es
Sustancial.
Es sombra y luz.
Él,
es ausencia,
más su presencia acompaña mis pasos.
Él, es el agua,
se escapa a veces de mis manos,
pero me moja toda.
Me hidrata, re hidrata,
revíveme.
Él es la hambruna y
mi alimento
más nunca la saciedad.
Él, es el sur.
El frío, el calor
el asfalto,
el pasto.
El mar, la cordillera
La cueva, la calle,
Él es mi casa.
Marisol Briones
Nicaragua, El Salvador
Marisol Briones
Nicaragua, El Salvador
Escrito en la espalda de un árbol
No recuerdo si el árbol daba frutos
o sombra,
sólo sé que dio pájaros.
Que era el centro del patio
y de la infancia.
Que en la madera fácil
tallé tu nombre encima
de un corazón flechado.
Y no recuerdo más:
tanto subió tu nombre con el árbol
que pudiste escaparte
en la primera cosecha que dio pájaros.
Miguel Méndez Camacho
Cúcuta, Colombia
Melancolía
Una niña con alas de hojalata,
trae palabras de hojalata
que crujen de amargura,
palabras desnudas con dedos azules,
palabras que perdonan.
Las da de alimento a los corderos,
las hunde en la carne del rebaño,
les entierra un alfiler en las arterias,
las vuelve alga, barro, mariposa,
tristes en sus manos,
suaves en sus huesos,
caen como lluvia,
se dejan ver entre la niebla,
se arrojan como ráfagas
desde un puente o una nube,
y ante el tridente ansioso, aúllan.
A veces en el filo del cuchillo,
se encuentra una palabra arrodillada.
La noche toma en sus manos,
el agua huérfana, que pide ser ángel,
que pide ser lámpara, que pide ser llave.
Cada palabra abrió su ojo,vertió su luz
Orietta Lozano
Cali, Colombia
ignoro
no sé qué es el limbo
si llama
si hielo
si ceremonia o desaparición
no sé que es aquí
si sol
si perfume
si oro en el charco ó sol en el mar
sé del incendio
del jazmín acobardado
de los árboles hambrientos de cielo
de la juventud huyendo
de los artificios que entretienen
también sé
de abrir los brazos
respirar
de sentir una vez más
qué no sé cómo es aquí
Pep Pepió
Buenos Aires, Argentina
II
Algunas veces soy un niño desamparado
que busca entre tus piernas espantarse el miedo,
aferrarse a una luz antigua,
ahuyentar la rutinaria muerte de cada rutinario día.
Pero tú ves al animal que te visita sin anunciarse,
a deshoras, a destiempo.
Entonces para domesticarme,
fijas horarios, fechas, comportamientos.
Me atraes con trozos de carne y migajas de flores.
Yo, niño-animal,
agradecido desgarro tu soledad,
tu sombra de ave perdida,
lamo tus heridas sin pudor ni tregua.
Sergio Antonio Chiappe Riaño
Bogotá, Colombia
En tiempos normales
Una luz a las tres de la mañana
ha dejado de ser un misterio:
No anuncia el sencillo milagro
que goce tras goce libera a la vida de la muerte,
ni convoca el resplandor
de los sueños de la materia.
A esta hora una ventana iluminada
simplemente oculta
la sombra que devora a un hombre.
Víctor López Rache
Toca, Boyacá, Colombia
Poetas del tiempo
Antología poética del Primer Encuentro
Internacional de Poetas "Germán Cardona Cruz"
Compilador: Omar Ortiz
Colección Cantarana
Primera edición 2017
UCEVA
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