Te invento mujer
Te invento mujer, en un quejido desquiciado, casi clandestino y errante, te mezclo con estrellas de miel o labios, para formar una masa infinita que resplandece y cede al tacto, con la cual me unto los ojos, los pies, el silencio, convocando tu piel transparente: mi Edén.
¿Quién dijo que provienes de costilla alguna? Pues desciendes del sol, de las raíces del universo, de la eternidad de un segundo, pero provienes también de mis latidos trasnochados y sedientos, mujer de aluminio o marfil, quiero saborear el idioma de tu pelo: aquel bosque de pequeños relámpagos apagados.
Te invento mujer prodigio, livianísima lluvia de palomas convertida en beso, mujer de estertores nocturnos, que tiñen de fuego y temblores minerales mis sentidos, te inventaré descalzo cuando tu volcán en flor me lo pida, cuando tu deseo crepite, y evapore la necesidad de mi cuerpo perdido.
Tu nombre
Tu nombre es rostro o camino, sombra apenas.
Se ha transformado en grito tu memoria
un grito asfixiado y sin oleaje
que derrama horizontes pensativos
detrás de la ventana del olvido.
Tras la ventana hay nuevos rostros
o nombres o párpados, hay deshielos,
una sutil vibración de golondrina,
hay asteriscos atascados
y tildes transparentes,
hay sin duda ese extraño mediodía
donde llovieron las letras de tu nombre.
Tu nombre es campo de batalla, apenas muero...
Llegas
Llegas desplegando mi tarde en tus mañanas, acentuando tus pasos recién plantados, recién limpios de rocío y caricia; llegas mojada de hojas y de trueno, me insinúas en un abrir y cerrar de orillas, que tu deseo petrificado es manantial o cascada.
De silencio se pueblan tus miradas ya habitadas, se detienen a mares cuando llegas, y tus ojos, me miran y respiran reflejos transparentes, transeúntes distancias que fingen ser llama o latido.
No hay mejor agonía que cuando llegas, y explotan tus esporas monosílabas al sur de mi cama, suspendidas entre tus muslos y mi ventana; tu desnudez fugitiva me hace señas, se detiene, se da vuelta, se derrama, y convive en mi piedra, mientras llegas...
Palabras
Inquieto resplandor de arcilla
emana el poeta
sangre de letras y árboles y pestañas
que giran el nombre del agua
y transfiguran piedras pensativas
en palabras
un relámpago suspira luces y pájaros
la noche se desviste y canta
tu poesía finge ser esquina o entraña
acaso verso, recuerdo, o camino
yo la recorro y la leo sin ojos
sólo con ventanas
por donde ingresan tropezando
tus palabras
al pie de un mundo me siento y escribo
desde adentro me veo en gemidos
la letra es tiempo
es latido llorando luz, o ladrillo
escribo colgado de la tierra
una vocal estalla
en mil palabras
Tranquila mirada de sangre
bebe el poeta...
Patricio Sarmiento Reinoso
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