jueves, 5 de julio de 2018

Edgar Ruales Ortiz

Coincido con la afirmación del poeta Ruales al decir que la poesía es el fruto más grande del hombre. A manera de complemento diría que la poesía es luz que reposa en la sombra, agua que fluye en el agua, quizá en dirección contraria. 

El poeta Edgar Rúales tiene un decir magnífico, ha elaborado una voz serena y afilada como la lluvia que se lleva por dentro.

Comparto una selección de poemas de su libro La palabra que nombra.

Bienvenido poeta al Claroscuro. 


Poeta vallecaucano.  Profesor universitario. Director de la Revista La Broka, Universidad Santiago de Cali. Coeditor de Rosa Blindada.

En 1989 recibe el premio Gabriela Mistral por su poemario Para instalarme en tu ternura.

Publicaciones: 

Las miradas hacen luz (1999), 
El silencio de los espejos (2003)  
La palabra que nombra (Editorial USC, 2008; Caza de libros, 2013; Rosa Blindada Ediciones, 2016).



La palabra que nombra
(selección de poemas)

El fruto más grande

El fruto más grande de un árbol es su sombra,
él no piensa,
deja pasar el aire
que siempre pasa.

La sombra de un árbol es su tiempo.
él no habla.

El agua de un árbol es un río
que suena a lo lejos.

A veces pasa un hombre por su sombra,
pero, como el aire, no se queda.

El fruto más grande del hombre es la poesía,
pero él siempre pasa
como el viento a la sombra de un árbol con su fruto.



La palabra otra
                                                                                                                         A María Mercedes Carranza 

Cuando toca me guardo las palabras
sin maltratarlas las escondo
las disimulo con vestidos ocres
azulencos o capuchones negros
Para que no se oigan las descalzo
y me las llevo como cristales finos
a un cuarto sin artilugios
donde sólo cabe lo que lleve
en las manos de mi memoria
A mi entrada encuentro gestos 
a la espera de las palabras
que llevo a mi taller de silencios
donde mis artesanos en alerta
continúan el trabajo de construir 
espacios no sumisos 
a los ruidos falaces de la palabra otra.



Noviembre y yo
                                                                                                                                       A Emmanuel

No me dieron a luz sino a penumbra.
Era noviembre, debió llover aquel día.
Aún llueve en mi cuerpo.

Mi primer grito llegó con ella
inserto en su música...
Esa lluvia será otra cuando me vaya.

Noviembre y yo abrazamos el fuego
torrentes sobre llamas
caminos de Eros hacia enero.



Tu reserva

Siempre estás en peligro:
te puedes morir a las cinco y ya son las tres.

Te quedan dos horas.

Fíjate, cualquiera llega y te desahucia,
pero no creas
un día, ya verás,
te morirás sin anuncios
por una bala perdida
en el más inesperado de los tiempos
por la mendicante avaricia de un hampón,
por un accidente de vuelo imaginario,
por una enfermedad sin defensas,
por el hijo que salvaste de la muerte
o por la eficiente muerte natural.

Te morirás,
incluso puede ser en una hora.
¡Creémelo!

Descarta el suicidio, no lo gastes,
es tu reserva.



Forma eficaz del recuerdo

No se trata de volver al pasado
Sino de traer el pasado al presente
Bien guardado en el olvido
Para que no se rompa



Inventa un nombre

Si algo te asusta y no sabes qué es
inventa un nombre,
sólo entonces habrás iniciado el exorcismo de tu miedo:
La palabra que nombra se apropia de lo oculto
agranda sus temores o confunde sus lenguas
para desplazarlo en cadena hacia nuevos encuentros
en las torres de tu olvido.


                                                                                        Edgar Rúales Ortiz

2 comentarios:

  1. "Forma eficaz del recuerdo" bello! Yo lo traigo al presente y me doy cuenta de lo hundido que está en Mi olvido.... gracias maestro Rurales.

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