Territorio de pájaros, vuelo de poesía, árboles y viento; El aire enlazando todo, conectando los puntos, cerrando el círculo.
Presento una breve selección de este bello libro llamado Álulas* de la poeta bogotana María Tabares.
María, bienvenida de nuevo al Claroscuro.
* (El álula es un grupo especializado de plumas, situado en el borde delantero del ala que enfrenta el viento, que les permite a las aves volar a muy bajas velocidades sin caer abruptamente)
ÁLULAS
(selección de poemas)
Cielo
a BogotáTan distinto que es mirarte
cuando bajo mis pies tiembla el asfalto.
Cuando arriba, escasa la luz, no hay nadie
y abajo el día
plagado de estruendo está que duerme.
Todos tienen miedo de la noche.
Nadie eleva el rostro
solo baten sus alas agobiadas e intercambian monedas
sin levantarse del suelo.
Ser hacia adentro
Silencio de agua virgen que gotea
de viento estremecido
silencio de hojas que crepitan su tocar la tierra.
Silencio azul de ave nerviosa
caverna adentro del cenote.
Existencia de palabras inaudibles
puras
jamás pronunciadas por la boca.
Imagen de una atea
La poesía, una oración
para los no creyentes
Herta Muller
Cae la tarde en el valle del Cauca.
360 grados de tierra verde.
360 grados de cielo arrebolado.
Un bello ojo de agua y plata,
enorme, boquiabierto.
La luz, derrumbada,
no deja espacio alguno
sin su beso.
La tierra, una esfera de aire.
Detrás del cielo, Dios
lanza puñados de pájaros
por un hueco.
Por eso llegan de repente
-nadie sabe de dónde-
al ritmo raudo de sus alas.
Son bandadas de quince,
de veinte, de cincuenta,
casi todos blancos, algunos pocos
negros.
Buscan el árbol
que para ellos hace tiempo se sembrara.
Olfatean el rastro de su propia mierda
hoja blanca sobre hoja verde,
urgidos del reposo.
Me pregunto, ¿por qué Dios ya no los quiere?
Por qué nos los avienta hacia la tierra cada tarde.
Mi piel recupera su textura de árbol
En mi cuerpo habitan los pájaros
que dejaste a manotadas sobre sus ramas.
Mi savia corre más dulce.
Es miel pura que canta en la boca de las aves.
Juego infantil
A Liliana Cadavid
Quiero hacerme perfume
que huela a tierra
para ver si me nacen árboles
y sobre ellos cantan los pájaros
entre mis ramas
para ver si me transformo en pasto
o humilde rosa blanca de un jardín cualquiera.
Si me hiciera semillero de los pasos...
Si me volviera tierra
si te encontrara allí
jugaríamos
a reconocer nuestros rostros en su sombra
y a hacer poemas con el barro.
Inerte
Inerte, como la cabeza rota de un pájaro,
ojos abiertos, corazón desangrado,
me poso sobre la ventana.
El paisaje es nieve incandescente
y nada ni nadie existe.
Adentro, afuera, solo estás tú
ángel impertérrito
observándome llorar
mientras sonríes.
ÁLULAS
El Ángel Editor
Colección EL OTRO ÁNGEL
Quito, Marzo de 2014
María Tabares
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