viernes, 13 de julio de 2018

Fátima Vélez Giraldo


Fátima Vélez Giraldo abre las puertas de una casa, la suya propia, la casa de los juegos y los miedos,la casa de bombillas reventadas por el óxido (sinónimo de soledad), la casa deshabitada, la casa de espejos al pasado.

Bienvenida Fátima Vélez al Claroscuro



Fátima Vélez Giraldo (Manizales, Colombia,1985).

Estudió literatura en la Universidad de los Andes, maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional de Colombia y maestría de Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York. Ha sido como profesora de escritura creativa y gestora cultural. Sus cuentos, poemas y ensayos han sido publicados en diferentes blogs literarios y antologías. 
Ha participado en los festivales de poesía de Cali, Bogotá, Manizales y Zamora (México). 
Su primer libro Casa Paterna (Universidad Externado de Colombia, 2015) es una antología de cuatro libros inéditos: Orillas (2003); Diario del refugio (2012); Diseño de Interiores (2014-2015); y Del porno y las babosas (2015). 

Su libro de poesía “Diseño de Interiores” ganó el Concurso Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá 2015, premio no otorgado, por faltar la firma en el formulario. 

Casa paterna
(selección de poemas)


la casa
digan casa
más duro
hasta la punta
de la nariz al cordón de los zapatos
entonen rujan bramen truenen ladren
con ganas
pico monto un dos tres por mí en el verde limón
salten hasta la existencia de algo
trompo y el primer ladrillo
golosa y un escalón
caucho americano y la baranda del segundo piso
parqués y la alfombra verde amamanta polvo
eso, así, más duro
que se escuche


digan casa
con sótano y pellejo de miedo a las cositas que pueden
                         despertarse en presencia de extraños
amarillenta oscuridad
trazos de hormigas piso piedra
piso moho
donde desenrollar este yoyo
donde montar el triciclo que encontramos en la calle

digan casa
y es de notar que la casa entra
por la puerta y la espera
y desfila su cola
y la enrosca por piernas y bordes

en menos de un descuido
entre la suela de unas botas de caucho
la casa cruje brama aúlla truena maúlla ladra
ojos azabache
pupilas dilatadas

dije suéltenla de una vez

no es bueno ser temido
por el lugar donde soñamos


sótano

que quieres quitar de ahí las telarañas
las capas de moho
inténtalo
a ver si no aparece de pronto la olla
con el arroz pegado
los guantes amarillos
que protegen
del jabón quitagrasa que te agrieta la piel
y en el silencio
de quien lava platos y olvida poner música
el poema se tararea solo
como si tuviera pies
y quisiera hacer de ti un salto
es
no cabe duda
ese que dice que se llegó al final de la carrera
y el premio es otra carrera

y si el premio es mugre coagulado en un sifón
y si todo fondo no es más que horas percudidas en la
                                                               cortina de baño
la sala donde la luz pega directamente en el reflejo de
                                                                      la infancia
donde también el tema es con la luz 

los niños
sus deseos
su canto de sirena
que tratan de arrastrarte a la inacción
a no ser otra cosa
que calor atemporal

su belleza
que crece
sobre filo
raíz
que no se ve en ningún espejo
pero sabes
si no la cuidas
no la riegas
no la podas

recuerda

poner papel conciencia en las paredes

quien se ha cortado con papel sabe
lo que guarda en sus bordes el blanco



primera orilla

alejamos al cuerpo
del desprendimiento de sus partes
y no pudimos evitar que la marea descendiera
allí
un hombre tendido
abierto
fragmentado
como todo lo que intentábamos salvar

acercamos la mirada
la limpiamos para confirmar
que no fuera otra de sus manchas
cuerpo de hombre
confirmamos

y si la tierra tembló
mientras él me miraba
fue porque en su cuerpo resucitaron mis raíces
de nuevo los cielos eran fértiles
y sembramos jardines
que ondularon en la nada

dimos vida a los mares
que crecieron entre peces
el cuerpo se mantuvo firme
y fue evidencia
de que entonces
no era la tierra la que temblaba
sino el silencio


materia prima

nadie se imagina que lo suyo
de una cucaracha sea hacer el amor
digo el amor y es el café encajando sus formas
la oscuridad aprieta se traviste se acuerpa
se quieren
una luz de neón alumbra y se quieren
a estas alturas más órgano más tripas
más carne menos ojo
el de dos cucarachas como no las has visto
sin pudor, más existencia
que quererse en sus cáscaras
tiritar en lo blando
con antenas y ciegas
en puntas sobre la vibración
de las migas del pan, de la rutina al otro
olor:
un reino tan físico
tan sustancia en lo invisible
tan partícula en lo diminutivo
que dan ganas de bañarse
no de limpieza sino de lo untado
quererse entraña nos hace y nos sacude
en órganos no del todo nuestros

materia esa nerviosidad
un pedazo de tierra puesta en movimiento
lo recién fuerza surge
de una dignidad no creída posible
al calor de una forma
la figura cucaracha
haciéndose cucarachas
afilando su plural


girasoles

David Uribe y yo
al ritmo del polvo
arrancado a las piedras
y las piedras tan quietas
como sólo puede hacerlo el gris

vestido corto de cargaderas metálicas
y girasoles dentro de girasoles
moviéndose
brillando
al aire
a la luz
de nuestros diez años

su mano gruesa suda

se escurre la vergüenza
por los vellos aún tenues
y la sensación
se recrea tan tierna
que debo usar la palabra rocío

David Uribe
el gordo de la clase
con sus ojos azules
como el manto de la Virgen de Fátima
a quien yo temía
hasta orinarme

David Uribe
y yo
y sus ojos azules
y su mano agarrada a la mía
encogiéndome el corazón
hasta la duda

a la altura de mi pecho
un girasol se marchita
con la agilidad
de los caballos al galope


anacronía

qué horas son en París
en la muñeca de la niña
capa roja
son las horas del lobo en Hong Kong
en la selva
un mono aúlla las cinco
menos cinco
y las guaduas se mecen invertidas
por la llegada de la luz

las 3 y 3
en la mesa
un vaso de ron
del que nadie bebe
hace dos minutos

un rugido andaluz
salva a los perros recién nacidos
de morir lentos de parvovirosis
detiene la viruela de los niños
y a la peste que expele
su olor a las cinco menos cinco de 1410

lúgubre y valiosa
era la sal en los tiempos del oro
cuando ni el tiempo ni el oro
tenían ritmo que pudiera medirse
con rumores humanos



AIRE PLATH

Imaginar el parto de Sylvia Plath
ese rostro
–sorpresa de que exista la luz


en la puerta del horno
meter la cabeza sin hacernos los tímidos
con la lentitud de algo posible


                                                                                       Fátima Vélez Giraldo

Casa paterna 
Antología poética
2003-2015
Universidad Externado de Colombia

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