miércoles, 22 de marzo de 2017

Esther Ruíz Vázquez. Los poemas

Cuando despierto llena de ti
las aves migratorias del presente
se posan sobre los árboles del mundo,
y sé que te amo
porque al contemplarme frente al espejo
lo que veo es un querer
con la cálida huella aún del abrazo.



Nos acostumbramos a la muerte
y sus fantasmas ciegos sin bocinas,
pero yo, he dedicado mi alma
a los trazos de tu risa para comprender
las razones de la ausencia.

Nunca te dije lo difícil que era
respirar con boca de pez tras las branquias,
que desde que reina el silencio,
sigo buscando palabras
que renueven la intemperie
en la que quedé sometida
bajo esta fatiga mansa.


Hay un segmento de amor tamizando la tierra.
Profundamente germina tu sueño a mí ceñido
bajo el hueco de mis riñones labrados.

Eres tú,
consérvame el vértigo de cavar tus piedras,
de bajar sin fatiga al pacto enorme de querernos
sobre húmedas primaveras.

El agua tersa alisa el aliento que se desnuda.
Sólo para nosotros,
habitan todas las cosas bajo el sol.


Dicen que hablo sola frente al mar,
que en las palmas de mis manos
llevo selladas lágrimas de mayo y septiembre,
que me involucro bajo las conformidades de la noche.

Es verdad, no hay diferencia
entre lo que descubro y sobre lo que amo
en esta porción viva de mundo que habito.

El calor de mi sueño no es otro más
que un puñado de voluntades cruzadas,
salvada entre piedra e intención
sostengo día tras día el soplo de amor que amamos
liberándonos del miedo y su muerte prematura.


                                                                                   Esther Ruíz Vázquez

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