lunes, 13 de junio de 2016

Fredy Yezzed. La entrevista

La materia prima del poema es el propio poeta. Fredy Yezzed desciende; palpa la vida, la desgarra, reconstruye el instante, regresa, vuelca en el papel la soledad de la existencia. 

El poeta y amigo Fredy Yezzed aceptó la invitación de Claroscuro y éste es el resultado.


 * En tu concepto ¿Qué es poesía?

Hoy se me ocurre decirte que la poesía es una escalera con sus peldaños y sus parales escurriendo aceite.  Unas veces vas para arriba y resbalas sin avanzar, otras vas para abajo y caes en picada. No te permite estar en una sola posición.  Te obliga a sobrevivir en lo absurdo, en lo irónico, en los oídos sordos del mundo. Es la herramienta que te ayuda a descender en lo más bajo e íntimo. Y es el peldaño tras peldaño que te eleva hacia lo esencial.  Sin lugar a dudas, también hay un peldaño intermedio, que más que un descanso es un suspenderse de un risco: cuando sientes que no vas para ningún lugar y crees que a nadie le importa el arte, que puedes abandonar la poesía, que puedes vivir sin ella; pero no lo haces, porque estás demasiado abajo y demasiado arriba. La poesía es una escalera incierta que se burla de nosotros:  y a la vez nos lleva a lugares insospechados. Usualmente donde está el dolor, el placer y el otro.


*¿Cómo fue tu encuentro con la poesía?

Empecé a escribir poesía sin saber que era poesía lo que escribía.  Tenía diez años y no comprendía muchos aspectos de la guerra nuestra. Lo hice como respuesta a un impulso de compasión o de impotencia.  Empecé a escribir -así de sencillo, con ese verbo-cuando veía en las calles o frente al televisor el sufrimiento que padecían mis compatriotas. No había momento más desolador que ese frente a la sangre.


*Cuál crees que es la esencia o espíritu común en tu obra poética?

Si mi "obra poética", como dices, son mis dos únicos libros: no lo sé con franqueza. Pero te contaré algo, hace unos tres años un amigo que leyó con rigurosidad los dos libros de poesía, me hizo la observación de que manejo heterónimos. Salvando toda distancia, al principio me pareció curioso y cómico porque esa palabra ya está directamente asociada a Pessoa.  Luego pensé que en efecto existe Ariel Müler, el poeta argentino que escribe desde el psiquiátrico los poemas en prosa de La sal de la locura y que también vive mi propio Ludwig Wittgenstein, el filósofo vienés que en medio de la Europa en guerra escribe El diaro inédito... Deseo agregar que nacieron con naturalidad, no meditados geométricamente como Pessoa, sino con la única idea de que el lenguaje de cada uno fuera su propio lenguaje.  Gracias a esa lectura me di cuenta de que tengo necesidad de heterónimos. 


¿Cuál es tu obsesión en la poesía?

Anudando esta pregunta con la anterior, deseo, ahora sí desde una perspectiva estética más consciente, una poesía polifónica.  Una poesía que contenga muchos poetas, que sea un teatro maravilloso del mundo.  Una poesía que tenga muchas preguntas, que no encuentre nunca una única voz monocorde.  Una poesía que pregunte por el Otro, que sea fresca y verde siempre. Tal vez, lo que quiero decir, es que voy hacia una tarea ardua; que me obsesiona como le obsesiona a cualquier artista, no importa la materia que maneje, y es sentir en lo más profundo la belleza.


¿Cómo se ve la poesía que se escribe en Colombia desde Buenos Aires?

La Argentina, en líneas generales, lamentablemente no mira a Latinoamérica, me lo han dicho ellos mismos y lo he podido observar en decenas de conversaciones, ellos tienen los ojos puestos en Europa, en la tradición anglosajona y en su propia literatura que es muy extensa y desconocida, por cierto.  Nosotros, en cambio, miramos más al Sur. Sin embargo, hay muchos poetas argentinos, por lo general mayores y con gran experiencia lectora, que si conocen y aprecian la riqueza del mapa poético mexicano, colombiano, peruano, chileno..., pero la mayoría de las veces son los poetas que han estado exiliados, o son académicos, o están radicados en el extranjero.  Los jóvenes ni siquiera saben quien es José Asunción Silva, Aurelio Arturo o Álvaro Mutis; y de ellos hay grupos que están más pendientes en el último poeta nacido en 1982 en Baltimore que acaba de publicar en Nueva York. Por suerte, hay una pequeña franja muy abierta a escuchar nuevas voces del continente, en la mayoría de los casos como noticia y novedad, mas dudo como un camino a la tradición y la influencia.  Nuestro "poeta" más conocido en Argentina es Gabriel García Márquez.


¿Cómo se vive la poesía en Argentina?

Se vive con mucha intensidad y velocidad la poesía, creo que porque hay más poetas por kilómetro cuadrado que en cualquier lugar del mundo.  Hay más de veinte lecturas a la semana en Buenos Aires, más de cien ciclos literarios en la provincia de Buenos Aires, cientos de novedades literarias al mes, y muchas editoriales y ferias independientes. Es imposible estar al tanto de todo lo que ocurre en el país. A pesar de que las políticas públicas del actual gobierno desde muchos aspectos va en contra del desarrollo de la cultura y las artes, creo fervorosamente, que la poesía seguirá incrementando su presencia.


*Estuve leyendo un poco, y descubrí que llevas a cabo asesoramiento a escritores en unos espacios de encuentro llamados Clínicas Literarias. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Ha sido una experiencia enriquecedora y exigente para mí y para los poetas que la solicitan. Descubrí en Argentina eso de las clínicas literarias y ha sido algo más que una salida laboral.  Éstas consisten en acompañar durante cortas sesiones a un poeta o escritor en el proceso creativo de su libro en construcción. Se lee línea por línea de forma inquisitiva.  Soy una especie de lector crítico que hace observaciones de todo tipo con respecto al poema: simbólicas, metafóricas, gramaticales, editoriales, etc... A parte de la satisfacción del poeta, la recompensa está en el mismo poema: cuando el árbol del que habla respira armoniosamente e ilumina la página.

                                                         
                                                    Bogotá-Buenos Aires, junio de 2016

El invitado

                                                                    Fotografía Sofía Macarena Castillón


Fredy Yezzed. Bogotá, Colombia, 1979.  Poeta, escritor, y defensor de Derechos Humanos.
Después de un viaje de seis meses por Suramérica en 2008, se radicó en Buenos Aires, donde estudia el género del poema en prosa argentino.  Tiene publicado los libros de poesía: "La sal de la locura" (Premio Nacional de Poesía Macedonio Fernández, Buenos Aires, 2010; Editorial Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2014) y El diario inédito del filósofo vienés Ludwig Wittgenstein" (Ediciones Del Dock, Buenos Aires, 2012).  Como investigador literario escribió los estudios "Párrafos de aire: Primera antología del poema en prosa colombiano" (Editorial de la Universidad de Antioquia, Medellín, 2010) y "La risa del ahorcado: antología poética de Henry Luque Muñoz" (Editorial Universidad Javeriana, Bogotá, 2015).

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