domingo, 17 de julio de 2016

Julián Badillo. La entrevista

La poesía es alumbramiento. Su destino; la inmortalidad.

Bienvenido Julián Badillo al escenario de Claroscuro.

*¿Cómo es tu relación con la poesía?

Mi relación con la poesía inicia desde el sitio del lector, la experiencia básica de darle vida a las palabras a través del soplo en la mirada, ver como resucitan las palabras al darles un alma. Luego de leer versos vitales, y de encontrar esa notable fuente de gozo en la música del verbo y en las imágenes que podían crear, de sentir como esa belleza me alcanzaba desde la hoja en blanco, colibrí que asedia el cerebro, ese capullo de conciencia, decidí, pretencioso, crear esa belleza que me asombraba en los libros, que me esperaba agazapada en bibliotecas. En términos de la escritura, todo es una semilla de poema, hay momentos en que me aparece en el cuerpo una herida particular, que duele deliciosamente, como hecha con pequeñas hachas de hermosura, entonces tomo esas semillas de realidad, las libero en los laberintos de la mente, y espero que surjan las rosas, los poemas. Es un instante glorioso, que puede durar días, semanas, y toda la luz acumulada proyecta una sombra de textos sobre lo blanco de la hoja. En fin, primero viene el asombro ante la belleza de las cosas, y luego el darles nombre. Sostengo que, en cierto modo, todos somos Adán y Eva, dando nombre al mundo siempre nuevo, puesto que la mirada es siempre novedosa. 


*¿Cuál es tu obsesión poética?

Busco escribir poemas sencillos y contundentes, cuando digo ésto no puedo dejar de pensar en la poesía melódica, con visos de arpa y al mismo tiempo simple, fluida, como de agua, del alemán Heinrich Heine. Si se me permite esa arrogancia, eso busco yo.  Admiro también los tonos altos, de soprano de palabras, de César Vallejo;  la multiplicidad de Pessoa y la naturaleza filosófica de un Omar Khayyam.  Mi obsesión consiste en lograr una poesía que se parezca a todos ellos, que pueda cambiar de piel constantemente, sin dejar de ser ella misma, un híbrido de Heráclito y Parménides.

Creo que el poeta también es un híbrido de pintor y músico. Mi obsesión podría ser esa, pintar y luego tocar el laúd de las palabras. Considero que son lícitas ese tipo de obsesiones imposibles, en cuanto dan sentido a nuestras vidas, aunque de antemano sepamos que no las vamos a alcanzar.


*A tu parecer. ¿Qué carácter tiene la poesía?

La poesía tiene un carácter de fugacidad, en cuanto la belleza es efímera, y  el objeto de la poesía, a mi juicio, no es la búsqueda de la verdad a través del rigor, sino de la belleza. La verdad como un asombro que afecta al cuerpo, como una bofetada a los sentidos.  La poesía es búsqueda de la verdad sin pretensiones de exactitud, una oda a la ambigüedad, y acaso esa sea la única certeza, que todo es ambiguo, y que sin embargo lo ambiguo despide destellos, instantes en que percibimos en ello lo sublime, lo permanente y al mismo tiempo efímero de esa belleza.
La poesía indica que nuestro despertar no es otra cosa que salir de un sueño a otro sueño, puesto que el mundo despierto es tan ambiguo y embriagador como el ondulante océano de lo onírico.


*¿Qué poetas, qué escritores o qué lecturas recomiendas?

Sugiero la lectura de César Vallejo, me obsesiona su tono desesperado, que parece interpretar el dolor casi eterno de los hombres, admiro con fe la fuerza que se esconde en sus palabras, capaces de resonancia infinita. Henrich Heine es también un poeta capaz de versos hermosos a partir del lenguaje más simple. Tiene razón quien afirma que lo único que importa en un escritor es el encanto, y Heine es el encanto en toda su pureza, si bien su tono es menos imponente que el de Vallejo, lo del peruano es un alarido de oro, lo del alemán es casi un murmullo, como una charla tenue, entre dos ángeles. 


*¿Cuál es tu definición de poesía?

La poesía es un intento más del ser humano por evadir lo efímero, en tanto pretende asir el instante para siempre. Es una empresa que de antemano sabe su derrota, sabe que habrá un último hombre, y en ese sentido no desconoce su precariedad, su carácter de olvido. Incluso Homero, ese ciego con pestañas de oro, ciego que viene con su bastón milenario tanteando entre la sombra eterna de sí mismo, caerá en el olvido. Todo, incluso la belleza más notable, está sentenciado a la extinción. No obstante, los asombros necesitan de un canto, como de un eco de belleza, aunque esa primera rosa, ese primer amor, ya no existan, y acaso sólo hayan existido para inspirar esa canción. 


*¿Qué has encontrado en la poesía?

He encontrado una gran felicidad, los días más llenos de luz, dándole vida a las palabras, acaso el hálito de Dios  perviva en la mirada de los hombres y todo lo que percibimos sea frágil y deslumbrante  como la arcilla.
La poesía es también refugio. Desde hace una década, visito todas las tardes una misma biblioteca, aunque sea unos instantes. Mi sobrina, asombrada ante ésta obstinación, pregunta: ¿A qué vas a esa biblioteca? Y entonces alguien responde, -tal vez yo-, no lo recuerdo, (esa es la embriaguez que producen sus preguntas): A conversar con los muertos, ellos no te hacen daño.


El invitado


Andrés Julián Badillo (28 años, Tunja, Boyacá).  Es Licenciado en Filosofía de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Su trabajo como ilustrador se centra en los poetas. Su obra Lágrimas de cisne, consiste en una colección de 75 retratos que pretende dar a conocer los poetas retratados y a la vez homenajear su vida y obra a través de estos pequeños poemas hechos hielo.

Ha publicado el poemario Canción del hombre que solía ser sombra y otros poemas

Su obra gráfica ha sido expuesta en festivales nacionales y del extranjero, entre ellos el Festival de Poesía de Vancouver, Canadá.

Su trabajo ha sido publicado en diversas publicaciones y revistas, entre ellas la revista norteamericana de arte y poesía Off the Coast.

Contacto: julianpoeta2@yahoo.es



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