Permanencia
Permanecerá sólo la devastación
La pesadez del cielo
en la pupila fría
De la tierra ascenderá entonces
el reclamo de lo muerto
La lengua del fuego imprecando
la masacre de los delfines
el desuello vivo de los pequeños
habitantes del bosque
la tortura del aire y del agua
cuyas voces ya habrán gritado
su sentencia inapelable
Permanecerá sólo la cuenca ávida del desierto
El vuelo rasante de la hoz
sobre los trigales del universo
Y en el fondo de todo la memoria
de unos dedos a cuyo roce
hubieran girado de otro modo
los goznes de la realidad
Las yemas de esa penélope del sueño
tejiendo y destejiendo una imposible
-belleza.
Silencioso horror
De los días que uno tras otro
no fueron la vida
-que estuvo siempre en otra parte
Del camino que no elegimos
La dicha que pudo haber sido y desdeñamos
La verdad no vista a tiempo
La mano que no se tendió
y hubiera salvado algo
De la vieja costumbre de creernos a salvo
porque vuelve la luz a los ojos abiertos
mientras duerme lo informe bajo techo
Rostro del horror escondido en la belleza
-La misma luz de lo amado.
La sola gracia
No obstante, el instinto
de asirnos a los bordes
De mantener la calma
frente al vértigo
La ingenua obstinación
por otro mundo
soñado en el vacío
Esta red de creencias
deshecha por el viento
llamada realidad
La gracia de fingirnos
habitantes del aire
Son el único triunfo
-todavía.
Antioración
Que la vida me agarre confesado
boca arriba del miedo
aleteando en el azul
Una sola canción
una palabra sola
-dioses desconocidos
cantaré para vosotros
No pido ningún cielo
No ignoro vuestro infierno
Solo este instante es mío
No lo carguéis de eternidad
Dejadme ir cuando quiera
No me atéis
No pidáis mi fidelidad
-Mi fe última
Esa apenas me alcanza
para el día.
De, Monodia y otros poemas, 2015
Pedro Arturo Estrada
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