sábado, 2 de julio de 2016

Fadir Delgado Acosta. Los poemas

Armario

La ropa
es hierba
aparece por las líneas siniestras del armario
Veo animales cosidos
un armario que me intenta espantar con sus dientes de trapos
unos trapos que se arañan entre sí
El armario es tierra encendida
las hierbas brotan
la ropa se extiende
como criatura que incrusta sus uñas en el aire
El armario se burla
se burla
de los escalofríos que se rompen como porcelanas
de los escalofríos
de la calle que me viste
que me salta como pez suicida al abrir la casa
El armario tiene escamas
                                   El armario se traga las sábanas
                                   El armario se traga los insectos
el timbre del teléfono
El armario se va tragando todo
ahora se traga él
se come a pedazos
hasta desplomarse
hasta consumirse
hasta consumirse
hasta desplomarse
y
entonces
recojo
los restos y la hierba.


Desde el tren

Hoy descubrí que los peces se ahogan en la ropa mojada
Que París es un caracol
Que los castillos amarillos existen al sur
Que las llegadas de los trenes producen un cierto espasmo
una leve y monstruosa saliva en los ojos

Descubrí calles que se creen arañas
Las hijas del sol en las hojas de otoño
Palomas sin miedo a los pies

He visto un río sin pliegues
No se parece a los otros
He visto trenes abalanzarse
sobre tanta gente como serpientes
Una piedra mítica
La mitad de un arco iris

Descubrí que los paraguas se extravían para convertirse en fantasmas
que algunos peces han escogido una rara forma de morir
Una ciudad de ecos
de rayuelas
de parques musicales
y castillos de agua
Un macabro baile de
campanas en una sola calle
Descubrí que las estaciones de trenes producen ansiedad
Allí fue imposible imaginarme el amor
Descubrí que los trenes son egoístas
No les interesa conocer a nadie
Descubrí que los molinos de viento se reúnen en algún lugar del
mundo para hablar del viento

He visto la luna como una gota de agua cayendo sobre el río
Globos que se convierten en peces
                                    Papeles anaranjados como cielos
Carruseles dorados
Ciudades a donde llegan los objetos perdidos
Hoy descubrí que prefiero aquellos trenes antiguos
Que nadie vendrá a borrar la sombra
La cicatriz del viento
Descubrí
cómo salvar peces en la ropa mojada.



Tierras de ajonjolí

Mira que es triste dejar caer un globo
Mira que el abismo se oculta entre las hojas
Mira que las sombras se atrapan como moscas
Mira el río
Mira las calles sin nombres que se dejan nombrar

Mira que podría recoger olivos
Ojos de aceituna
Tierras de ajonjolí
Mira las luces de Bengala
Mira que hay lugares donde los espejos se tejen
donde los peces lloran a los globos que mueren
Mira esas lágrimas de trigo a luz del sol
Mira que los rayos a veces retoñan y
suelen incrustarse como lámparas afiladas 
como la última punzada de la aguja 
Mira los tambores
Mira el mar cuando se recoge
Mira el temblor de los peces al llegar a la orilla
Mira los árboles soltando restos de la lluvia
Mira los cementerios en las oficinas
Mira el río
No es el río
Es un fantasma
La ciudad lo mató
Mira los trapos extraviados entre la espesura de las calles
Mira el horror de sus abrazos
El filo de sus halagos

Mira la ciudad
Es un fantasma
Esos trapos la mataron

Mira
no dejes caer el globo
Mira que es triste
Mira que duele
La ciudad es un fantasma




Acuario

Entro al acuario
El caracol se abre para dejarse penetrar
Algunos peces incrustan sus ojos a los vidrios
y a los solares abiertos para el sol
Veo de cerca peces rojos de tanto lápiz labial
peces con las bocas llenas de sudor

Peces muertos
muertos de la risa
muertos del hambre
Aquí van peces viejos
Peces que se van a tragar otros peces
Peces que se creen pájaros
Peces que no se creen nada
Peces que no abren sus ojos por pura pereza
Lagañosos de espíritu
con la saliva oxidada
Peces del mar
del río
de la tierra
peces de las calles
peces de motel
peces que duermen para no verse morir
peces aburridos
que se van escupiendo
que inauguran monumentos por no tener nada que hacer
Aquí van peces que no se inventan nada
Peces que se echan telas encima para no morirse de frío
y otros simplemente para posar de bien vestidos
Peces que no hablan o que hablan mucho para decir poco
Peces que ladran que huelen muy mal por tanto perfume
Peces que tocan tambor
y balbucean con la gaita
Peces que van a la fiesta
a los entierros
a la rutina
peces que se enteran y otros que no se dan ni por enterados
peces que siembran cuchillos en las espaldas
Desde aquí se ven pasar esos peces que han comprado acuarios
para evitar revolcarse en los sudores de otros
para morirse solos en su propia mugre
para presumir la estupidez o simplemente porque se les da la gana
Peces que se quejan y nadie escucha
Peces insoportables
Vendidos
que se dejan seducir por la carnada
Peces que bostezan para tragarse el mundo y sólo se tragan una 
mosca
Aquí y en las calles se ven pasar peces de diarios con malos olores en
las manos por escribir tantas mentiras o medias verdades
Peces perdidos en este acuario sin agua
En esta ciudad de tierra
Tan dolorosa
Sobreviviente a silencios
A escombros
Peces esperando que los dejen dignamente en algún lugar
que entran al acuario para morir un poco
Aquí van peces
Y peces
Y más peces
Perdidos
Enredados
Muertos
Muertos de la risa
Muertos del hambre
Muertos del miedo
En este autobús sin alma



El último gesto del pez

¿Y quién eres?
El último gesto del pez
Una silaba que nadie usa
Las sobras de un abrazo
Un circo con ciegos trapecistas
La mueca del payaso
Un calendario de cuerda
Un puñado de alfileres
Una jaula para hormigas amarillas
Un pez que llegó a morir lejos del mar

¿Y tú quién eres?
El mar que vino a ver cómo mueren sus peces.



                                                                Fadir Delgado Acosta

2 comentarios:

  1. He disfrutado a esta poeta en mayúsculas. Me sentí recreando los poetas cubanos de la generación de los ochenta.

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  2. Querido Juan, gracias por tu comentario. La poesía de Fadir vibra con los olores y colores del Caribe, el mismo mar de tu isla.

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