lunes, 6 de agosto de 2018

Fernando Linero


La vida es un tejido, somos hebras que se mecen en el viento. El viento, esa armonía de pájaros y lluvia.

Bienvenido poeta Fernando Linero al Claroscuro. 



Fernando Linero Montes, Santa Marta, Colombia, 1957. Estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de La Salle y Música en el Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia. Pianista de las orquestas de Lucho Bermúdez, Camagüey, Internacional Los Caribes y Kongas, entre otras.

Organizó y coordinó los proyectos literarios “Un país que sueña”, de la Subgerencia Cultural del Banco de la República en 1984, y “Poesía al parque”, del IDCT en 1996.

En 2002 publica su producción musical El poeta canta dos veces.
Ha publicado los libros de poesía Sonata del sonámbulo, La risa del saxo, Guijarros, Aparte de amor, Palabras para el hombre y Lecciones de fagot.


La risa del saxo 
(selección de poemas)


Viajeros sin memoria

Porque la vida llega a quemarropa
es necesario recordar que viajamos.
Fugaces habitantes del hastío
arribamos a las cosas a ciegas,
sin saber nada del peso que se empieza a descubrir.

Se llega a la vida de improviso
y, mientras se observa su río de azogue mustio,
el ancla del cigarro se hace más amarga en los
                                                                 pulmones
y el tiempo va regando sombras cansadas.

Se aborda la vida inesperadamente
y queda la impresión de que todo estaba friamente
                                                 dispuesto para ello:
la proximidad del abrazo, la geografía de aquella 
                                                                  fragancia.

En sus puertas un heraldo espera
para mostrarnos la ruta de la partida.

Descuidamos nuestra condición de viajeros,
olvidamos que todo es una novedad,
que en cualquier vacilación está la vida
y que a veces tiene la forma de una lágrima.



Cuarenta años

He vivido treintainueve años de mi vida
sin saber si he dicho lo que debía.
He necesitado cuarenta para entenderlo
y es como si por primera vez
pudiera contemplarme los pies
a través del agua transparente.


Instantes

Este cuatro de octubre cumpliré mil quinientos millones de instantes y declaro que todo no ha sido más que un ensayo, el de vivir. He tenido tiempo para ver cómo el destino cambia el semblante de los hombres, tiempo para haber sido discípulo del aire, del acacio, del río, de la tarde. Sé que el ocaso de un hombre principia con su nacimiento, que ser es tener la conciencia de partir.

Mil quinientos millones de relámpagos que me hacen cómplice de los meses. Reconozco que en el fondo de lo que soy-un montón de cosas que el olvido habrá de depurar-, va quedando una mansedumbre de casa abandonada.

Ahora tengo al frente los fuegos del poniente.


A la vida se entra solo 

                                                                                      "La palma que está en el patio
                                                                                       nació sola, creció sola".
                                                                                                              Nicolás Guillén

A la vida se entra solo. 
Algunos con una camisa.
Otros con un racimo pero solos.
Bostezando o preñado de luz
cada cual con su tristeza.
Se entra sin saber qué se quiere,
qué se busca,
qué piezas encajan en el juego:
acaso los destellos del infortunio.
O la imagen de una madre
que espanta el calor y las moscas
del sueño de su hijo.
Breves de memoria y olvido
como los niños que ahora repintan la rayuela.
Como el padre dormido.
Como el amigo que no volveremos a ver.
Cada cual con su tristeza.
Se entra y es ya un lugar del sueño.
Algunos con el corazón atiborrado de palabras.
Otros portando una copa amarga.
Algunos en el mes de los ahogados.
Otros cuando las primicias del ciruelo.
Cada cual con su propia confusión.
Todos con la misma soledad.

                                                                                                            Para Augusto Cesar



La muerte de mi perro 

La respiración se le hizo difícil. Su mirada fue
muriendo con el día y aquí nos dejó pequeños
ante la muerte, mirando afuera el atardecer: ese 
oscuro hermano de la vida.



Poética

Todo lo que hacemos,
lo que sufrimos,
lo que gozamos
deja un eco,
una música a lo lejos.


Los muertos

Huyen en bandadas al filo del corazón
como árboles o pájaros.
Hasta ti descienden
escalón por escalón sus hábitos.
En tu vida se sumergen nobles igual que el aire.
Y bajo el parpadeo de la noche
sientes que tu voz es su voz.
Desde la celda de los días
recuerdas a tus muertos
como árboles como pájaros
que hacia tiempo no nombrabas.


                                                                   Fernando Linero Montes 


La risa del saxo
y otros poemas 

Fernando Linero
Colección un libro por centavoos
Universidad Externado de Colombia 
Bogotá, 2014 


jueves, 2 de agosto de 2018

Juan Sebastián Sánchez González

Primero fue la palabra hombre antes que el hombre mismo. La palabra es un mar que a veces olvidamos, nos quedamos en su orilla, contemplando su belleza, su agonía. Si olvidamos las palabras quién nos dará nombre, quién nos señalará, quién habrá de recordarnos.

Bienvenido poeta Juan Sebastián Sánchez al Claroscuro.



Juan Sebastián Sánchez González, 1987, Medellín. 
Poeta y director de la revista virtual especializada en literatura Kairós Literatura. Actualmente tiene dos libros inéditos de poesía: “La orilla de una palabra que no recordamos”.Ha asistido por más de diez años a talleres de escritura creativa y ha sido incluido en la antología nacional Relata. 

Reconocimientos: 

Ganador de Estímulo a la Creación Literaria Gobernación de Antioquia 2018 

Primer puesto en la modalidad de poesía Ciudad de Itagüí 2017 

Invitado al  27 Festival Internacional de Poesía de Medellín en la lectura de Nuevas voces poéticas.

Suplente por Antioquia en la pasantía literaria Estímulos 2016 ministerio de cultura

Publicaciones editoriales en el periódico Diario del Otún, Pereira. 

Seleccionado en la antología nacional RELATA Ministerio de Cultura en la modalidad poesía 2014.

La orilla de una palabra que no recordamos 
(selección de poemas)


Delictum in pectore

Primero piedra
dureza sin voz
ni labios ni lengua

           lanzada a la hendidura
de la palabra
                   a la cerámica
donde se derrumban
los abismos del ser

Luego arcilla
barro cocido por la herrumbre
de la sombra que atraviesa
la ceniza
  
Ni el incendio en la yema
de los dedos al tocar su nombre
deshabitado

pudo revelar
que primero fuera piedra
       luego arcilla

Y ahora un condenado
que lleva en su delito
el peso de la creación


Único triunfo

                                                                                                              A Nicolás Suescún


No importa repetirse
                     repetir lo dicho
de otra lengua
              
              de otro idioma

                            de otra época

Llenar papel con poemas
de otros con palabras 
nuestras

Seguir la línea de tinta usada
por visibles huellas que ya dijeron
todo

El poeta está condenado a 
                                 
                                   repetir
     
                      repetirse

            repetirnos

como único triunfo
del oficio


Biografía

Nadie pregunta
por la persona que han forjado
en el tiempo

Por su nombre
sin raigambre para ocupar

una identidad 
        un espacio 
                  un oficio

un gesto que abra
las cartas que nunca embarcaron
a su buzón

Sus pasos no tuvieron temblor ni huella
son neblina que se deshizo en la historia

¿Es esto el trasegar de un hombre 
que tiene en su piel rastros de sombra
que no pertenecen a ninguna grieta?

De alguien que por medio
de olvido
  
ha construido su propio
camino



Intemperie

Era necesario
encender en la orilla
de las manos
                    el fuego
que guía la sutura
por las heridas
de la humanidad

Pero el calor no fue
perceptible al hombre

En la memoria

              ni barro
                  ni arcilla
                      ni paraíso

Solo algo de nosotros quedó
a los ojos 
              /visible

nuestro destino escrito
a la intemperie


                                                         Juan Sebastián Sánchez González