martes, 20 de noviembre de 2018

Lunes de Ciudad

Anoche en la Casa Cultural El Patio en la ciudad de Neiva se dio el  Encuentro Ciudadano LUNES DE CIUDAD. El objetivo es dinamizar y motivar la participación ciudadana en temas tan importantes, urgentes y necesarios para una buena y sana convivencia.

El tema propuesto fue LA POESÍA COMO PROCESO CONSTRUCTOR DE PAZ.


Conversamos sobre la conexión entre Paz y Poesía. Tuve el privilegio de estar acompañado por los poetas Ana Patricia Collazos y Adonis Ramirez, entre los tres y las personas que acudieron a la cita desarrollamos el tema y bueno, todos coincidimos en esa cercanía que hay entre las palabras Paz y Poesía.

A continuación dejo algunas anotaciones del encuentro.

Y la lluvia presente.



El arte en general y la poesía en particular nos dan la oportunidad como individuos y como sociedad de arrojarnos, hundirnos y salir a flote. Explorar, descubrir y crearnos. Enseñan el valor de las palabras, el valor de los actos.

La poesía tiene el poder de sanar, curar heridas, atenuar el odio, establecer diálogos naturales y esenciales no de tolerancia sino de convivencia y respeto. Es creadora:  puede convertir contendientes en aliados y amigos.

Todos necesitamos de la poesía ya que nos permite expresarnos y sincerarnos, echarle  otro vistazo al mundo. Concebir percepciones nuevas y reales. 

Las palabras alimentan el alma así como el aire alimenta los pulmones. 


La poesía ha sido testigo de los conflictos y de las guerras que han marcado la historia de la humanidad, no para elogiarlas sino por el contrario para gritar sus horrores, denunciar sus aberraciones, su estupidez y su ignorancia.

En Colombia, en distintos puntos de nuestra geografía se están desarrollando procesos de reconstrucción de tejido social. El posconflicto nos abre la oportunidad del cambio. Todos, cada quien desde su orilla tiene la responsabilidad social, humana y personal de construir una sociedad sana, equitativa y justa. En muchos de estos procesos de reconstrucción está presente la poesía. 


En la noche del 19 de noviembre, en El Patio, bajo una agradable  lluvia, estuvo presente la poesía. Estos son algunos de los poemas que se compartieron.




Una niña de Ramallah

Estuvo con nosotros hasta que cayó el vuelo de la noche, hasta que sus pasos cesaron como lluvia inofensiva.
Poco supimos de ella: Que se detenía en las tardes a ver pasar el Sol y que corría tras las mariposas, casi volaba con ellas.
Algunos oyeron su grito, pero estaban muy ocupados levantando cercos, según ellos, para que no entraran los cerdos a sus casa.
Florecieron los jardines, los pájaros surcaron el cielo, las hojas cayeron secas sobre el prado. Aún nadie nos escucha y tal vez nadie lo haga en lo que resta de cosechas, pero queda la lluvia que seguirá humedeciendo esa huella en el camino; quedan las mariposas que recorrerán su misma ruta de la tarde y quedan los malditos cercos que nunca serán mayores que estos montes que darán testimonio de nosotros y los peñascos que gritarán siempre los nombres de los nuestros, los de aquellos que ahora son árbol de memoria.


UNO SE ENCUENTRA LA MUERTE en una taza de café,
en el afán del cielo por caerse a centelladas,
en el encuentro sorpresivo de un avión con un pájaro
volando,
en los movimientos tempestivos de la tierra cuando
uno menos se lo espera,
en la lectura de tratados filosóficos que demuestran
lo imbéciles que somos,
en los gobiernos corruptos que se sacan el dinero del
seguro
                                           / contra las enfermedades
más absurdas
y en los chicos que se sacan el sexito para jugar con
las chicas
                                              / al papá y a la mamá y
entonces el sida.
Uno se encuentra la muerte en el ojo de una aguja,
en la picadura de una abeja, también en la de un
águila
                                      / y más si es un águila negra;

En la puerta de un hospital, y más si uno es pobre
y el hospital es del Estado;
En los ojos de un psicópata con insomnio;
En las variantes del azar sobre el amor y el
desamor;
En un libro de Shakespeare, en una espina de pescado.
Uno, que solo es un parroquiano de este bar,
un simple transeúnte delirante, artista, obrero, ama de
casa, estudiante,
se encuentra la muerte en cualquier parte.
Y se muere uno y qué se saca: El que fue poeta, a lo
sumo y con algo de suerte,
una tumba decente, unas vísceras ruinosas, una fama de
bicho raro
o el nombre en algún colegio si se fue amigo de un
presidente.
O, por bien que le vaya, un verso memorable que lo resucitará de vez en cuando
en boca de algún lector desprevenido que no estaba
buscando,
precisamente, un poema que lo trajera a uno de nuevo a
la vida.


                                                                            Omar Garzón Pinto






"Cartas de amor en tiempos del conflicto es una invitación a conocer el conflicto colombiano desde el corazón. Es la recopilación de cartas de amores que se dieron, se perdieron o se desarrollaron en medio del conflicto social, político y armado sufrido en este país. 
Nuestro propósito es ir más allá de las duras y frías cifras que dan cuenta de más de ocho millones de víctimas, para permitirnos conocer y reflexionar sobre la realidad de que esta etapa de mezclar política con armas, asesinatos, desapariciones, se hizo con vidas, con seres de carne, hueso y sentimientos, con padres, con hijos e hijas, con amistades que ya no están, con parejas, con amantes, con amores de hombres y mujeres que han sufrido y vivido esta guerra que abarcó más de cinco generaciones.
A las personas aquí reconocidas, les hemos ofrecido no solo reconocimiento y respeto, sino la posibilidad de ofrecer sanación al país, visibilizando sus historias, dando así a las nuevas generaciones la posibilidad de reflexionar en favor de construir desde la paz.
Llegar hasta la recopilación de las cartas ha sido un proceso de conectar con el corazón, con la intimidad de quienes generosamente nos han entregado un pedacito de sí al identificarse en un proyecto como el nuestro. 
La mayoría de quienes aportan son mujeres de distintos contextos. Nos encontramos con cartas de lideresas sociales y sindicales, cartas de maestras de escuela, periodistas, profesoras universitarias, políticas, amas de casa, campesinas, estudiantes universitarias, bailarinas, insurgentas, presas políticas y de algunos hombres.
El trabajo ha sido arduo, lo emprendido ha tendido lazos de identidad y solidaridad. La admiración ante el amor que no se extingue, a través de los años o de la muerte, ha impactado nuestras vidas. La capacidad de seguir sonriendo y construyendo, a pesar de lo vivido y lo ya ido, desafía los dolores de nuestra propia existencia."
                                    Margarita Sofía De la Hoz Terán 


Este hermoso libro me lo entregó el poeta Rudber Gómez, (quien también fuera invitado al conversatorio pero no pudo asistir), para que yo lo compartiera. Desafortunadamente, por un descuido no fue posible compartirlo anoche en Lunes de Ciudad, sin embargo, hoy lo incluyo en esta reseña porque es un documento valioso y necesario para estos procesos de cambio y restauración. 

El poeta Rudber Gómez administra la librería virtual Papyrus libros huila. Allí, con él van a encontrar una gran cantidad de textos de diversos géneros que ahondan estos temas de violencia y desigualdad que tanto nos duelen.




Poemas tomados de Poesía Humana ( Revista Cultural y de Literatura La Raíz Invertida)


PERIÓDICO VIEJO

Cuando ya no importa
que los muertos se mojen
es fácil cubrirnos de la lluvia
con periódico viejo
las manchas de las noticias
se deslizan por el cuello
dejando nombres propios en la piel.
Recorremos el invierno
atragantados con los mismos titulares
de ayer, de mañana y cien años más
con un hombre inmóvil en cada semáforo
como última señal
de que estamos cambiando de piel

                                   Mery Yolanda Sánchez


NO ESTAMOS SOLOS

No estamos solos...
En la hierba está la gota de rocío
Como memoria de la lluvia y la tormenta,
Está el viento desparramando el polen
De la flor marchita
Está el eco de dolor humano sobre la roca
Está la hormiga desterrada de su nido y
Está la cáscara del árbol donde el grillo
Danza con su maraca celestial.
A veces parece que estamos solos, pero no es así
El pájaro siempre nos regala su augurio al anochecer,
La semilla vuelve a ser liana de la memoria y todas las 
Cosas de la tierra tienen ojos y oídos 
Tienen cuerpo y corazón para acompañar 
Nuestros sueños contra la muerte y la oscuridad. 
                                                                               
                                                                                   Fredy Chikangana


HAY DÍAS

Hay días de retumbante silencio.
Esos son los mejores días.

Días en que Dios
iza la oscuridad
a media asta.

        Sergio Antonio Chiappe




LUNES DE CIUDAD 

LA POESÍA COMO PROCESO CONSTRUCTOR DE PAZ








viernes, 16 de noviembre de 2018

Guillermo González Otálora


El devenir de la vida, la noche y su luz, el día con sus sombra, los murmullos que viajan en el viento, los caminos que cada quien va abriendo, los caminos caprichosos que dirigen los pasos.

Toda ha cambiado (Narraciones breves), un exquisito cantar a los caminos, a los hombres.

Bienvenido poeta Guillermo González Otálora al Claroscuro



Todo ha cambiado
Narraciones breves


Los estoy esperando

Como los barcos se construyen para navegar, él tenía que partir a un mar sin orillas en donde no se oculta ni el sol, ni la luna ni la verdad.
Creyó en la belleza de sus sueños y cuidó el jardín para que las aves y las mariposas tuvieran un descanso.

Vivió la vida que amó.

Las noches terminan cuando el sol se asoma. Ese es el hermoso instante en el que resurgen los sueños.

Convirtió lo que tenía en suficiente. La tormenta, aunque no sea fuerte, su viento se lleva oscuridades en la noche y la palabra se convierte en herida que nos aparta del camino.

Cada persona tiene una puerta a la que debemos llamar mientras pasa la caravana de la vida y aunque veamos cómo se apaga cada estrella, el sol oculto saldrá de su escondite y el hombre atrapado en los caminos que se perdieron para sus pies, que enloqueció con la ilusión, sentirá una mirada que o acaricie, en el día del destino, que siempre será mañana y, escuchará que lo hemos llamado tanto, con voces que nos salieron del alma.

-Porque escuché, porque sentí unas voces que venían desde lejos, los estoy esperando-, responderá, mientras nos mira con esa mirada de hombre bueno que tanto hemos querido.



Mi amiga

Sin dar cuentas de mi vida, un día me sentaré a verla desde mi olvidado taburete y no seré más pasajero de mis palabras y el destino no será mi prisión.

Los deseos, sin resistencia, se dormirán y los días eternos se perderán en las palabras y en las cosas de las almas dormidas, sin deseo de viajar.

Ya no tropezaré con las piedras hirientes del camino donde todo desapareció y no sentiré que los latidos del corazón sean mas fuertes que la lluvia azotando los tejados de este pueblo donde los muertos dejaron de tener nombre porque se perdieron en la memoria al día siguiente de haber partido.

Los días terminarán y la destrucción reinará en las mentes mezquinas de los que no saben que a la muerte la recibimos solamente una vez en la vida.

Serán inútiles las palabras que se perderán en el aire, cuando vean que allá viene mi amiga infalible.



TODO HA CAMBIADO
Narraciones breves
Guillermo González Otálora
Altazor Editores



Guillermo González Otálora  nació en La Plata, licenciado en Lingüística y Literatura de la Universidad Surcolombiana y Especialista en Gestión Cultural del Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario. Catedrático en varias universidades de Neiva, fue director Ejecutivo de la Federación Nacional de Cultura, es Vicepresidente del Red Nacional de Festivales Folclóricos de Colombia. actualmente se desempeña como Asesor de la Secretaría de Cultura del Huila y ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Usted está loco, Novela, 1993; La casa, cuentos; La puerta ignorada, narraciones, 2002 y Mitos del Huila, 2002, Todo ha cambiado (Altazor Editores, 2018)

viernes, 9 de noviembre de 2018

Poetas del tiempo


Poetas del tiempo
Antología poética del Primer Encuentro
Internacional de Poetas "Germán Cardona Cruz"
Compilador: Omar Ortiz



"Afortunada convergencia, que nos permite reunir en este libro una cálida memoria de las diversas y especiales voces poéticas que desde esa inmensa y única patria que es la amistad confirman la solidez, la hondura y la tenacidad de la poesía de este lado del mundo"
                                                                                                                             Omar Ortiz Forero
                                                                                                                 Tuluá, 18 de julio de 2017



Intrusas

                                                                                                                  Me habita otra mujer
                                                                                                           Una extraña, una intrusa
                                                                                                          que no alcanzo a entender.
                                                                                                                       Clemencia Tariffa

Sucede que me canso de la mujer
que sigue mis pasos
que se renueva en mi piel
que se alimenta de mi pecho
que sale en la noche y me suplanta
sucede que me canso de la otra
que se asoma en mis sombras
y se encuentra en mi propia luz.

                                                                                  Alejandra Echeverri
                                                                                  Tuluá, Colombia


Domicilio

Números de piedra, malditos números de piedra:

Mi casa no tiene calle, no tiene techo, no rezuma a
caldo.

Mi casa está asentada en el silencio
de un terreno yermo donde nunca florecen los
niños,
donde la esperanza es sólo una palabra.

                                                                                     Andrés Morales
                                                                                     Santiago de Chile



Poeta del tiempo

                                                                                                                            A la memoria 
                                                                                                           de José Emilio Pacheco

Su signo es la clepsidra; su obsesión, perseguir el caudal para que no se pierda en el mar de los instantes. ¿Qué observa mientras sucede el vagar efímero de lo que existe?: un fantasma, la muerte,una camelia. La realidad es el tablero que propone el juego del lenguaje. Seres en tránsito, emociones fugaces,encuentros y despedidas han de asirse a la forma, cobrar peso, llegar a la palabra. La solidez del tiempo es la misión del poeta: aquel que no conoce principio se lo lleva todo. Pero el poeta es el chamán y el tiempo su discípulo. Por eso lanza la red del pensamiento, pesca zoologías y con la misma naturalidad es el cronista de sucesos intangibles. Su fluir se adelgaza en la caligrafía que hace de una medusa una flor, de la condición humana un circo de noche. Las huellas que sigue se hunden entre los siglos, dialogan con la belleza perpetuada en un lienzo, combaten en revueltas extintas, caben en una estrofa, en diecisiete sílabas, en un verso. Si en el camino uno topa con las ruinas de la infancia y se descubre perplejo frente a la abuela niña, quizá ha sellado el pacto con el poeta. 

                                                                      Araceli Mancilla Zayas
                                                                      Tlalnepantla, México

Sobre mi lomo
la soledad es una serpiente que muerde su cola
Entumecida y alucinada
hiende flores y plumas en la carne del amor
Reconozco mi nombre en el eco obsceno
en la permanencia del olvido
Muero de miedo
       y mi soledad
                     muere de mí.

                                                                      Betsimar Sepúlveda
                                                                      Venezuela

Complicidad en los espejos

SOLO estamos los dos
el olvido y el espejo
en un pacto,
una alianza,
donde la piel recuerda.
Y el espejo
es la memoria
del deseo insatisfecho.

                                                                   Clara Mercedes Arango 
                                                                   Cúcuta, Colombia

De la realidad a la música

2

Así como la tierra sopla adentro del bambú
Cuando la brisa se aproxima,
Así juntamos nuestros labios al bambú
Y ya es la melodía.

3

Así como el océano se entrega a las arenas con los
credos de un adentro,
Así nos entregamos al silencio;
Y ya es el resonar.

4

Y al fin la música:
Golpeamos el tambor en donde un río se hace
infértil,
Y ya no hay sed;
Soplamos el bambú para iniciar la cacería,
Y todo es sed;

Y cuando el sol se oculta, la música ilumina todavía.

                                                                       Cristian Avecillas
                                                                       Ecuador

Por las palabras
algunos hombres
son condenados

Unos hablan
y mienten
otros nombran
y derrumban lo construido

Muy pocos logran
con su voz
encarnar la belleza

Suerte la de los mudos
que con su silencio
les es otorgada
la inocencia.

                                                               Danny Yecid León Moncada
                                                               Bucaramanga, Colombia



Isla asediada

La muerte de un pez en la arena
se prolonga como el rumor
del tiempo en el viento
pájaros secos dan la impresión
de que el día va a ser tenebroso
a lo lejos el silbido de un niño
deshace el frío de los ojos
el día como un ánima en pena
derramándose a ciegas por las calles
en donde tu silencio ya no existe
¿Qué es este resplandor de pez
que se consume como un pedazo de madera?
¿Quién se ha infiltrado en esta Isla
ahora que ya no puede defenderse?
Yo conocía un pueblo
donde las gentes salían a las calles
ola de luz o muro o canto contra el tiempo
yo tenía una ventana inmóvil y una estrella
¿A dónde va este camino extraviado
esta nieve filosa
esta boca cortada sobre el pecho?
Los días y las noches calcinan mis ojos
señores les grito sin contemplar el pez en la arena
haciendo caso omiso a los soldados que desembocan
por la Bahía de Güánica
Señores les grito y les grito como un loco.

                                                                      David Cortés Cabán
                                                                      Arecibo, Puerto Rico

Mirando al vacío

No habrá quién grite
Ni quién reclame tus cenizas.
No importan
la calle,
la hora,
ni el motivo.
Es vano resistirse
                           -en la tierra-
a la danza
con cintas
trazando rutas
en el cielo.
No pidas, pues,
clemencia.
Si te matan,
puede ser que alguien
respire mejor.

                                                                      Edgar Hernán Ramírez
                                                                      Colombia


5 y 30 AM: Todos los días

ME levanto y no rezo.
Me repito que no volveré a lo mismo de ayer.
Reinicio el desordenado ritual de preparar cuerpo y
ánimo para mostrar al mundo:
La prenda apropiada busco en el armario, la frase
que taladra silenciosa mis oídos pronuncio en el
silencio de mi boca.
No sale, se guarda, se recoge. Se unta
maravillosamente de otros gritos que también
quieren salir.
Todos los días me digo que no puede ser más esto.
Que no lo volveré, que no lo haré, que lo diré.
Y después de haber gozado en el sufrimiento de
intentar aclarar mi pensamiento en la escritura
repíto el desorden, la ambición, la locura, la codicia
y me digo que mañana será por fortuna otro día
en que habrá tiempo para los buenos propósitos.

                                                             Elvira Alejandra Quintero
                                                             Cali, Colombia

La posibilidad en los hoteles

                                                                                                      Unos van a sus guerras
                                                                                           otros al corazón de los hoteles
                                                                                                  ABIGAEL BOHÓRQUEZ

Tengo miedo de las calles,
de su angustia y de sus vísceras expuestas al sol
como lirios dormidos en la peste.
Pero existe en ti, amante,
la posibilidad del sueño alado de las larvas.
Más me valdría morir
en tu marsupio emprendedor del vuelo,
guardar -desnudo- el reposo
después de la labranza
y de mi libación sobre tus frutos.
Más me valdría hallar
aquí mis huesos
que hallar la vida afuera
-infecta y voluptuosa-
bailando
     con sus vestidos de sangre.

                                                                         Francisco Trejo
                                                                         Ciudad de México, México



El milagro

Contaba mi padre que mi abuelo tenía
un ojo que siempre le lloraba, producto
de un golpe que le dio -brutal- mi bisabuelo.
Tendría entre ocho y diez años entonces
y con esa marca vivió hasta los setenta.
Nunca supe qué falta nimia le acarreó
un castigo tan dilatado en la distancia
y el recuerdo: ese ojo lisiado que no obstante
no logró hacerlo cruel ni resentido.
Cuando hoy mi vista llora de cansancio
-como esta mañana que tanto se parece
a aquellas en que escuchaba de niño
la historia de mi abuelo- pienso en el milagro
de mi padre que no sufrió la misma suerte,
de mis ojos sanos y de los ojos
más sanos aún de mi hijo; en el milagro
de que esa infancia dolorosa de mi abuelo
se haya quedado allá en su isla, y solamente
trajera aquí sin odio un ojo humedecido
que hoy bien podría estar llorando por piedad.

                                                                   Guillermo Eduardo Pilía
                                                                   La Plata, Argentina


Catarsis

Ceniza de viento
palabra que creces
me disminuyes,
traspasas el silencio
inauguras fantasías.

Tú, viajera del infinito
acuática llama
que todo lo consumes
purificas sueños
desnudas laberintos.

Todo ardió cuando 
constelada
pariste la historia.

Poeta incierto de la noche
toco luz
para nombrarte.

Crecido en ti
alba ceniciento
envuelvo mi estatura
secreto soy interrumpido...

Ya lo sabes. 

                                                          Humberto Avilés Bermúdez
                                                          Granada, Nicaragua






Llegó el día de alzar


la respiración caliente
que sale poco a poco.
Llegó el día de descubrir el movimiento
de la cintura en las plazas
de cortar limones y lanzar gritos en las carreteras.
Llegó el día de descubrir el tiempo
de quitarnos la mirada
de nacer con la cabeza en su sitio.
Llegó el día de perder el futuro y el pasado
en las paredes que cierran
la respiración de las ventanas.
Llegamos con la piel que nos desata
limpiamos el polvo y las pelusas
lentamente
limpiamos el polvo que queda.
A través de la ventana
olemos el tiempo sin arena
y los ojos se vuelven hacia ti
y otra vez
caemos en la complicidad del silencio.

                                                                        Ivonne Gordon
                                                                        Quito, Ecuador


Soga y más soga con Marina Tsvatieva

                                                                           Bufón_Que me ahorque. El que en el mundo
                                                                                               está bien ahorcado, no teme ya
                                                                                                                            a los colores
                                                                                          Shakesppeare, Noche de Epifanía


Dicen que empiezan a ver colores, que no hay remedio
Para volver a su condición de respirante,
Ese es el augurio y la posesión de ahorcado,
Ahora aquí está ella, con el regazo a oscuras
Y una soga enroscándose a su cuerpo como un arrullo de
serpiente,
Ha querido colgarse del Kremlim o de la corona de los zares
Donde el miedo es una hogaza de pan que sigue tiritando en
el horno,
Una falsa traqueotomía para la vida, la verdadera
conflagración contra ti misma,
Contra tus ojos clros y contra el pelo corto
Desde tu daguerrotipo casi adolescente,
Restañando esa parte del diluvio que se adivino contra ti
Como una lanza mortal, contra esa lluvia y sus dardos fetales
Naciendo en el descreimiento de toda ecuación posible.
Nadie bebe de la noche su antagonismo de veneno
Su cráter lunar donde seguro han de estar las poses capitales
Para determinar el horario de las muertes,
Las balas que han de traspasar la boca de tu esposo
Y el recuerdo de tus amantes etéreas que se adormilaron
Con la primera canción de cuna y el hijo acribillado
Por los minerales de la heredad sangrienta, todo eso
Para tomar el cordel y dar la forma del anillo nupcial
Para el pescuezo,
Luego dejarse ir y patalear nuevamente
Como un Dios
En la placenta del aire.

                                                                          Javier Alvarado
                                                                          Santiago de Veraguas, Panamá



Cuerpos soñados

II
Bienaventurada el agua porque propicia el deseo,
es claro, ella le escribe mensajes a las nubes
que a su vez enamoran a las hojas de los árboles,
también a las raíces, aunque se encuentren escondidas

todos los hombres han venerado el agua
porque el agua es bautismo y esplendente deseo

de niño, llené enormes cántaros,
ahora comprendo que muchas veces calmé
la sed de los enamorados, por allá, en el estío,
por eso me saludan, girando los brazos contra el viento,
no sea que la emoción culmine la cacería de sus labios

también los pájaros cuando alumbran mi balcón
y se beben el agua de mi deseo
el bichofué hace libaciones con elegancia
y me obsequia su trino armonioso desde el carbonero

bienaventurada el agua porque al tomarla
volveremos a tener sed en nuestro éxodo,
antes de pasar el Jordán rumbo a las arenas calcinadas

IV
Cuerpos de piel hirsuta
martillando como un pájaro 
en mi corazón de madera

tallados en agua y piedra

estambres con diminutos alfileres
para fijar la pulpa de la mañana

apenas una mancha, un transitorio olvido,
un paramecio sin palabras,
silencio, baba, cántaro,

para que el agua multiplique su sed


                                                                 Jorge Eliécer Ordóñez Muñoz
                                                                 Cali, Colombia

Conversación final

                                                                                                                    Para el amigo Pedro Antonio Cruz

Panamá ciudad de barro y empalizadas, con bárbaros de cuyos pechos cuelgan cabezas reducidas. Tiendas que se levantan al anochecer. Las luces brillan como en un sueño. Blancos condominios levantados sobre la sangre de muchos, donde todo se difumina. mar quieto y silencioso como un espejo.

Es largo el trasbordo hacia el final del camino, aquí los niños juegan. Dead end. Ver la mirada del Padre a través de los ojos del hijo que no está. Delirio. Revés. Sueño descuartizado. Slowli.

Alejado de las costas, lejos de las antiguas grutas los mapas sólo conducen al olvido. Offshore. Invadidas las tierras alguien acampa en las afueras, divisa el lugar que fue, esos limites donde el Padre desaparece. Remanso. Quietud. Vuelo de murciélagos. Orden gris de la noche. Fronteras que ya nadie recorre.

Mexicali, tierra rota. Precipitaciones de cuarzo. What are you say? Sobre la ribera de cal los recuerdos se hunden, empalizadas de hierro. No hay ráfaga de viento, sólo una alta humedad. Coordenadas 32° 39' 48'' de latitud norte. 

                                                                        José Luis Tahua Garcés
                                                                        Sierra Central del Perú


Poema de gracias a Monsieur Larousse

Antes, mucho antes de entrar a una cristalería
Entré a la palabra cristal
Y salí de ella con una mirada transparente.
Alguien dejó en mi cama un libro que olía a bosques
                                                              / y landas,
Un almacén de sonidos
Que abría puertas secretas y selladas ventanas.
Así epecé un temprano comercio de palabras.
El pequeño Larousse
Me enseñó a visitar regiones ignotas,
Selvas espesas, memorias olvidadas.
La palabra clepsidra, ladrona de agua,
Tuvo tiempo de gotear en mi silencio.
Yo abría el diccionario
Y pescaba palabras huidizas en arroyos y quebradas.
Veía cruzar palabras como islas,
Voces tatuadas por las huellas del mar.
Descubrí que el volcán es un gigante indefenso
Que demuestra su amor destrozando sus entrañas,
Que la palabra niebla eclipsa la palabra bosque
Para esconder sus soledades.
Bandadas de voces como langostas
Sombreaban la meseta de mi almohada.
Supe que hay palabras con harapos y muletas,
Palabras pordioseras que piden mendrugos de luz
A las puertas de ls grandes catedrales del lenguaje.
Señor Larousse,
Usted me enseñó a entrar a la palabra sombra y
                                                     / alumbrarla.

A Pierre Larousse (1817-1875)
Lyon, octubre 18 de 2009.


                                                                  Juan Manuel Roca
                                                                  Medellín, Colombia


Recordando un filme sobre 
la Segunda Guerra Mundial

Trasquilados los judíos
sus despojos se amontonan
en oscuros lavatines
donde la marca de la sangre
es vencida por el cloro.
Mientras el horno doraba
el obsceno pan de los cuerpos,
docenas de tiendas se inauguran
en una noche,
surtidas por tela de judío,
cosidos los golpes, evaporado el grito.
En almacenes de torpe anatomía
erigidos sobre la Isla
como obras del calor,
reposan tristes piezas de vestir,
ajadas por el invierno europeo,
testigos del cuerpo que las hizo suyas
por vez primera.
El látigo del gas alemán
no resiste ciento veinte años.
¿De qué granjero americano
será esta camisa que regalo a mi padre,
de seguro acostumbrada a pastorear
rebaños infinitos?
Mi padre, quien solo pastorea
una terca bicicleta,
se creerá en su inocencia
poseedor de una pieza de algodón
recién cortado,
para el arco de su espalda.
¿Cómo no acordarse del judío mutilado
cuando hurgamos la montaña de tela,
buscando la menos violada,
que nos haga fingir como nuevos?

                                                      Liuvan Herrera Carpio
                                                      Fomento, Sancti-Spiritus, Cuba

El
(Fragmento)

El, es un artículo gramatical.
Un nombre que a veces nombro.
Un pronombre o sustantivo.
Asimismo Él es
Sustancial.
Es sombra  y  luz.
Él,
es ausencia,
más su presencia acompaña mis pasos.
Él, es el agua,
se escapa a veces de mis manos,
pero me moja toda.
Me hidrata, re hidrata,
revíveme.

Él es la hambruna y
mi alimento
más nunca la saciedad.
Él, es el sur.
El frío, el calor
el asfalto,
el pasto.
El mar, la cordillera
La cueva, la calle, 
Él es mi casa.

                                                             Marisol Briones
                                                             Nicaragua, El Salvador

 Escrito en la espalda de un árbol

No recuerdo si el árbol daba frutos
o sombra,
sólo sé que dio pájaros.

Que era el centro del patio
y de la infancia.

Que en la madera fácil
tallé tu nombre encima
de un corazón flechado.

Y no recuerdo más:
tanto subió tu nombre con el árbol
que pudiste escaparte
en la primera cosecha que dio pájaros.

                                                             Miguel Méndez Camacho
                                                             Cúcuta, Colombia


Melancolía

Una niña con alas de hojalata,
trae palabras de hojalata
que crujen de amargura,
palabras desnudas con dedos azules,
palabras que perdonan.
Las da de alimento a los corderos,
las hunde en la carne del rebaño,
les entierra un alfiler en las arterias,
las vuelve alga, barro, mariposa,
tristes en sus manos,
suaves en sus huesos,
caen como lluvia,
se dejan ver entre la niebla,
se arrojan como ráfagas
desde un puente o una nube,
y ante el tridente ansioso, aúllan.
A veces en el filo del cuchillo,
se encuentra una palabra arrodillada.
La noche toma en sus manos,
el agua huérfana, que pide ser ángel,
que pide ser lámpara, que pide ser llave.
Cada palabra abrió su ojo,vertió su luz

                                                                        Orietta Lozano 
                                                                        Cali, Colombia


ignoro
no sé qué es el limbo
si llama
si hielo
si ceremonia o desaparición
no sé que es aquí
si sol
si perfume
si oro en el charco ó sol en el mar
sé del incendio
del jazmín acobardado
de los árboles hambrientos de cielo
de la juventud huyendo
de los artificios que entretienen 
también sé
de abrir los brazos
respirar
de sentir una vez más
qué no sé cómo es aquí

                                                           Pep Pepió
                                                           Buenos Aires, Argentina


II

Algunas veces soy un niño desamparado
que busca entre tus piernas espantarse el miedo,
aferrarse a una luz antigua,
ahuyentar la rutinaria muerte de cada rutinario día.

Pero tú ves al animal que te visita sin anunciarse,
a deshoras, a destiempo.
Entonces para domesticarme,
fijas horarios, fechas, comportamientos.

Me atraes con trozos de carne y migajas de flores.

Yo, niño-animal,
agradecido desgarro tu soledad,
tu sombra de ave perdida,
lamo tus heridas sin pudor ni tregua.

                                                    Sergio Antonio Chiappe Riaño
                                                    Bogotá, Colombia


En tiempos normales

Una luz a las tres de la mañana
ha dejado de ser un misterio:

No anuncia el sencillo milagro
que goce tras goce libera a la vida de la muerte,
ni convoca el resplandor
de los sueños de la materia.

A esta hora una ventana iluminada
simplemente oculta
la sombra que devora a un hombre.


                                                         Víctor López Rache
                                                         Toca, Boyacá, Colombia



Poetas del tiempo
Antología poética del Primer Encuentro
Internacional de Poetas "Germán Cardona Cruz"
Compilador: Omar Ortiz



Colección Cantarana
Primera edición 2017
UCEVA