miércoles, 17 de octubre de 2018

Jesús David Buelvas Pedroza


Entrar al mundo sin herirlo, abandonarlo sin salir herido. Sostenerle la mirada al silencio mientras caen los dados, caen las horas, caen las hojas. Entrar al mundo anunciándose, salir de él sin anunciarlo. 

Bienvenido Jesús David Buelvas  al Claroscuro. 




Jesús Buelvas, poeta y escritor colombiano nacido en Ovejas, Sucre. Ha participado en varios talleres literarios y ha sido invitado a recitales y festivales de poesía a nivel local e intenacional. Es profesor de español y literatura.

Autor del poemario Los anuncios de cualquier soledad. 

Administrador del canal en Youtube Mendi-Kante Ediciones
https://www.youtube.com/channel/UCSY_OZ-duUqAs_X5nc3ja8A







* ¿Quién es Jesús David Buelvas? 

Me considero un sujeto en constante construcción. Es por ello que no solo me veo como poeta. Prefiero pensarme como un intelectual en proceso, un hombre muy incompleto que acude a la poesía o al que la poesía acude cuando ella quiere manifestarse (es esto un arranque serio de egolatría, pero ¿qué intelectual no lo es?). En ese proceso de autoconstrucción perviven muchas complejidades que busco, más que aclarar, comprender por medio de la lectura, del estudio y de la escritura. Estos elementos a su vez me ayudan a mejorar cada día, si algo hay que mejorar. Esas tres acciones me permiten acceder a algo que me gusta mucho: un alto grado de comunicación conmigo mismo y con los demás. Me es difícil hablar de mí mismo. Por ello cada vez que alguien me hace esa pregunta, termino hablando de la lectura y de la escritura; dos acciones que me han dado la posibilidad de ser.


*¿Cómo defines poesía?

A lo largo de mi relación seria y consciente con la literatura, ya hace más de veinte años, han sido varias las maneras en que he concebido a la poesía. Un ser humano, si alcanza la dimensión de persona, no es estático. Tiene claridades, pero no posturas radicales y anquilosadas. Desde esa perspectiva, me he relacionado con la poesía y la he concebido como oración, como forma de vida, como herramienta útil para sensibilizar a mis estudiantes, como medio de comunicación. Como podrás ver, mi concepción de la poesía es variada y creo que amplia. En medio de todas esas definiciones posibles, de la única que he querido deshacerme es de la concepción idílica que algunos poetas le han dado en diferentes momentos de la historia literaria. Creo que esas concepciones idílicas, hoy le causan daño a la poesía y generan una visión errónea de la misma en un momento y en una sociedad en la que se le pide al poeta y a la poesía misma asumir el compromiso de ser voz, de ser conciencia, de unirse a otras formas de pensamiento para mantener despierto al sujeto, sea escritor o lector de poesía. Siempre he manifestado que los poetas de hoy debemos curarnos lo mejor posible de la ingenuidad estética a que nos ha conducido una concepción caduca de la poesía. Por lo demás, y para no extenderme, la poesía es lo que tiene que ser en este tiempo sin alejarse de las necesidades primarias y primordiales del hombre.   


*¿Qué buscas en la poesía? 

La poesía nos puede ofrecer todo lo que queramos y exijamos de ella. Una de las primeras razones por las que busco el encuentro con la poesía cada vez que ella deja, es porque ella me permite mantener viva mi capacidad de asombro; la posibilidad de acercarme al mundo, a la cotidianidad y a todo lo que implica lo humano con ojos de revelación. La poesía revitaliza la mirada de quien acude a ella como medio de comprensión del mundo. Soy un ser que desde mi centro me muevo hacia todas las opciones de conocimiento que me son posibles, teniendo en cuenta las limitaciones que como ser humano tengo, claro está. En ese centro, está como una de las dimensiones primordiales lo poético. Y lo poético es uno de los prismas con los que abordo esas formas de conocimiento de las que hablo, hasta el punto de que encuentro poesía en materias como la física y las matemáticas. Aunque parezca exagerado, ahora me doy cuenta y lo confieso parafraseando a Protágoras: la poesía se me ofrece como la medida de todas las cosas. 


*¿A dónde te ha llevado? 

Más que llevarme a algún lado, me ha ubicado. Gracias a la literatura en general y a la poesía en particular, encontré mi centro como ser humano. Ese centro es algo que descubrí muy temprano y haberlo descubierto me ha dado muchas ventajas. Entre dichas ventajas están las que tienen que ver con mis posibilidades comunicativas, con mi capacidad de relacionarme de manera ecuánime con los otros. Esas ventajas ontológicas han generado ventajas materiales. Gracias a la poesía he viajado, he ganado dinero, he hecho amigos que me profesan admiración y eso (debo confesarlo) me gusta.  No pido mucho de ella, pues ella se da completa a quien se le acerca. Pido más de la sociedad, de los seres humanos. Estos tienen mucho que aprender y podrían hacerlo si se abrieran a la posibilidad de ampliar su mirada poética y sus horizontes culturales acercándose a la poesía y a la literatura. Pero bueno, eso es ya cuestión de procesos que rebasan a cualquier individuo y que no están contemplados en las bases ideológicas del tipo de civilización que tenemos. Mientras eso ocurre, yo espero que la poesía me siga llevando a los buenos libros y a más personas de las que pueda seguir aprendiendo para hacerme mejor ser humano.  


*Cuéntanos desde tu papel de Gestor Cultural en la ciudad de Cartagena, cual es la respuesta especialmente de los jóvenes y adolescentes frente al ejercicio de la lectura y la escritura. 

Nunca es la respuesta esperada por el gestor cultural o el promotor de lectura o el escritor. Tenemos que ser francos y sentar una posición clara frente a las falacias promovidas por los discursos de la sociedad tecnocrática en que hemos vivido las últimas décadas. Es mentira que la gente lea y escriba más. No en el sentido convencional y formativo en que debería leerse para desarrollar verdaderos procesos de pensamiento. El gestor cultural, además de sortear las mezquindades del Estado y su burocracia cultural, tiene que sortear el poco sentido que la lectura y la escritura tienen para la población colombiana. El caso de Cartagena no se sale de esa línea. La lectura y la escritura han sido envueltas en un aura lúdica extrema que les hace daño, se vende la idea de que son acciones humanas realizadas para divertirse y no para generar pensamiento. 

A pesar de esto uno insiste y encuentra respuestas positivas en pequeños grupos con los que avanza en procesos que te llevan a cierto nivel de satisfacción. Esto permite que te mantenga en la línea de la resistencia y la persistencia. De alguna manera, gracias a esas pequeñas respuestas es posible alimentar la esperanza, es posible seguir caminando hacia el horizonte utópico que cada gestor cultural desde sus ganas y su querer ser se ha planteado.  


*¿Por qué creer en la poesía? 

Esta es una pregunta cuya respuesta se mueve exclusivamente en el orden de lo personal, de lo supremamente subjetivo. Sucede que uno va por el mundo y por más que disfrute y crea en la poesía, se encuentra que muy poca gente tiene esa misma inclinación. La gente alrededor del poeta vive inmersa en los mares inmediatos de la cotidianidad. Y por ello, la poesía en su sentido más profundo rara vez toca a esta gente. Hay alusiones y manifestaciones que quieren ser disfrazadas de poesía y la gente puede estar en contacto con ellas. En cuanto a la verdadera poesía, quienes estamos un poco más cerca de ella sentimos la necesidad de creer porque de alguna manera ésta reivindica uno de los factores más humanos que existen; la sensibilidad. Quienes entran en contacto con la poesía descubren esa capacidad de conmoverse con lo que ocurre en el mundo y creo que eso se debe a que gracias al poder simbólico de la poesía los seres humanos redescubren o mantienen su capacidad de asombro al poder mirar las cosas más allá de lo que en apariencia son. Esa y otras razones más justifican que yo personalmente crea en la poesía.


*¿Hacia dónde va la poesía? 

Creo que los seres humanos que se encuentren con la poesía seguirán escribiendo y la mantendrán viva en su diversidad de manifestaciones. La sociedad en que vivimos; consumista, capitalista y colonizada no está para generar circunstancias favorables a la propagación de la poesía porque ello sería supremamente peligroso para sus intereses. A pesar de esa circunstancia, la poesía siempre tendrá su lugar en un rincón del alma humana. Eso implica que no vaya a ningún lado, sino que permanezca para siempre en el lugar que está, cumpliendo su papel primordial junto a otras formas de pensamiento; rescatándonos de los peligros que gracias a los tipos de sociedades en que hemos vividos buscan perder lo que nos queda de nuestra humanidad. 



Jesús David Buelvas Pedroza
(selección de poemas)


Ataraxia  

Cierras los ojos y abres los brazos. 
Así te quedas. 
Estático en medio de la carretera.
Los pitos de los vehículos
los insultos de los conductores 
y los gritos de los transeúntes 
no se hacen esperar.
Todos exponen la misma razón: 
debes retomar el papel 
que de acuerdo con esta rutina 
a ti te corresponde.
Nadie parece entender 
que frente a la inmutabilidad de tu trance 
el vértigo de la ciudad es un motivo insuficiente. 



Epifanías 

La euforia de los predicadores 
en los amplificadores del domingo. 
Los jíbaros de ojos encendidos 
comentan las bodas de los mastodontes.
Publican la bondad de su ritual
ante el bazuco y la cannabis. 
Los golpes del dominó 
remarcan la lentitud de los segundos. 
Los jugadores y sus testigos 
enajenados por el aura de la lúdica 
acallan las puñaladas del tiempo. 
En algún patio una abuela reivindica 
la eficacia del cepillo
en contra de la lavadora. 
Se seca el sudor. 
Se complace con la blancura de las piezas. 
Todo un ritual de vida esta mañana. 
La brisa arrastra músicas lejanas. 
Suscita en los hombres
la urgencia de verse antes sus esquivos dioses. 



Heraclitiada 

Otra forma de conjurar el peso de nuestra existencia.
Levantarnos para seguir siendo nadie 
frente a la ciudad.
Esa mole dolorosa que se extiende más allá
de nuestros cinco sentidos.
Dentro de poco la gente estará siguiendo
el trazo de lo planteado por el día.
Se sentarán en las esquinas 
entrarán en las tiendas 
en las farmacias 
en las panaderías. 
Se montarán en los buses 
llegarán a los bancos
a los centros comerciales
a los edificios de oficinas.
En fin. Esta manía teleológica del hombre.
Este ir y venir sin un aparente punto fijo.

https://www.youtube.com/watch?v=08ntwCCzG0w

Siempre pasa algo 

La ciudad es un lugar donde todos los asuntos 
están tocados por una laboriosa inquietud.
La necesidad del movimiento 
parece habitar en lo más profundo 
del corazón de los hombres.
En cualquier habitación 
una mujer se quita los zapatos 
y se tiende sobre la cama.
Cerca de aquí un hombre cierra la puerta 
y se dispone a cruzar la carretera.
Los automóviles van y vienen
aguijoneados por el trepidar de sus motores.
Esta tarde alguien se lanzará al vacío.
La caída será vertiginosa desde un noveno piso. 
(En fin, la oración del movimiento perpetuo)
La obligación de no permanecer 
entre estas cuatro paredes.
Hasta aquí también llegan 
las insidiosas saetas de cualquier urgencia.


                                                               Jesús David Buelvas Pedroza

lunes, 15 de octubre de 2018

Lecturas Urgentes de Poesía Antología IV





Veo los suicidas esperándome
veo el hueso
el cadáver flotando
la luz que es un geranio
los ojos que esperan
una sombra en los labios mustios

Mueren las silabas
mueren las palabras
Las feroces aves
los feroces cuervos cantan
un canto lúgubre
para que se produzca la muerte

En el sonámbulo crepúsculo
veo los suicidas
que parecen luces
danzando con los árboles

La hoja trémula
que se desliza en el agua
termina atrapando un siniestro día

El dolor es tan grande
que ya no habrá primaveras
ni sonatas
ni labios que rían a carcajadas

¡Partiré!
Partiré sin promesas
recordando la dulce
carne del venado
el vino salobre del Gólgota

Partiré a las tres en punto de la tarde
la hora donde el sudario
atrapa el rostro de una orquidea

Ahora todo es muerte
solo la muerte y el rostro de Ofelia
en el estanque

La saboreo hasta el final
y mis pulmones explotan
mil geranios de plata.

María de los Remedios Varela
Cali



70

No soy estanque en calma
o pozo en sequía
soy riachuelo
que recorre la pedregosa
entraña de la montaña
convirtiéndome en río
antes de salir del socavón

No veas mi calma como tinaja
ni como vasija para llenar

Soy vaso de alabastro
soy copa de vino servido

Mira mi vacío
que no es falta 
sino prueba
de que he vivido:
como vaso, como río, como rosa y turpial

Del estanque al infinito
soy agua que aprendió a volar.

Beatriz Helena Patiño Hernández
                                                     Bello



Partir

Partir es apagar la luz
deshojar la flor
perder el hilo
ignorar la ruta
esculpir en el vacío.

Es romper el corazón
destruir el nido

Partir es deshabitar lo propio
y es un paso dado hacia el olvido.

Amelia Restrepo


LECTURAS URGENTES DE POESÍA 
Antología IV


Lecturas Urgentes de Poesía
Antología IV
Ediciones Grainart
Santiago de Cali, 2017

viernes, 5 de octubre de 2018

Jáder Rivera Monje

En la ciudad de Neiva, en el marco del Encuentro con la Palabra tuve el agrado de conocer y compartir con el poeta Jáder Rivera. Me conmueve y me maravilla su forma de nombrar las cosas, su decir del mundo, su atestiguar la vida, su triste y bello canto. 

Bienvenido Jáder Rivera al Claroscuro.

                                                                           Foto tomada de internet

Jáder Rivera Monje (Teruel, Huila, 1964).
Licenciado en lingüística y Literatura de la Universidad Surcolombiana. Realizó estudios de Maestría en Literatura Hispanoamericana en la Universidad Javeriana. Fundó y dirigió las revistas culturales 
Indice de Literatura y Hojas Sueltas de Literatura. 

Distinciones: 

Primer lugar en el Concurso Departamental de Poesía José Eustasio Rivera  (1995)

Primer lugar en el Concurso de Cuento Humberto Tafur Charry (1995)

Premio Fomcultura “Colección de Autores Huilenses” con el libro de cuentos Diez Moscas en un platico con veneno (1998)

Premio Fomcultura. “Colección de Autores Huilenses” con el libro de dramaturgia El día sin horas (1999)

Publicaciones:

Prosas elementales (Samán Editores. Neiva, 1993), 

Los Hijos del Bosque (Trilce Editores. Bogotá, 1998),

Diez moscas en un platico con veneno (Fomcultura. Neiva, 1998), 

El día sin horas (Fomcultura. Neiva, 1999), 

Antología (Editorial Alquitrave, Bogotá, 2006) 

Inventario de casa (Finalista Primer Concurso Internacional de Libros de Poesía Fernando Charry Lara, 2015)

E-mail: riverajader@gmail.com


Inventario de casa 
(selección de poemas)



La guerra

...Y entonces se inicia la guerra.
La hierba emerge de las grietas de la casa
ronda sigilosa la humedad de las paredes 
y hecha abajo sus cimientos.

Mas, en los jardines,
en donde el capullo de la dalia engrosa,
pequeñas y dulces mujeres
sacan de sus senos los cuchillos
y derraman su sangre sobre la tierra.

Pero he aquí que la hierba ataca de nuevo.
Silba en lo alto de la loma,
baja ciega y brutal como un suicida
y ahoga con sus hojas los sembrados.

Para entonces,
ya robustos y oscuros hombres
armados de rencor y de metales
han cruzado veloces las distancias
y peleado a muerte con la invasora.

Yo miro impaciente.
De pie, en mitad de los campos, me pregunto:
¿Cuándo terminará definitivamente esta guerra
y se cerrarán confiados los ojos de los hombres?

"¡Nunca! ¡Nunca!", maldice la hierba.
Y la hierba se levanta después de su muerte
en las noches más frías y lluviosas
para ahogar en verde todo ojo humano. 



Lista de hombres

Esta es la lista de los hombres que fueron a la guerra
y nunca jamás regresaron.
Esta es la lista de los que aún yacen en los campos de batalla
mientras el tiempo del olvido gira redondo en el cielo.

Julio, el boticario, delgado como una vara;
el que oyó, en una noche silente y sin luna,
pasar la muerte pronunciando todos los nombres,
gritando su nombre al borde del delirio.

Pedro, el carpintero, que murió pensando en su casa:
blancas paredes, umbrales de labrada piedra
y un portal de fortísimo roble que debería mirar al oriente;
y una ventana, por igual, con geranios,
por la que entraran el sol y el canto de los toches.

Miller, el dulce amante que cantaba en las tabernas:
"¡Oh mujeres, mujeres, todas las mujeres!
¡Tan bellas, tan bellas!
Se me llena la boca al pronunciar sus nombres:
Laura, María, Azucena, Beatriz, Violeta.
Ustedes me matan si con esos labios me besan en la boca
si con esos brazos me anudan el alma."

Esteban, el orfebre, el pequeño dios artesano,
leve como la brisa,
atormentado por los presagios y los espíritus.
El que aún dormido tomaba a su esposa de la mano
para que no se lo llevaran las sombras.

Y Gabriel, el de bello torso,
el hombre por el que cantaban y lloraban las muchachas,
triste entre corazones rotos,
desmadejado por el agua de los ríos,
pálido bajo la sombra móvil de las ramas de los carboneros.

Antonio, el pajarero,
el que solía subirse sobre la techumbre de los bosques,
plantado en mitad de la batalla, desnudo el pecho,
empañados sus ojos por el hondo dolor y la sangre.

Y los gemelos Gutiérrez,
como un reflejo en el agua, uno mirándose en el otro,
confundidos entre el fuego y los metales,
las frentes sangrantes
y sus gritos atorados en la garganta.

Y los primos del otro lado de la loma, ¿te acuerdas?
Los que venían en las noches a cantarnos sus canciones,
los que vinieron una noche
y les cambiaron por fusiles sus guitarras.

Y los señores Fernández que aportaron las armas,
los oscuros cañones por los cuales saldrían dando gritos
sus propias muertes.

Y todos los soldados enemigos, ¿cuáles enemigos?
Mis hermanos, miles entre miles,
temblando como los nuestros de este lado;
sin vida sobre los sordos cauces de los ríos,
sobre los caminos soleados por donde solo pasan las bestias,
boquiabiertos como en mitad de una palabra.

Y también los que murieron de regreso a casa,
los que fueron abandonados en mitad de los caminos,
o sepultados, como hombres sin honor y sin patria;
los que aún son hoy piedra sobre piedra,
polvo sobre polvo, viento, solo viento y olvido.

Y también debo hablar de las mujeres,
porque ellas también murieron en la espera.
Las mujeres de aquí y de todas las regiones de Colombia,
todas y cada una de las mujeres que esperaron
el regreso de sus hombres, que esperaron,
que aún esperan.



Los mangos

Madre,
voy a colgar mi corazón
en una de esas ramas,
para que madure como las frutas
y se lo coman las aves.

Dichoso yo si mi corazón
entra en la sangre de esos seres,
o si una muchacha morena
hunde sus dientes en mi carne.

¿Pero qué pájaro,
qué muchacha morena
querrá mi corazón
para verter en su boca mi vida?

Madre,
voy a colgar mi corazón
en una de esas ramas,
para que madure como las frutas
y se lo coman las aves.



Llanto por la muerte de Esteban

Los hermanos se han reunido para llorar a ese otro hermano ausente. Es octubre. Madre decía que en octubre, cuando el papayo se estirara otro metro, madurarían sus frutos. Mas hoy aún están verdes. Solo hemos tenido noticia de la desgracia. Un rumor muy vago, como un oleaje de voces. ¿Quién lo ha matado? ¿Por qué tierras lejanas un amor o un amigo han limpiado la sangre de su pecho?

La madre viene y abraza los hijos y los hijos lloran con ella. Lloran un llanto de años, porque hace años, muchos años era muerto. ¡Y solo ahora traen la noticia! Todos estamos tristes y hasta duele en el alma escuchar el canto del gallo. Los hermanos ahora se miran y no hablan. Alguien vio el gesto del hermano muerto en el movimiento de una mano y ocultó el rostro para no dejar ver las lágrimas.

Los hermanos se han reunido para llorar a ese otro hermano muerto. Al Esteban que cantaba en la plaza de los pueblos. Es octubre. Madre decía que en octubre madurarían las papayas; pero solo la muerte ha madurado sus frutos. 



Infancia

Venía la lluvia, despacio, sobre los tejados. Y bajo el chorro de los canales, por las acequias, descalzos y riendo venían los niños. Los niños de los hombres pobres, mientras los otros miraban por la ventana, sonrosados, tristes, bajo enormes sacos de lana. Llovía y era una fiesta allá fuera, sobre las hierbas, sobre los charcos, sobre los altos almendros, quejumbrosos bajo el peso del viento y del agua.

Y yo miraba, niño de rico, a través de la ventana, el juego del agua y el chapoteo de los pies descalzos, pequeñitos de edad y de frío. Yo miraba escurrir el agua de los rostros y empapar toda la ropa, mientras solícita, mi madre, me apartaba de la corriente de viento. Allá afuera quedaba la lluvia sobre la cabeza de los niños pobres, alegrándoles la vida de privaciones, haciéndoles olvidar el hambre y los vestidos rotos. Y los niños pobres sabían de mi tristeza y se acercaban a la ventana, colocaban su rostro contra los vidrios pañosos y conmigo sonreían.


                                                                              Jáder Rivera Monje



Inventario de casa
Poesía
Jáder Rivera Monje
Finalista primer Concurso Internacional de Libro de Poesía
Fernando Charry Lara 2015
Universidad Central 
Ediciones Exilio