Decir luz y oscurecer el día, decir tiempo y detenerlo. Llamar la nostalgia y no encontrar recuerdos, tirar piedras a la lluvia, sentarse a la sombra de árboles mudos, ver amarillar las hojas, llamar otoño.
Bienvenida Elvira Alejandra Quintero al Claroscuro.
Elvira Alejandra Quintero, Cali, 1960. Arquitecta y Magíster en Literaturas Colombiana y Latinoamericana. Profesora de Literatura en la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad del Cauca.
Publicaciones:
Hemos crecido sin derecho. Editorial Altazor, Cali.1983.
La noche en borrador. Alcaldía de Chiquinquirá, 2000.
La ventana: cuaderno de Ana Ríos. Universidad del Valle, Cali. 2002.
La mirada de sal, 2005
Los nombres de los días, 2008
Memorias de Alejandrina, 2012
5000 kilómetros al sur, 2013
Intemperies. Ediciones Hespérides, Argentina, 2018
Premios:
Premio de Poesía Antonio Llanos, Cali, 1984, por el libro Hijos de los sueños
Premio Nacional de Poesía Ciudad de Chiquinquirá 1999 por el libro La noche en borrador.
Premio de Poesía Jorge Isaacs, Cali, 2004 por el libro La mirada de sal
Primera mención en el Premio Internacional de Poesía Crisóstomo Lafinur, San Luis, Argentina, 2011
Premio Dámaso Alonso, 2018, otorgado al conjunto de su obra intelectual por la Academia Hispanoamericana de Buenas Letras de Madrid.
Elvira Alejandra Quintero
Lluvias
1.
Ahora la lluvia resbala por los caminos verticales del espacio.
Nubes de humo formadas con nombres de poemas bailan tras un
cristal, y los pensamientos se hacen más fuertes cada vez que las
gotas se derriten.
Afuera las calles se complican con horarios y leyendas
lento viajar y girar del pensamiento
la lluvia nos abraza, el calor nos derrite.
El fuego baila sobre caminos cóncavos, y la voz del cielo se hace
dura.
3.
Sentada frente a la tarde dije que quería morir.
Pero no estabas y nadie más podía escucharme.
Sin tener hacia donde crecer la rabia.
A quien decirle
a quien decirle.
La sentencia
Lloverá
otra vez de nuevo y para siempre.
Lloverá y no podrás volver a abrir los brazos
bajo el cielo azul de la ciudad que amaste
allá
en ese verano en que lo quisiste
para siempre
Estación Bahía Blanca
3. Soledad
Voy por caminos áridos despejados pelados tristes solos.
Me pregunto qué hice aquí hace mil años que debí volver ahora.
Me digo que amé aquí seguramente
me digo también que lloré aquí seguramente
me digo que fui feliz aquí seguramente.
Voy por caminos amarillos que me hablan del Van Gogh que amo
y no es de aquí.
Voy por caminos de árboles desnudos
e impúdicos
y solos.
Les pido una fruta y me dan una pregunta que guardo en mi libreta
les pido un amor
y me devuelven una fotografía marchita
les pido un verso
y me gritan una copla antigua.
Pero no he de regresar aún, me digo.
Mi tierra llora bajo la belleza de sus cielos
olvidada del mar y de los ríos que lavan la sangre regada arriba
en los páramos de azufre y cabuya
en los bosques de cedro negro apretujados para escalar al sol
lejano arriba.
Campanillas diáfanas del viento hacen trizas la tarde que cae
violines imitan el gemir de las mujeres.
2. El sur
Aquí la palabra se estrangula
y tapa el sol
y su camino deshecho de hojas muertas en el último otoño.
Pero canta todavía mi voz
y no teme herir las palomas que vuelan dispersas en el aire azul.
Mandarinas aroman mis recuerdos
y la niebla de paraíso donde me dijiste adiós la última tarde
aquella en que no miré hacia atrás
por miedo
rogando enterrar al fin los muertos de mi pasado.
Porque mis muerto no son sólo mis recuerdos
ni mis besos jóvenes en tu cuello
ni mi amor de muchacha
ni mi alegría desprevenida con mi pelo al viento.
No mis muertos apuñalados en sus bosques de trigo
y de café y de frutas de trópico hirviente.
No mis muertos contados por decenas
en los dedos de las manos de los brazos
de los miles de enterrados anónimos en los bosques de mi tierra.
Por eso dije adiós, hastiada.
Por eso la palabra se estrangula
y muere cansada bajo un sol de otoño al sur del sur.
Intemperie
Entonces beso el aire
con las preguntas que aún cierran el puño
y con los pies el agua de estos mares helados:
Vengo de un siglo estéril para la dicha y cruel para los que se aman
y yo soy su símbolo y su vástago más fiel
su hija.
Ofrezco a la tierra mi sed y mi nostalgia
y enciendo el fuego
con todas las sombras que guarda el libro de los días:
Allí el camino
su lluvia y sus espejos
sus cruces abiertos y cerrados
su intemperie.
Elvira Alejandra Quintero
Intemperies
(Antología temática)
Elvira Alejandra Quintero
Ediciones Hespérides
La Plata, Argentina
2018