miércoles, 26 de junio de 2019

Alexander Elías


Urbano, delirante, solitario, el alma de la soledad colectiva que persiste en reflejarse en cada lágrima. El poeta fragmentando la luz nocturna, el grito.

Bienvenido Alexander Elías a Claroscuro. 




Alexander Elías seudónimo de Fredy Alexander Muñoz Garzón. Poeta colombiano. Gestor y activista cultural con formación humanística y amplia capacidad de liderazgo en procesos y proyectos de formación de públicos y de espacios para la promoción de Lectura y Escritura, con publicaciones en distintos medios digitales e impresos, nacionales e internacionales. Su trabajo está publicado en los libros: Vuelo a Marte (2005) Ventana de Fragmentación (2008) Mensajes de Texto, Plantillas Poéticas (2008) Amores Urbanos (Antología 2011) Poca Tinta (Antología 2012) Letras por Suramérica, Capítulo Tulcán, Nuevas Voces del Ecuador (2012), Sueños y otros versos clasificados (Amazon 2014), Amores Urbanos II (Antología 2015), Poesía Digital App (PlayStore 2017), Ventana de Fragmentación E-Book (2018) Contando Cuentos (Antología 2018) Poesía en Paralelo Cero (Antología 2019). Actualmente se desempeña como: Editor/Corrector en Mango Biche Ediciones. Gestor Cultural del Festival Café Libro del Carchi. Promotor de Lectoescritura en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Núcleo del Carchi y Mediador de Lectura para la OEI en el Plan Nacional del Libro y la Lectura José de la Cuadra de Ecuador.




*¿Quién es Fredy Alexander Muñoz Garzón? 

Fredy Alexander Muñoz Garzón es el nombre de pila de un ciudadano, un ser humano viviendo una experiencia humana en el mundo, un aprendiz perpetuo y un maestro ignorante que lo sabe y se reconoce como tal. Hijo, hermano y amigo, esposo y compañero. Por fuerza del tiempo, adulto. Niño por convicción.


*¿Quién es Alexander Elías? 

Alexander Elías es una ficción, un invento, es el seudónimo de una joven voz de la poesía colombiana y latinoamericana, pero esa ficción transita por capitales con sombreros de fieltro, va a cafés con amigos a hablar de poesía, escucha música social, clásica y zen para vivir poéticamente, disfruta la soledad y el silencio lo mismo que de la compañía de un buen vino tinto, de preferencia chileno. 


*¿Cuál es tu definición de poesía? 

Las definiciones por lo general terminan siendo determinaciones o delimitaciones conceptuales de la razón o la lógica, en cuanto a la Poesía creo que está presente en todo lugar y todo momento y su definición es ilusoria, transitiva. En cuanto a eso que se escribe y llamamos poema, creo que es un ejercicio bastante interesante para explorar las posibilidades humanas en cuestiones fundamentales como; conocer, sentir y vivir. La poesía es una forma de autoconocimiento.


*¿Cuál es el punto cero, el origen de tus poemas? 

El punto cero, el origen en ocasiones surge desde adentro, de una emoción, un sentir, una pregunta, una mirada divergente, en otras oportunidades surge del exterior (que en cierta medida también va dentro de uno) la guerra, la desigualdad, el desamor, los desencuentros en sí. De esos detonantes que pueden ser endógenos o exógenos surge una necesidad de comunicar, de decir y manifestar una postura, una visión de mundo frente al mundo. Al comienzo de esta aventura de escribir versos los poemas eran básicamente insuflados por el eros juvenil, luego, con el paso del tiempo aprecié el tánatos como una realidad invariable de Colombia y el mundo, de ello también surgieron poemas. Hoy estudio la arquitectura del lenguaje y busco la simpleza, la sencillez, para dejar una voz, un pensar y un sentir registrado en mi paso por este espacio tiempo.


*Cuéntanos cómo es tu proceso a la hora de escribir 

Para mí la escritura es una forma natural de comunicación, como el canto para las aves, me ha parecido delicioso el lenguaje desde mis primeros años de escuela, siempre me intrigó el origen de las palabras, sus significados y usos, sus formas de dar forma al mundo. Así que a la hora de escribir, busco decantar el universo que llevo dentro en palabras que sean acústicas a un sentir amplio aunque especifico, me gusta jugar con el lenguaje, darle virajes y en ocasiones verle naufragar, es también hermoso cuando contemplas como un poema se hunde tranquilo en el pantano del olvido y viene a llenar los vacíos que se habían llenado de nada. Hoy en día me gusta escribir en las mañanas, aunque por un buen tiempo la pulsión me despertaba a la madrugada y no me dejaba dormir hasta que le tomaba el dictado a la poesía y veía bosquejado el poema.


*¿Cuáles son tus influencias poéticas? 

Principalmente la experiencia de la vida. He procurado leer poesía de diferentes tiempos, locaciones y culturas en el mundo. En cuanto a autores y lecturas más cercanos a mis afectos, en los cuales me he buscado y quienes me han ayudado a encontrar mi propia voz, están desde; Amado Nervo, Porfirio Barba Jacob, Julio Flórez, José A. Silva, Oliverio Girondo, Pablo Neruda, Constantino Kavafis, Miguel Hernández, Antonio Machado, Octavio Paz hasta; Jodorowsky, Bukowski y la constelación de nadaístas en Colombia. Me gusta la poesía de Raúl Gómez Jattin y el movimiento de Poesía Inadaptados que surgió en Cali después del 2000.


*¿Qué les dirías a las personas que están comenzando a escribir? 

Que escriban, así no suene bonito cuando lean, que escriban que escribiendo se aprende a escribir, sobretodo les digo que escriban porque es un ejercicio que les puede hacer conscientes del lenguaje y de sí mismos, que escriban porque no todo está escrito, y aun lo que ya está escrito todavía se puede reescribir.  


*¿Qué opinas de las redes sociales? 

Mi opinión es que la humanidad siempre ha desarrollado redes sociales para la interacción, la comunicación y la supervivencia misma de la humanidad. Ahora, que en la actualidad haya aplicaciones y plataformas tecnológicas que permitan una suerte de ubicuidad y atemporalidad que amplía las posibilidades de comunicación, es lo que confirma la necesidad gregaria del ser humano de sentirse parte de algo. Pienso que este concepto de redes sociales que se maneja en la actualidad se reduce mucho a lo que pasa en el internet y no creo que sea allí su único espacio de acción. En la actualidad los humanos están obnubilados por el aumento vertiginoso de la tecnología pero viendo cifras y entendiendo que solo cerca del 4% de la población mundial usa WhatsApp este tema de las redes sociales aun esta por reinventarse. También hay que recordar que en extensos territorios del planeta comunidades inmensas no usan Facebook, pero si otras redes, otras aplicaciones y otras plataformas. Incluso las redes sociales hoy en día podrían verse como corrales de ganado donde de manera gratuita la gente va dando información valiosísima que unos pocos saben explotar a beneficio particular. En conclusión creo que eso que llamamos redes sociales en la actualidad, son mecanismos de inteligencia y control de masas. Por eso es tan importante desarrollar contenidos de cultura y contracultura, de artes y de ciencia para que el pensamiento libre surja y la humanidad pueda hermanarse en los valores y principios de libertad, igualdad y fraternidad.


*¿Cuáles son tus autores preferidos y que lectura recomiendas? 

Es una pregunta difícil de responder, en la medida que cada autor que he leído ha sido mi favorito en su momento de lectura, al poder descubrir en su escritura un universo decantado para mí como lector. 
Disfruto mucho la relectura de los poemas de Raúl Gómez Jattin, en especial de la antología Amanecer en el Valle del Sinú. También recomiendo la lectura de las once antologías de Poesía en Paralelo Cero donde figuran las voces de poetas contemporáneos de diversas latitudes del mundo pero con especial énfasis de poetas latinoamericanos. Recomiendo a los que están en Bogotá Colombia que visiten el Gimnasio Moderno durante la programación de su agenda cultural en el espacio de reflexión Las Líneas de su mano. Porque la poesía no solo es lectura, también es dialogo y encuentro.


*¿Hacia dónde va la poesía?

Hoy que un hakerpoet puede escribir versos con un algoritmo, hoy que todo es materia prima para memes, hoy que la humanidad naufraga en el universo viajando a la deriva en un planeta del que pocos se han enterado que no tiene timón ni ruta, hoy la poesía es más necesaria que nunca. 
Es necesaria porque nos puede humanizar, sensibilizar frente al otro, enseñarnos que la diferencia no es mala, que los que fungen de buenos son los verdaderos malos y que el orden está alterado, hoy que todo está patas arriba, hoy que ya están muertos todos los padres de todas las patrias y que superamos las fechas del apocalipsis anunciado, la vida necesita poesía para salvar la humanidad.  



UNO 

Como un número,  singular,  impar,  solitario,
aparece de la nada,  uno,  así,  de repente,
de la nada,  que antes de ser uno,  son dos,
que dizque hacen el amor,  Con sus cuerpos,
de sexo,  plural,  par,  compartido.
Luego,  uno surge,  nuevo,  vacío,
casi inocente,  casi humano,
casi vivo.
Pero al fin de cuentas,
culpable,  animal,
muerto.
Entonces,  uno percibe que no es el único,
que sobreviven otros,  como uno,
que uno mismo es múltiple
y a veces,  uno que otro,  descubre
que esa multiplicidad es indivisible
y uno se entera que la multiplicidad
puede ser unidad en uno mismo,  o en otro.
Así,  uno resurge,  llenando de sentido,
los días,  la memoria,  la vida misma,
inventándose motivos,  alegrías de vivir,
evitando pensar en lo funesto,
rehuyendo lo inevitable,
lo verdaderamente esperanzador.



NEGACIONES

Cuentan que escribir es como ascender
en solitario  en globo aerostático, en zepelín personal,
creando el mundo con las sensaciones que lo describen,
paisaje tras paisaje, eslabón tras eslabón.
Cuentan que leer es como caminar
y paso a paso avanzar a lo desconocido
creando el ambiente, los diálogos, la trama,
hasta llegar al desenlace final.
Cuentan que soñar es como ver un film
High Definition, ultra sensorial e hiperreal
creado por nosotros mismos
para desvelarnos nuestra primigenia verdad.
Pero aun así pocos escriben ¿Para qué un zepelín
en solitario?  Si existe el AirBus, el jetlag,
la Smart TV, NatGeo y Discovery Chanel
resumiendo los paisajes que se pueden visitar.
Aun así pocos caminan por caminar,
es la era de los coches con sistema de posicionamiento global
todo es seguridad, no hay que inventar o descubrir,
lo importante es acelerar, usar cinturón y saber frenar.
Peor aún hacer realidad los sueños
Eso es quitarle efectos especiales, es reducir su calidad
es ir en contra del designio mundial,
lo que hay que hacer es consumir
y trabajar, trabajar y trabajar.




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Hay que estar despierto, activo, produciendo
No es tan urgente pensar, meditar, trascender
Para eso están los sabios de oriente
Y los escritores de superación personal
Y los protagonistas de las novelas de reality.
Hay que producir, hacer dinero, ser feliz
No es sensato escatimar esfuerzos
en comprar electrodomésticos, coches,
títulos, casas, familias, seguros, deudas.
Hay que llenarse los ojos y los oídos
de imágenes, sonidos, vacíos, silencios.
Eso de leer es para los vagos que estudian
y eso ya no se usa en este mundo de sabios,
donde el omnipresente y siempre oportuno internet
nos lo dice todo y nos recuerda entre banners,
la urgente demanda de eficientes obreros,
la excelente oferta laboral que hace de sueños realidad.
Antes de dormir hay que estar despierto
Atento, produciendo, siendo feliz de la felicidad.
En cambio, antes de despertar
Hay que morir un poco 
Y entregarse a un pequeño fallecimiento nocturno
que nos acerque a la defunción verdadera
Más allá de la muerte que estamos viviendo a diario.


DELIRIO

No me acuses,
que ya estoy pagando el precio de mi culpa 
con las llagas de mi propia carne.
No me condenes,
que el auto exilio de la memoria
es mi collar bajo la sombra del cadalso.
No me interpeles,
que las respuestas de la vida las dejé olvidadas
en la rutina compulsiva de mi pobreza.
No me ames,
porque el amor tiene que ser reinventado 
según los conjuros del maldito Rimbaud.
No me tomes en serio,
ya que nada es todo, todo es broma, 
excepto la muerte, incluso la vida misma.
No recuerdes en tus afanes mi nombre,
ni siquiera la silueta de mi rostro,
olvídate de mí, deshazme en tu recuerdo, 
desmemoriza las arrugas de mi frente,
las canas prematuras, advenedizas
y la alopecia torpe de mis años perezosos.
O acúsame, al fin
que ya estoy pagando el precio de mi culpa 
puesto el collar bajo la sombra del cadalso.
Condéname y deja
que con mi auto exilio de tu memoria
rompa la rutina compulsiva de mi pobreza.
Si te da la gana, interpélame, en silencio 
ya que las respuestas de la vida las dejé olvidadas
con el color de las vocales del mago Rimbaud.
O ¿quieres tomarme en serio, ahora?
que ya todo es nada, nada es broma,
excepto la vida, incluso la muerte
y la silueta de mi rostro
y las llagas de mi propia carne.
Mejor, acúsame una vez más
por las arrugas advenedizas de mi frente
y por las canas prematuras a mi vejez 
y por la alopecia torpe de los años perezosos de mi vida.
Olvídame o no me olvides,                                                                                     
que tu bipolaridad me vale poco,
guárdame o arrójame de tu memoria. 
Yo  despertaré en el delirio de la razón,
preguntando de qué sirvió quererte.

                                                                               Alexander Elías

sábado, 8 de junio de 2019

José Luis Tahua Garcés

La hondura de la poesía, su alto vuelo. El hombre solo, acompañado de su solitaria sombra, con sus recuerdos y ensoñaciones. La primavera lejana, el humo de las ciudades, la solitaria sombra que vaga en la lluvia. 

Bienvenido Jose Luis a CLAROSCURO.



José Luis Tahua Garcés, Sierra Central del Perú, 1957.  Estudió Ciencias de la Comunicación, Universidad de Lima, 1975. 

Ganador del II Premio Nacional de Poesía con el poemario  Diario de Campo (XXVI Festival Internacional de Poesía de Medellín 2016).

Participó en el I Encuentro Internacional de Poesía Germán Cardona Cruz (Tuluá, Colombia, 2017) 




De los reinos sometidos



De los REINOS SOMETIDOS, el del cerdo
(Sus domesticus) soñando entre el fango
escarbando la tierra parece buscar un lugar para su huida. No es posible
esta realidad de residuos y una que otra sidra; es perversa
la historia de los tres marranitos
y el certero puñal en la garganta - mis gritos desaforados.
Fasto y macabro exhibir nuestro cuerpo a la ciudad,
que acude con sus talegos y los últimos céntimos
para obtener algo de mis entrañas.

           


De los REINOS SOMETIDOS, el de la vaca
con lengua aterciopelada y ojos descompuestos
dando de alaridos cuando su turno toca;
aunque se le recomienda resignación y silencio
al ser transportada en camiones cuando el mundo duerme.





De los REINOS SOMETIDOS, el del cangrejo
- en su atmósfera plástica y acuática
                                          / en su planeta ROJO o VIOLETA.
Es el río el que corre hacia atrás. El sólo se desplaza
para alcanzar la transparencia, es decir, la pureza.
En una mañana en que la luz asoma de manera tímida
él sabe y comprende que todo está destinado
a las entrañas vulgares de otras especies.



De los REINOS SOMETIDOS  y destinados al fuego
a los largos comedores y allí a los viandantes
                         el Reino Animal
                                       Vegetal
                                       Mineral. Pero también el de los Fantasmas
                                       que vienen o regresan
                                       con EBRIEDAD y rencor
                                       con EBRIEDAD y culpa
                                       con EBRIEDAD y dientes afilados.

Se desprenden las agrias carnes entre las manos finas y
certeras del oficiante, es decir, el cocinero
ojos apacibles, mirada piadosa acostumbrado a estas ceremonias.



“Canción para Frank Lucas”


El azul del cielo no puede contrastar mejor
estas paredes cubiertas por el insomnio. Y las luciérnagas son esos insectos
que diviso a lo lejos como una estrella que avanza y avanza
hasta explotar contra mi rostro.

                                                       El verano Frank es mejor en Tailandia.
Allí crecen amapolas entre las cuencas. Hermoso paisaje que hace borrar las penas.
Buscar el sueño profundo. Calmar el llanto de las mujeres que no pueden olvidar.

Tú trajiste la magia azul entre los fardos de los muertos, entre las armas de la derrota.
La guerra es natural a los hombres. También el odio.
                              Dicen, que la muerte nos anda buscando Frank.
Pero sabes, prefiero el canto alrededor del fuego cuando la ciudad ha caído.
            Cuando entre los escombros aparecen cabezas sofocadas. De sus causas
tal vez hayas meditado allá en Harlem; como humilde chofer comiendo habas,
o tal vez, sumergiendo entre tu lengua opio desleído en vino tibio.
                                         Esto, se llama abrir la mañana, sí señor.
                   

Medellín-New York-Medellín
10 de septiembre de 2014



Anónimos


Bajo pena de libertad
(Para el Tío Ho y los compañeros de la guerra de los 80´en el Perú….)


El tío Ho estuvo entre las selvas del Vietnam sin más alimento
que las gotas de rocío sobre las grandes hojas
                                - semejantes a una especie
de oreja de elefante que sólo se encuentra en la ciudad de Bengala.

                                                      Era el Año del Buey
                                                     pero también de gusanos
brotando desde el fondo de la tierra, más roja que un cráter
y abierta como una muchacha en flor a orillas del Lijiang.

                                     El canto del que ilumina abría las tardes,
acompañado por las voces en falsete
de trovadores venidos desde el Vietcong.
                                                         Oraciones entre formas calcinadas,
mientras las aguas trazaban un rumbo
que hoy ya nadie recuerda. Sólo las fauces del cielo - como boca
del desprecio,
                        nos muestre la miseria bajo una lluvia triste
                        entre los rostros. Solo como una hierva
en el campo, escucho el viento, la voz de alguna vieja
que habla entre los patios, y sé, que la muerte
                                  se parece a esa mancha húmeda
                                 que crece en la pared……..

Bogotá, 1 de Diciembre de 2010


                                                                        José Luis Tahua Garcés

miércoles, 5 de junio de 2019

Ángela Lozano



Somos polvo de estrellas, cientos de últimos destellos, últimos minutos de recuerdos distantes. Errantes, siempre errantes en la vasta oscuridad de este pequeño universo.

Bienvenida Ángela Lozano a CLAROSCURO 





Ángela Lozano, “La crespa”. Cuentista, nació en Neiva, pero creció en el Juncal.
Ganadora del Concurso Departamental de Cuento Humberto Tafur Charry en el 2015 y ganadora del Concurso Nacional de Cuento Porfirio Barba Jacob en el 2018.
Actualmente estudiante de psicología de la universidad Surcolombiana.


*¿Quién es Ángela Lozano?

Ángela Lozano es una absoluta soñadora, que ama con fervor escribir lo que sea, en donde sea, por lo que vive entre sus ideas constantemente. Es una mujer transparente, curiosa, crítica de su entorno, pero a la vez muy sensible con las personas.


*¿Cuál es tu definición de Cuento?

Mi definición de cuento es que el cuento es como una anécdota, un único evento que cambia el rumbo de los involucrados en él, para mí el cuento es preciso, es contundente, pero igualmente delicado... Siento que el cuento es lo que nos pasa a diario, en esas pequeñas cosas que casi nadie ve.


*Cuéntanos cómo es tu proceso a la hora de escribir

Yo siempre pienso en la historia de los objetos. Imagino cómo se hicieron, quién lo habrá hecho, con qué objetivo, para quién. Y de esa manera empiezo a crear historias respecto a ello. Con las personas me pasa lo mismo, sin interactuar con ellos, al verlas por primera vez, trato de imaginar su historia, sus orígenes, esto lo hago en base de lo que percibo. Entonces me invento una historia a cada persona que vea en la calle, un anciano, un niño que venda dulces en un semáforo, el artista que hace malabares, y luego escribo, y vuelvo a escribirlo una y otra vez hasta que me impresione a mi misma la historia que haya crecido a partir de ello.   Pienso que autores como Humberto Tafur Charry o Porfirio Barba Jacob han tenido mucho que ver conmigo a la hora de escribir, siento que me han motivado, sus aires de antigüedad, de lo antaño... Eso me encanta.


*¿Tienes alguna imagen recurrente?

Mis cuentos tienen una característica muy particular: los personajes sufren mucho. Sobreviven a distintas catástrofes, amo poner los personajes en eventos con una posguerra o ante un apocalipsis. Porque siento que el hombre solo reacciona y es consciente de su "ser" en el mundo cuando se siente al borde de un abismo. Mientras esté todo bien, nadie se pregunta por cómo sería su vida si de repente todo colapsa. Y para mí eso es fundamental... Mis personajes siempre son sobrevivientes, porque de alguna manera siento que vivir es un constante acto de supervivencia que nos gusta adornar con el arte y la cultura. Y, precisamente estas dos cosas son las que nos hacen sentir que podemos resistir una vez más.


*¿Qué le dirías a las personas que están comenzando a escribir?

Que antes de escribir lean. Qué lean todo lo que caiga en sus manos. Que sean críticos, que investiguen, que jamás dejen de moverse, de preguntarse; porque creo que sí el hombre está en una continua búsqueda de lo que sea que lo haga feliz, es mejor que se arme de argumentos y conocimiento. Y la escritura es una herramienta para aquella búsqueda. Y que escriban, de la manera que sea, como quieran, pienso que ya ha corrido demasiada sangre debajo de los puentes para creer que solo existe una forma de escribir.


*¿Qué opinas de las redes sociales?

Pienso que las redes sociales son un arma de doble filo. Por un lado, puede acercar a la persona que están lejos, pero por otra parte puede alejarte de los que tienes cerca. Y es ahí donde falla algo en la persona, las redes sociales son indispensables, fuentes de información ilimitadas, pero aún así nos estamos convirtiendo en la generación mejor informada pero peor educada. Porque la información de las redes no educa, solo es una herramienta, no es la verdad absoluta y es muy ingenuo pensar que podría encontrarse la absoluta verdad en una maquinaria... Somos seres sentipensantes, cómo lo explica Fals Borda, y no podemos permitir que las redes nos succionen aquella poca humanidad que aún conservamos.


*¿Qué opinas de la poesía?

La poesía nos sostiene. Pienso que es un puente entre aquello que sentimos y lo que nos entrega nuestro proceso cerebral. La poesía mueve y conmueve, y sentir en un mundo lleno de máquinas es un absoluto acto revolucionario. Tengo un cuento en el que narro cómo sería el mundo luego de la muerte del último poeta, en dónde la gente dejaría de sentir, pero que finalmente se darían cuenta que lo único que tienen para seguir existiendo es ser conscientes de su propio "ser" ver más allá de lo que nadie se atreve, ver el mundo desnudos, las almas sin piel, sin órganos... Ahí está la poesía. La poesía es el mundo, detrás del mundo.


*¿Cuáles son tus autores preferidos y qué lectura recomiendas?

Mis favoritos siempre van a ser Tafur Charry y Barba Jacob, pero he de recomendar a un hombre peruano que desafortunadamente falleció muy joven, Abraham Valdelomar, sus cuentos son sublimes.


*¿Cuál es el Punto cero, el origen de tus cuentos?

Realmente es una historia curiosa la manera cómo empecé a escribir. Tenía unos ocho o diez años cuando leí por primera vez El Principito, ese pequeño libro hizo que algo en mí explotará de repente y es que cuando al finalizar el libro el autor dice que le avisen cuando el principito haya vuelto, yo me quedé pensando en lo terrible que sería para el principito pasar tanto tiempo en el Sahara, me lo imaginé sufriendo y sin comida ni agua, entonces en mi cabeza se me metió la idea de que debía ser yo quien volviera al Sahara a buscar a aquel pequeño de cabellos rubios y prometí que le dibujaría todos los corderos que quisiera. Con el paso de los días mi madre con extrema paciencia me explicó que tal cosa no era posible, y entonces comprendí que jamás iría a Sahara, así que mi madre me regaló la idea de que mejor escribiera lo que sucedería si de pronto el principito volviera a la tierra. Ese fue mi primer cuento, que entre mi desorden continuo dejé perder.
Mi padre también es un referente a la hora de pensar en cómo empecé a escribir. Pues resulta que en la finca en que vivíamos no teníamos luz eléctrica, y para vencer el aburrimiento luego de la escuela, mi papá me sentaba en sus piernas debajo de un palo de mango y me enseñaba estrofa por estrofa los poemas llaneros de su preferencia, y recuerdo que el primero que me aprendí fue "el caporal y el Espanto" de Juan Harvey Caicedo. Mi papá pasó su juventud declamando poemas de todas partes, también escribió en algún momento, pero los años y el ruido del tiempo hicieron lo suyo. Sin embargo, aún recuerda algunos, aún declama en fiestas familiares, y en noches despejadas, pero tengo intactas cada palabra de los poemas que él me enseñó.



EL TÉ DE LA TARDE

La llovizna tenue ya había empezado hacía unas tres horas, pero la brisa fría, esa brisa que  hace temblar hasta la conciencia, había comenzado cuando el relojito de la pared marcaba un cuarto para las cinco de la tarde, cuando el sol ya había empezado a agonizar. Ella ansiaba esa hora, anhelaba ese día desde hace mucho tiempo y se sentía orgullosa de haber sobrevivido a todos sus males solo para vivir ese momento; se había sentado en el pequeño sofá junto a la ventana lateral y leía el mismo libro que estaba leyendo hace un año a la misma hora, en el mismo sofá, e incluso se había puesto el mismo vestido que con tanto celo había cuidado y defendido de las malvadas polillas, que parecen brotar de la humedad. Preparó dos tazas de té en una vajilla especial, la misma del año pasado, que solo era usada para esa fecha, para esa hora. Ella sabía que a él le encantaba ese té y lo apreciaba, porque a pesar de todo él había aprendido a tomar con ella el té de la tarde. 

Ya faltaban cinco minutos para el preciado momento. El esperado instante donde una promesa debía ser cumplida, donde los caminos de la vida y del mundo lo traerían a casa nuevamente para que ella pudiera volver a abrazarlo, a sentir su compañía y cariño; pero no quería que él encontrara nada extraño al volver, por eso usaba el mismo vestido, y preparaba las mismas tazas del mismo té que sabía que le encantaba, aunque él nunca se lo dijo, pero ella lo sabía. Sabían todo el uno del otro, habían sido inseparables durante mucho tiempo, él la adoraba con una lealtad inefable y ella le guardaba un amor verdadero, de esos que ni la más enorme distancia puede extinguir, de esos que ya no se ven. 

Entonces sacó de un viejo y maltratado baúl una carta consumida más por leerla tantas  veces que por la acción del tiempo en el papel. A las cinco en punto leyó la carta en voz alta junto a la ventana, como lo había hecho los últimos treinta años. Los recuerdos empezaron a agolpar su pecho nuevamente, de la misma forma como la han consumido por tantos años en los que ella se había sentado junto a la ventana a esperarlo, clavando su mirada envejecida en la carta en la que le prometían devolverlo sano y salvo en aquella fecha, cuando la guerra terminara, y a esa hora, cuando ya no fuera tan palpable el sopor de las masacres. Terminó la carta con ansias, y con la última llama de fe aun ardiendo en su pecho abrió la puerta, de inmediato la cruda brisa de la llovizna la invadió por completo, penetró en sus huesos y le heló el pensamiento, no había nadie, solo el invierno cruel apoderándose de sus coyunturas. Se sintió abandonada, vulnerable,  olvidada por aquel que un día se fue sin despedirse en medio de los bombazos de un conflicto ajeno a su voluntad, y que  jamás regresó. 

Por un instante la brisa le trajo a su memoria los recuerdos del día en que recibió la carta, recordó ese sentimiento, el alivio, pues en el papel decía que él estaba bien, que unas personas lo habían cuidado, que pronto estaría de regreso. Pero había pasado treinta años anhelando que se cumplieran aquellas letras. Nunca se supo si lo esperaba con verdadera esperanza, ingenuidad o si simplemente se había convertido en una costumbre de su ya desvanecida cordura, pues no entendía que la vida es corta, y se vuelve a un más improbable cuando la guerra nos respira en el cuello, y eso, lo sabe toda criatura en la tierra. Lo sabía él. Pero tal vez la anciana no.

La brisa se apoderó de ella tan bruscamente, que su pecho ajado y contraído empezó a doler. Sintió una punzada ligera y se desplomó despacio, pero firme como una gota de rocío mañanero desprendiéndose de una hoja. Y ahí, tirada en el suelo, sola y sin que nadie la pudiera ayudar, vio al fin todo con claridad, supo que ése era el momento que realmente había estado esperando, para esto había soportado tantos dolores, para ése instante en el que se pudiera despojar de toda las tristezas y locuras que se habían llevado su vida entera. Por primera vez se sintió plena, y por alguna razón la brisa cruda de la llovizna le hizo entender que pronto vería al que había estado esperando durante tanto tiempo. Respiró profundo y sujetó con fuerza la carta a su pecho, como si ese papel fuera su única entrada a la otra vida. Esbozó una sonrisa de alivio y se dejó llevar por el frío inclemente de la llovizna que lentamente le apagó la luz del mundo para siempre.

Se fue feliz. A las cinco y diez de la tarde, mientras el sol empezaba a agonizar, ella ya había partido de este mundo al tan esperado y sufrido encuentro con Douglas, su compañero fiel, el mejor amigo de sus épocas doradas, aquel Pastor Alemán que a pesar de todo, había aprendido tomar con ella el te de la tarde.  



NOSTALGIA

Recuerdo haberte visto primero ese segundo antes que tú a mí. Sonreíste, pero no por mí. Era por alguien más a mis espaldas, un ladrón anónimo, que sin saberlo me robaba tu sonrisa. Una sonrisa que ya era mía! 

Desde entonces me dediqué a toparme accidentalmente contigo en la calle, a hacer que tus libros cayeran un par de veces en la esquina del café que te gustaba, yo los levantaba con caballerosidad, tú dabas las gracias con tu sonrisa encantadora y seguías caminando. Caminabas sin recordar que fui yo quien te devolvió los paquetes que olvidaste en la tienda en días pasados.

¡No entendía cómo no podías verme! Si era yo quien te dejaba aquellas notas adhesivas en tu puerta. Era yo quien te envió tu cóctel favorito en aquel bar, el sábado que saliste con tus amigas. Era yo quien pronunciaba tu nombre en la radio dedicándote canciones viejas que ya nadie recordaba. Era yo quien tocaba la guitarra mientras cruzabas el andén. Era yo quien oprimía el botón en el semáforo para que el tránsito se detuviera y tú pudieras pasar. Era yo. ¡Era yo! Cómo no me veías si yo era tan evidente! Bueno... Lo que hacía por ti era evidente. 

Luego, una mañana dejaste de usar la ruta 34 a la que subías siempre, no fuiste al café, no compraste el queso en aquella tienda, no usaste el andén y no estabas en el semáforo.

¿Habrías cambiado tu rutina? ¿Te habrías enterado? ¿Estarías asustada? Todo eso pasó por mi mente, menos la verdad. Por alguna extraña razón, el tendero me preguntó por ti; la mujer del café también. Porque para todo el mundo era obvio que estaba perdida y locamente enamorado de ti. Todos lo sabían, menos tú, por supuesto.

Entre razones y explicaciones extrañas conseguí que tus amigas me dijeran dónde estabas. Me hice pasar por tu hermano ante la enfermera. Me contó todo. El ladrón que meses atrás me había robado tu sonrisa, ahora estaba a punto de robar tu vida. Estabas desecha. Tu rostro hinchado y un respirador que luchaba por activar tus pulmones. Tu corazón bombeaba con dificultad y tu cerebro no procesaba la realidad. Déjame decirte que yo tampoco. El coma te consumía y la desesperación a mí.
Entonces dediqué mis días enteros a buscar un milagro, busqué por todas partes, en cada rincón del espíritu, en cada alma de cada persona que decía poder ayudarme. Usé cada pastel de cumpleaños, cada vela encendida, cada once-once en el reloj, cada trébol de cuatro hojas que encontré, cada estrella fugaz, oré a todos los nuevos y antiguos dioses que parecían haber olvidado el sufrimiento humano, incluso casi me quedé sin pestañas pidiendo una y otra vez lo mismo: a ti.  Pero, supongo que no bastó.

Esta mañana me descubrí añejado por los años. El paso del tiempo había marchitado mis ojos y mis manos, pero aún con mis huesos rechinantes hoy voy verte. Yo siempre te vi. Y espero que ahora sepas que soy yo quien estoy aquí, cambiando las flores, quitando las hojas secas de la lápida y rogando a la vida que acabe conmigo de una buena vez, porque ahora es la única opción que me queda para poder explicarte que te orbité toda una vida. Que te amé desde la sombras porque nunca tuve el valor para presentarme, que quería que me perdonaras porque no te cuidé como debía, debí haber estado ahí la noche en que aquel monstruo terminó por apagar tu luz. 

Y aunque ahora eso parezca lejano, la nostalgia aún me recuerda que existe esa pequeñísima posibilidad de encontrarme contigo en la otra vida. 

Tal vez me digas que nunca supiste de mí, que nunca me viste. Yo te diré que sí lo hiciste, solo que no lo recuerdas, pues estabas demasiado ocupada iluminando el mundo, luego tendrás esa sensación de certidumbre y me recordarás en aquel parque sonriéndote mientras tú esperabas a tu novio...
Y me dirás qué sí me viste...

Yo concluiré... que recuerdo haberte visto primero ese segundo antes que tú a mí. 



ELEGIDOS

Ven, déjame guiarte. Eres como un lienzo en blanco, y tengo yo los óleos... Pintaré paisajes en tus ojos, tan bellos, que jamás creerás que son ciertos. Te mostraré el mundo en el que vivo. Te aseguro que querrás quedarte porque inundará todos tus sentidos. Borrará cada culpa. Cada cicatriz. Cada mala decisión... el pasado se irá. Solo quedaremos tú y yo.  Aquí. O allá... Donde sea pero estaremos tu y yo.  Pondré a tus pies los secretos mejor guardados de los imperios en las estrellas, de los monstruos expectantes en las oscuridades, de las galaxias más lejanas, de la arquitectura del sistema, de todo aquello de lo que nunca te hablaron.

Pero solo necesito que te despojes de todo lo que una vez fue, necesito que olvides los rostros de tus semejantes. Quiero que lo intentes... no te aferres. No busques, nada te ata ya a este mundo agonizante. Las aves se han ido, no hay criaturas en las llanuras, no hay caudales que calmen tu sed, no hay pan que sacie tu hambre... no hay hombres a quien amar. No hay amor.

Mírame a los ojos... Sé que te atemorizan, pero estos ojos vidriosos, profundos, enormes, te ofrecen la mirada más honesta que podrías recibir. Mírate, no tienes nada. No te queda nada. No hay nada porqué pelear. No hay razones para quedarse... Yo, en cambio, te ofrezco vida más allá de todo lo que crees saber, te ofrezco esta oportunidad, la misma, por la que todos murieron.

Es hora de partir. Deja que me incruste en tus memorias ya marchitas... No dolerá. Y despertarás mañana  siendo parte de la superioridad del vasto universo. Siendo uno de nosotros.  

Vagaremos por el espacio buscando mundos perdidos que anhelen salvarse. Que se encuentren al borde del fin que crean ser únicos en su especie, gigantes, inquebrantables. Mundos perdidos,  cuya arrogancia nos favorezca... Los encontraremos tan quebrados, tan colapsados, que solo hará falta observar... Atentos. Entonces hallaremos otras almas trascendentales. Que nunca encajaron... Que nunca se conformaron. Que nunca pertenecieron a ellos.

 Así como tú, que ves con satisfacción a través del cristal, tu moribunda Tierra ardiendo en llamas.

                                                                               Ángela Lozano
                                                                                       La crespa.

lunes, 3 de junio de 2019

José Martín Valencia


Llenar la cabeza con imágenes refractadas, cambiar el movimiento, la dirección, la velocidad, enconderlos en la bruma, y seguir caminando con la brújula apuntando el sur. 

Seguir caminando hasta fatigarse.

Seguir caminando hasta los escombros

y buscar la vida.

Bienvenido José Martín Valencia a CLAROSCURO



José Martín Valencia, Santiago de Veraguas, Panamá, 1994.
Estudiante de Licenciatura en Humanidades en la Universidad de Panamá.
Antes de pasar por las aulas de Literatura, estuvo estudiando Derecho y Música.




* ¿Quién es José Martín Valencia?

Es curioso, mi composición está preñada de existencialismo y creo que nunca me he intentado responder esta interrogante a conciencia. Puedo decirte que soy un tipo tímido con mi literatura, aunque la gente que me rodea diría que soy bastante extrovertido; el punto es que nadie sabe cómo se desarrolla el universo interno del vecino y así nos vamos.
Sin ánimos de complicar esta redacción con crisis de identidad, tengo 24 años, nací el 28 de septiembre de 1994 en Santiago de Veraguas, Panamá y estudio la Licenciatura en Español en la Universidad de Panamá; antes de pasar por las aulas de la literatura, estuve estudiando Derecho y luego Música.


* ¿Para ti qué es poesía?

Para mí, la poesía es el arte de entregarse sin medidas al discurso de las emociones y los sentimientos; poner los dedos, con sal, sobre las llagas y enfrentarse a las historias que más nos incomodan, pero esta incomodidad es la garantía de que aún estamos vivos. Escribir un poema sería esta oportunidad de desnudarnos la vergüenza, los miedos, las risas, el dolor y los pecados más infames sin palanca de frenos. La poesía es ritmo, luz, penumbra y, sobre todo, salvajidad.


* ¿A dónde te ha llevado?

Sin duda la poesía me ha llevado a un descubrimiento profundo de mí mismo. No quisiera romantizar más el concepto de la poesía, pero cuando escribo un poema me hago tantas preguntas, que jamás me haría en una situación regular, y esas constituyen un catálogo inmenso de dudas sobre mí que me mantiene en un constante cuestionamiento, también, de los otros.



* ¿Cómo defines tu estilo, tu voz poética?

Malparidez existencial, así lo definiría.


* ¿Qué poetas han influenciado tu voz?

No sé si será raro, pero no soy de los que lee gran cantidad de poesía. Mi lectura está más inclinada a la narrativa, aun así, la poesía me sale de la tripa. Sin embargo, Octavio Paz, Federico García Lorca y Pablo Neruda han sido los poetas que me han cautivado principalmente.


* ¿Con qué palabra te identificas?

Divergente.


* ¿Cómo está el movimiento cultural en tu país?

Afortunadamente, en los últimos años, se ha levantado una ola de artistas y el movimiento de visibilidad de los mismos está cada vez más fuerte. El Museo de Arte Contemporáneo ha abierto sus puertas para ser una institución más inclusiva y desarrolla campañas constantes para que la ciudadanía sepa que el Museo es de todos y no solo de “los cultos”. Además de que se están poniendo de moda los micrófonos abiertos ―antes era completamente desconocida esta actividad― y han resultado ser un éxito como espacio de entretenimiento y para generar relaciones entre los artistas. Hay demasiado trabajo por hacer, pero nos estamos moviendo y se nota.


* ¿Qué opinas de la poesía en las redes sociales?

Las redes sociales ahora lo son todo y el arte ha sabido encontrar su espacio en todas ellas. Yo, personalmente, soy un fiel seguidor de muchos poetas cibernéticos. Cabe destacar que son una oportunidad grandiosa para mostrarse al mundo, algo que hasta hace unos lustros era impensable y solo leerían tu poesía si estabas publicado en papel. Las reglas del juego han cambiado y tenemos que aprovechar estos beneficios que nos ofrece la tecnología con el inmenso alcance que podemos lograr a través de ellas, donde publicas algo y dos minutos después lo están leyendo cientos de personas de diferentes zonas horarias.


* ¿Hacia dónde va la poesía?

Honestamente no sé qué tan visionario sea para responder a esa pregunta, pero últimamente he notado que la tendencia es la brevedad. Nos guste o no estamos viviendo en una era de agitación sin igual y las cosas (el arte no es la excepción) van adoptando esa prisa, ese ritmo, para seguir marchando. Veo que la poesía se está encaminando cada vez más a la simplicidad del idioma, abandonando su acostumbrado uso de palabras rebuscadas, acercándose a un mensaje más directo, con menos filtros estéticos y lingüísticos.




Escombros

Hoy he sufrido nuevamente
los caprichos de la mente,
la acidez de la memoria
y la saña de los sueños
porque has resucitado
desde los escombros
que sostienen mi poesía.

Hoy he vuelto a morir
por dentro,
se marchitaron otra vez
mis ojos
y he ganado una pesadumbre
enorme
perdiendo mi poca dignidad
en la corriente del llanto.

Ahora sé que los besos
no se borran,
que la oscuridad
hace brillar más los recuerdos
y que tu fantasma
vivirá en mí
por muchos años,
quizá toda la vida,
y no será absorbido,
nunca,
por la infinitud de la historia.


Ansiedad

Caballos entre mis versos,
no tuyos ni nuestros,
cabalgan sin ningún orden
relinchan desde mis labios
galopan sobre mis dedos.

Hay caballos con pasos lentos,
también se escuchan pisadas fuertes;
caballos que corren
con la prisa de mi mundo.

Algunos reposan en silencio
pero los escucho respirando
¿Has escuchado el rodar del tiempo
sobre tus pisadas?

El fuego viste a alguno de ellos,
ni relinchan ni cabalgan,
respiran humos blancos
que se resuelven en la danza
de bailarinas fantasmas.



Despertar

Nos aterra estar solos,
tanto que aceptamos
las sobras del destino,
las limosnas del azar
y los residuos del tiempo.

Pero ¿cómo olvidar
lo que aún no se ha ido,
lo que sigue preso en la memoria
y preña el aire
con aromas familiares?

Tan aterrados nos vemos
en la fragilidad de las noches
cuando el llanto y la risa
se elevan hacia la danza
eterna de las constelaciones.

Desdicha, repudio,
cansancio y miedo
marcan el compás
del temblor que me asfixia;
las noches son noches
porque aún no me veo.

Y ya no hay tragos amnésicos
ni polvos, con sortilegios,
que ofusquen los recuerdos;
ahora todo se construye
frente al prisma
de un universo sobrio.


Transbordo

He habitado tantos cuerpos,
tantos rostros,
tantos sexos
y tantos placeres
que me he ganado el nombre
de Pecado Original
por haberme inventado
dos que tres nuevos
y haberlos perfeccionado 
en la corriente de los años.

Han sido tantos olores
los que han pronunciado mis poros
que desde hace un tiempo derraman
la fragancia primaria sobre mi dermis
y se corre por mi cuello
y mis axilas
deslizándose por mis manos
y huelo al mundo.

Calla, calla...
me ordenan otras voces
que fueron mías
en otros tiempos,
en otros cuerpos,
en otras bocas
y reconozco las palabras
aunque estén en otras lenguas
y luego cierro fuerte los ojos
para volver a abrirlos y reencontrarme
con paisajes que ya había visto
pero olvidé entre conexiones.

Entonces mi nombre
deja de sonar hueco
y se suma al eco
de otros nombres familiares
que resuenan en mi nuca
por detrás de mis orejas
y me repiten los pasajes
de los libros que he olvidado,
me repiten cada sílaba 
de los nombres que amé;
me recuerdan todo aquello
que olvidé en el transbordo.

                                                                            José Martín Valencia