Desde la conducta
La bolsa de valores
el precio del dólar
el despertador en la mañana
el canal de noticias
sus mentiras excedidas.
El olor del tostador en la cocina.
El pan mojado en el café
los servicios públicos
el sector financiero
verte el sábado en el almuerzo
el domingo en el cine
llegar a tiempo al trabajo.
El shampoo de fresa
el jabón de avena
mi perfil de facebook,
ese que no soy que dicen que soy
toma decisiones y es libre.
Instagram y los gestos
de felicidad que debo de hacer en selfies.
Whatsapp:
Los besos,
Las conversaciones,
Las incógnitas,
La voz en la distancia,
Los grupos de gente que no son reales.
El teléfono móvil
que nos hace todo.
Termina viviendo por nosotros.
El baile MTV donde todos son sexis
pero nadie baila con nadie
la ropa de moda
la música de la emisora
Youtube y sus millones de visitas
Los Youtuber y su montón de cosas dichas.
Entonces soñar se hace más difícil
Imaginar,
un trajín que vamos olvidando
pensar es un crimen
y la poesía una invitación al delito.
Victoria en el espejo
Ese sonido de Victoria con los labios
cada vez que los pinta
es una pequeña obertura del beso,
un instante en que van a crujir los sueños
que se caen de un árbol
al que le van pasando los años.
Entonces se busca la mirada en el reflejo
Y este
-su reflejo-
va evadiendo la responsabilidad de verse.
Sabe que se miente
que anda enamorada de nuevo.
No le bastaron las ajadas cicatrices
que aún no sabe si han cerrado,
ni las palabras de esos poemas que anda escribiendo en su cuaderno.
Sonríe al fin y al cabo,
Victoria intenta saber que la vida
es ese arsenal de malas decisiones,
pretende entender que el amor
es eso tan humano como ella.
El espejo queda solo
ella lo ojea
entiende que quizás la otra Victoria
tenga la razón
y no le importa,
les queda una vida para seguir
pintándose los labios,
enamorándose del mundo.
Pactos para intentar un sueño
"La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa"
Erasmo de Rotterdam
Hemos caminado hastiados media historia
entre huellas de mentiras y miedo,
nuestras familias en pantanos de sangre
alabar la muerte como un santo patrón de todos los días
en el infinito cielo inalcanzable.
Entonces dejemos los campos cumplir su función
de sonreírnos las mañanas,
veamos nacer los amaneceres en los ojos de nuestros hijos
y correr los ríos entre las montañas sin que viajen los gemidos.
Nuestras abuelas y su olor a tierra mojada
soñar las plazas llenas de manos que labran la fruta
en la boca de las mujeres saciadas
de amor y esperanza.
Cantar, cantar a viva voz desde el vientre fértil
No vamos a parir desdichas,
mirar a los amantes dormir la siesta de la tarde
sin que llores despedidas,
tomar el café en silencio dibujando el horizonte.
No hay duda que la huella queda,
y que la memoria es un reloj que nos suena en la cabeza
punzando el corazón cansado de tristezas.
Pero aún prefiero besar mil veces esta ilusión romántica que queda
antes que ver empuñar otra generación valientemente sus fusiles.
Lugar de origen
El eucalipto se cuelga de los amaneceres
a dónde van los pájaros.
El campesino desanda los caminos
silba entre la cebada una canción para sus hijos,
su mujer se acomoda los cabellos
con esas manos de pan
que llevan consigo la esperanza.
La vaca lame el ternero
él mama la leche con los ojos cerrados.
Una tropa de gallinas escarban la tierra,
mueven sus alas como intentando un vuelo.
La plaza tiene el olor del jengibre,
las abuelas desgranan arvejas, mazorcas y habas
sonríen en el rostro la evidencia de los años
algo ya cansadas.
Un río de mariposas oscuras
como un río de cenizas
esperan ese perfume de las flores mojadas,
estallar en los párpados de la brisa,
esa que es mensajera de las albas.
Es aquí mi lugar de origen
en estos arbustos parieron mis raíces,
las piernas de mi madre se abrieron
al compás de la luz de mis ojos.
Nacieron mis sueños en los labios de mi abuela
recitando universos de palabras.
Luego la arena cubrió los pinos
el barro penetró las aguas.
La herida es una llaga
sangra en el rostro de las máscaras.
Mi lugar de origen se ha marchado
sus huellas las atrapó el asfalto,
yo recojo las semillas de los años
con las manos moribundas
ásperas y rasgadas.
Fabio Andrés delgado Micán
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