Hellman Pardo. Bogotá, Colombia, 1978. Premio Nacional de Poesía Eduardo Carranza en 2010 por Elementos del desterrado. En 2011 es merecedor del Premio Nacional de Poesía Casa Silva. Ese mismo año el Ministerio de Cultura le concede la Beca a la Circulación Internacional de Creadores en New York. Ha publicado La tentación Inconclusa (Común Presencia Editores, 2008); Anatomía de la soledad (Gamar Editores, 2013); El falso llanto del granizo (El Ángel Editor, 2014) y los días derrotados (Cuadernos negros, 2016) libro accésit del Premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá. Pertenece a los Consejos Editoriales de las Revistas La Raíz Invertida y UIrika. En 2014 recibe el I Premio Nacional de Poesía del Festival Internacional de Poesía de Medellín por su libro Historia del agua.
"Por la palabra aire que roe la soledad del agua." Con estas palabras el poeta sintetiza la vida; su grandeza, sus miserias.
Hellman comparte con Claroscuro cuatro poemas. En ellos nombra el dolor, la muerte, la agonía, nos lleva a recorrer territorios donde la oscuridad se empeña en ejercer su dominio, pero la poesía a la vez, es un encuentro con la esperanza.
Bienvenido Hellman Pardo a las páginas de Claroscuro.
Mapiripán (Los pliegues del agua)
No es el golpe invernal de árboles dolidos
que tropiezan con la noche
o el rencor de las luciérnagas cuando naufragan por el aire
y llevan a media asta las alas húmedas de abandono.
No es la fatiga del valle
tardío arrepentimiento de cuchillos jubilados.
No es el hambre
o su llanto en el estómago.
Asciende una fiebre imperturbable
en aguas solísimas.
Es el río Guaviare
madre
su aguacero
estanque de cuerpos condenados
donde lavabas y herías la ropa contra las piedras de tus pechos.
Cumaribo (Breve discurso del águila)
En el río
un niño muerto sobre la humedad de la piedra.
En la piedra
un torvo gallinazo punzando la piel caída.
En el gallinazo
el viento desplazándose con urgencia.
En el viento
el tañido funerario de las desapariciones.
Otra inocencia profanada
otro plumaje rompiéndose en el río.
Urrao (Al oeste del tiempo)
Soy maquinista de una barcaza hecha
con maderos de abandono.
La heredé del llanto de una mujer andina
fusilada en la guerra.
Una tarde me hicieron descender de la barcaza
y conmigo
a todos los viajeros.
Dijeron que nos arrodilláramos cerca a la desolación.
Nos arrodillamos
donde los alambres de púas advertían
el color del sueño.
Se escucharon entonces diez caídos como jobos maduros
buscando tierra
mientras el sol se hundía en la trocha
lento
derrumbándose.
Te hablo desde el cobertizo de la memoria
desde la hora muerta y su estampida.
Jamundí (La escritura invisible)
Nosotros
único estruendo posible
en el tímpano de Dios.
Hellman Pardo
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