domingo, 12 de julio de 2020

Laura Comatelli



La flor de romero embellece el huerto,
su aroma sana el aire de la casa.

Las palabras, como los pájaros,
se saben libres en el aire
y en el vuelo.

Bienvenida Laura a Claroscuro. 



Laura Comatelli, Villa Mercedes, San Luis, Argentina. Comunicadora social, profesora de arte y pianista.



Deshojar un romerito

Cuando demorás dos días en deshojar un romerito de pronto comenzás a pensar que las urgencias son ajenas. Que las estructuras que tenés que salvar, modificar, o adecuar no son las de afuera sino las propias. Experimentás en y con todos los sentidos que el tiempo y la responsabilidad son la ilusión más grandes creadas por el hombre, y que nada es más bonito que tu propia existencia.
Que sos capaz de habitar en y con calma, y que además podés, si querés, proyectarte para co-habitar amorosamente con lo demás.

Que los recuerdos, a menudo, te sacan más sonrisas de las que sos consciente, y que comprender las lógicas del capital es lo mejor que te puede pasar para crear y elegir tu forma de vivir en este mundo.
Cuando demorás dos días en deshojar un romerito te das cuenta de la grandeza que hay en tu vida cuando preparás un café con leche, y unas tostadas, para despertar a quien tanto Amás, te das cuenta que todo está perfecto, y que justo, en ese momento, entre los olores del desayuno que inundan la casa, tu morada se percibe hogar.

Te das cuenta que ya no te apremia no contar un calefactor, que las cosas que se te rompen son la manifestación de lo que se está rompiendo adentro tuyo, y te das cuenta también que limpiar todo eso no era algo tan terrible como creías.

Cuando demorás dos días en deshojar un romerito comprendés el significado del “no supongas”, te das cuenta que el silencio absoluto no existe, y que el canto de los pájaros es más lindo de lo que te parecía, incluso disfrutás del airecito de otoño que se cuela por tus ventanas.

Cuando demorás dos días en deshojar un romerito te das cuenta que no hay poder más grande que la palabra, que ésta es capaz de dar vuelta tu mundo en dos segundos, y que las ideas que nos formamos de todo y todos son más fuerte de lo que todo y todos son.

Te das cuenta del ritmo de tu respiración, del movimiento de cada parte de tu pie al caminar, y del polvillo que espera, sin prisa, sobre tus muebles a que en algún momento le pasés la gamuza.
Cuando te demorás dos días en deshojar un romerito comprendés, con la última hojita, que la palabra escondida es: GRACIAS  



                                                         Laura Comatelli

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