Desnudez efímera
Cuando ellos se desnudan
la clepsidra abona los vientres
con la ceniza que heredó de cada espera
y un flamenco hipnotizado
germina el solitario murmullo
de la perpetuidad
ellos se despiertan y la nostalgia sigue bailando.
Los tejidos de Bachué
Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua
Jorge Luis Borges
Los ríos son mensajeros
que llevan el convulso retrato de cada rostrolos coloquios
y silbidos de las lavanderas
hasta las confluencias donde Bachué
teje los velos que visten el mar
mientras más turbio y contaminado el río
menos puede trenzar los reflejos
y se ahoga el costado transparente
que traza la silueta
en los pasos de aquellos amantes
que se besan en las aristas
esta música del agua es un grito rebelde
que las piedras elevan
en homenaje a los peces
masacrados por el mercurio
es el llanto de las ancianas rocas
que no descansan
hasta cuando alguna suerte de abandono
las deje dormir en las orillas
algunos ríos son testigos
de la ignominia humana
llevan la obligación de ocultar evidencias de crímenes
y guardan
abatidos en las honduras
silencios de anónimos cadáveres
que amparan una piedra en el pecho
y luego del incansable peregrinaje
desembocan en la entraña
el agua se convierte en oráculo
las fragatas ofrendan la sombra
al espectral murmullo
de
los
naufragios
los fantasmas se convierten
en confidentes de las olas
y el sudor de los pescadores
se abraza con las lágrimas de dioses que mueren
en el olvido.
Olvidan
"arden como dos mundos
que una vez cada mil años se cruzan en el cielo"
Jorge Gaitán Durán
Han colgado sus fantasmas en aquella lámpara
el lecho se convierte en un terraplén
donde dos furias se vuelven un solo velo
todo es vendimia al cerrar los ojos
es la tibia danza de un lirio que se abre
cuando un beso es eslabón de otro
ellos callan para ser escarcha de una órbita
que se derrite mientras las promesas cantan
se les ha ofrendado la oscuridad y un templo
donde se alaban los despojos
han dejado los miedos para otros ciclos
saben que para amar
es necesario apagar aquella lámpara.
Manuel Felipe Álvarez-Galeano
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