Este Ensayo es un homenaje al alma humana; gratitud, respeto y ovación a las mujeres y hombres que se sobreponen a las adversidades y que en la música han hallado su fortaleza, su motivación y su esperanza.
SINFONÍA Nº 6 “PASTORAL”: La Dulzura Creadora de Beethoven. desnuda y decanta esta magnífica pieza musical.
Gracias Maximiliano Hunnicken por darme a conocer este trabajo y permitirme compartirlo en Claroscuro.
SINFONÍA Nº 6 “PASTORAL”: La Dulzura Creadora de Beethoven.
Tras haber iniciado su camino musical, por medio de las Sinfonías, y las Sonatas, además de los Cuartetos; Se ha de señalar la peculiar y ferviente Introducción de Beethoven en el mundo de las Sinfonías. Y ello no es menor. Las dos primeras marcan su ensoñación, la primera austera, pero no menos importante e impactante. Con resabios de Mozart y Haydn. La segunda más original y ya con pequeños vestigios del sello Beethoveniano. Mas el salto comenzaría con la Tercera Sinfonía, La Heroica. En ella se puede atisbar el aroma romántico de su creación. Ya el Scherzo ha sido utilizado en la Segunda Sinfonía, y con peculiar maestría y originalidad. Mientras sus antecesores siempre hicieron uso excesivo del minué o minueto. Ahora bien, se puede apreciar la estructura clásica de los tres movimientos, tanto en las Sinfonías, como en los Sonetos de Beethoven. Y es justamente el tercer movimiento de esta Sinfonía, un Scherzo agitado (Allegro Vivace). Después de esta Tríada Musical, se daría lugar a la Cuarta Sinfonía, con particularidades muy similares a las dos primeras Sinfonías. En esta Sinfonía se deja entrever, el virtuosismo de Beethoven. Y será la antesala de la frescura que nos brindará la Sexta Sinfonía. Con respecto a la Quinta Sinfonía, ella destaca por el inicio de los cuatro movimientos, conocida como en do menor; es la Sinfonía que conserva la mayor sensación de unidad. Y cuya dinámica rítmica se plasma con las conocidas tres corcheas y una blanca con calderón. Asimismo, la Sinfonía en cuestión es la Sexta Sinfonía o Pastoral: La Sinfonía Lírica. Una Égloga del sonido y su dulzor. La suavidad del Género Sinfónico, cuya forma y fuerza se plasman como un poema melódico y expresivo de la Modernidad. Es un poema para el hábitat de su Creación, la Naturaleza. Además, la Génesis y Estructura de esta Sinfonía nos propone la peculiaridad de Cinco Movimientos, es la única Sinfonía con esta singularidad. Los temas son Pastoriles y como tales, necesitan de esa ambientación para sugerir el perfume de lo campestre, y los sonidos de aves. Otra particularidad son los tres movimientos encadenados, rompiendo con una tradición musical de pausas entre segmentos sinfónicos.
De este modo, se inicia la Mayéutica Musical de una obra Lírica y Analógica desde su Ontología. Y por poco filosófico que parezca este análisis, el arte nos remeda al sonido Metafísico de aquellos 5 Movimientos de la Naturaleza. La escena junto al Arroyo, como esa primera continuidad natural de aquellos sonidos acuáticos. Una caída de agua se precipita por la montaña, y se deja oír una dulzaina que irrumpe con ternura.
El segundo movimiento nos remite a la descripción de una tormenta en lontananza. Se escuchan rachas de viento cargadas de una copiosa lluvia, los sordos mugidos de unos bajos, el agudo silbido de los flautines. Ellos anuncian una estrepitosa tempestad.
El tercer tiempo es la tormenta en sí. Henos aquí con un diluvio universal. El cuarto movimiento se hace presente con la serenidad, los cantos agrestes, se vuelven melosos con aquellos torrentes que apelan a una calma desacelerada.
Y por último deviene el quinto movimiento, un canto agradecido y jubiloso de la misma naturaleza. Esta Metafísica sonora ha desplegado sus cinco tiempos, y en cada uno habita el néctar bucólico de la creación temperada de aquella huella Beethoveniana. Sólo nos resta el pilar analógico de esta Sinfonía. Y en él se halla concentrado el silogismo creativo de una poesía, que sonora y profunda bucea tranquila ante la paciencia dormida de poetas vetustos: “Velaos el rostro, pobres grandes poetas de la antigüedad, miserables inmortales; vuestro lenguaje convencional, tan puro, tan armonioso, no podría ciertamente luchar contra el arte de los sonidos. Sois sin duda muy gloriosos vencidos, pero vencidos al fin. No conocisteis lo que hoy llamamos melodía, la armonía, las asociaciones de diversos timbres, el colorido instrumental, las modulaciones, los sabios conflictos de los sonidos enemigos, que se combaten primero para entrelazarse después; las sorpresas del oído, los extraños acentos que hacen retemblar las profundidades jamás exploradas del alma”. *
Y así acrece la suavidad de un inmenso paso cromático sobre el dulce y caudaloso río sonoro del alma pastoril. Henos aquí ante la opaca y palidecida luz de los poemas antiguos de un Teócrito, Virgilio y Lucrecio con sus cantos paisajistas. Porque todos ellos, tan sólo son un contraste que es superado por el maravilloso sonido de la música moderna.
Maximiliano Hunicken
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* Berlioz, Héctor, Las Sinfonías de Beethoven, La Plata, Editorial Calomino, 1943, p. 54.
Maximiliano Húnicken Segura, Argentina, 1978.El segundo movimiento nos remite a la descripción de una tormenta en lontananza. Se escuchan rachas de viento cargadas de una copiosa lluvia, los sordos mugidos de unos bajos, el agudo silbido de los flautines. Ellos anuncian una estrepitosa tempestad.
El tercer tiempo es la tormenta en sí. Henos aquí con un diluvio universal. El cuarto movimiento se hace presente con la serenidad, los cantos agrestes, se vuelven melosos con aquellos torrentes que apelan a una calma desacelerada.
Y por último deviene el quinto movimiento, un canto agradecido y jubiloso de la misma naturaleza. Esta Metafísica sonora ha desplegado sus cinco tiempos, y en cada uno habita el néctar bucólico de la creación temperada de aquella huella Beethoveniana. Sólo nos resta el pilar analógico de esta Sinfonía. Y en él se halla concentrado el silogismo creativo de una poesía, que sonora y profunda bucea tranquila ante la paciencia dormida de poetas vetustos: “Velaos el rostro, pobres grandes poetas de la antigüedad, miserables inmortales; vuestro lenguaje convencional, tan puro, tan armonioso, no podría ciertamente luchar contra el arte de los sonidos. Sois sin duda muy gloriosos vencidos, pero vencidos al fin. No conocisteis lo que hoy llamamos melodía, la armonía, las asociaciones de diversos timbres, el colorido instrumental, las modulaciones, los sabios conflictos de los sonidos enemigos, que se combaten primero para entrelazarse después; las sorpresas del oído, los extraños acentos que hacen retemblar las profundidades jamás exploradas del alma”. *
Y así acrece la suavidad de un inmenso paso cromático sobre el dulce y caudaloso río sonoro del alma pastoril. Henos aquí ante la opaca y palidecida luz de los poemas antiguos de un Teócrito, Virgilio y Lucrecio con sus cantos paisajistas. Porque todos ellos, tan sólo son un contraste que es superado por el maravilloso sonido de la música moderna.
Maximiliano Hunicken
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* Berlioz, Héctor, Las Sinfonías de Beethoven, La Plata, Editorial Calomino, 1943, p. 54.
SINFONÍA Nº 6 “PASTORAL”: La Dulzura Creadora de Beethoven.
Profesor de filosofía. Hace su tesis sobre Nietzsche y las segundas intempestivas.
Artista plástico no convencional. Dibujante en paint mouse.
Poemas y Ensayos suyos se publican en las redes sociales.
https://www.youtube.com/watch?v=iMJPZ-mu-Ts
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